jueves, 24 de junio de 2010
CARLOS MONSIVÁIS: Revalorando lo entrañable
Texto escrito por CARLOS MONSIVÁIS para el librito que acompaña el disco compacto ALMA MEXICANA, de la Filarmónica de Querétaro dirigida por su fundador, Sergio Cárdenas. Con el número de catálogo FQ-4, el disco compacto reproduce la grabación en vivo de los conciertos ofrecidos por la filarmónica queretana y Cárdenas en septiembre de 1995.
CARLOS MONSIVÁIS
Revaluando lo entrañable
Si en un campo ha dominado la división tajante entre lo culto y lo popular, ha sido en el de la música.. Con variedad de razones se ha subrayado la superioridad de la música culta, para ya no hablar de la clásica, sobre aquello que emerge de la inspiración indocumentada (sinónimo de “la falta de los alcances”, o del “acomodo con los gustos del vulgo”). Sin embargo, desde hace tiempo al enfrentamiento inexorable le ponen sitio las críticas y las excepciones indiscutibles. En el caso mexicano, por ejemplo, la obra de Silvestre Revueltas y, en parte, la de José Pablo Moncayo y Blas Galindo, son populares en el mejor de los sentidos y es fácil vaticinar que no otro será el destino parcial de las obras de Carlos Chávez, Candelario Huízar y Manuel M. Ponce (más allá de “Estrellita”).
En ALMA MEXICANA, la Filarmónica de Querétaro y su director, Sergio Cárdenas, se oponen al fatalismo de las exclusiones e incorporan una muestra valiosa de lo popular, con diversos arreglos del maestro Esperón, compositor de enorme presencia en el cine que, además de su propio desempeño creativo es, desde hace más de medio siglo, un organizador del canon popular.
Son excelentes las versiones esperonianas de las melodías tradicionales de Jalisco (“La culebra” y “La Negra”), de las obras maestras de la trova yucateca (“Peregrina”, de Ricardo Palmerín, y “Caminante del Mayab”, de Guty Cárdenas), de clásicos del romanticismo porfiriano (entre ellos el “¡Adiós!”, de Carrasco) y de una muestra de Pepe Guízar. Y del propio Esperón se incluye un popurrí y su “Amorcito, corazón”, sin duda el bolero mítico por excelencia en el repertorio nacional.
Con este disco, la Filarmónica de Querétaro cumple con su deber evidente: darle a los oyentes la oportunidad de revaluar lo que siempre han oído de manera entrañable; de ver su tradición sentimental convertida en repertorio artístico. A través del homenaje a lo popular, y a uno de sus grandes creadores, Manuel Esperón, la Filarmónica de Querétaro nos reitera lo obvio: si esa música le ha servido tanto a una comunidad, es porque, a principio y a final de cuentas, esa música vale muchísimo la pena.
Ciudad de México; octubre de 1995.
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Carlos Monsiváis,
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