miércoles, 28 de abril de 2010
domingo, 18 de abril de 2010
ARMANDO LAVALLE: Botoncito
GABRIELA HERRERA (soprano) y SERGIO VÁZQUEZ (piano) en el recital brindado en el Teatro Hinojosa, de Jerez, Zac (México), el 3 de febrero del 2010, en el marco de SURCO, Jornadas Nacionales Candelario Huízar de la Música Mexicana de Concierto. Grabación amateur en vivo.
BOTONCITO, poema de Gabriela Mistral
Yo tenía un botoncito
Aquí junto al corazón.
Era blanco y pequeñito
Como el grano del arroz.
De la luz lo defendía
En la hora del calor
Yo tenía un botoncito
Apegado al corazón.
Fue creciendo, fue creciendo
Y mi sombra la pasó,
Fue tan alto como un árbol
Y su frente como el sol,
Fue creciendo, fue creciendo
Y el regazo me llenó
Y se fue por los caminos
Como arroyo cantador.
Lo he perdido y así canto
Por mecerme en mi dolor
Yo tenía un botoncito
Apegado al corazón.
Conocí a ARMANDO LAVALLE en 1977, cuando dirigí por primera vez la Orquesta Sinfónica Nacional de México, de la que era integrante en la sección de violas. La canción BOTONCITO, dedicada a su esposa Alda Segovia sobre un poema de GABRIELA MISTRAL, la escuché por primera vez en 1982 en el Conservatorio de Varsovia (Polonia), en el marco de un concurso de canto que sobre obras vocales de compositores mexicanos, promovió el entonces Agregado Cultural de México en Polonia, don Víctor Balvanera, concurso en el que participé como sinodal. Me emocionaba mucho oír a los jóvenes polacos cantar muy bien piezas mexicanas con una pronunciación cercana a lo perfecto, a pesar de que ninguno de ellos, según me informaron, había estado en tierras de habla hispana.
sábado, 17 de abril de 2010
La nube de cenizas volcánicas
Imagen de la nube de cenizas volcánicas sobre terrirotio europeo (17 de abril del 2010)
Con gran tristeza comunico que el impacto de la nube de cenizas emanadas del volcán de Islandia, me ha impedido volar a la República Checa para poder atender la amable invitación de la Filarmónica Janacek,de Óstrava, a dirigir los conciertos programados para los días 22 y 23 de abril, 2010 como parte de su temporada de conciertos. El programa incluía, además del Concierto en Sol para dos flautas y orquesta, de Domenico Cimarosa, y la Sinfonía No. 4, "Romántica", de Anton Bruckner, el estreno sobre suelo europeo de mi pieza HUAPANGOS, estrenada mundialmente en 2007 en el marco del IX Festival Internacional Tamaulipas. La pieza está dedicada al Ing. Eugenio Hernández Flores, Gobernador Constitucional de Tamaulipas (México) y al pueblo de Tamaulipas. El estreno estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música (UNAM), con mi participación como director.
Etiquetas:
Bruckner "Romantic"-Symphony,
Filarmónica Janacek,
Huapangos,
osenm-unam
miércoles, 14 de abril de 2010
EL CANTO DEL CISNE DEL ROMANTICISMO
EL CANTO DEL CISNE DEL ROMANTICISMO
por Sergio Cárdenas*
Compuesta entre enero y noviembre de 1874 y revisada en el transcurso de los siguientes 15 años, la Sinfonía Nº 4, en Mi-bemol mayor, de ANTON BRUCKNER, es la única a la que dió un título: la llamó “Romántica”. En el contexto de la obra sinfónica bruckneriana, la Sinfonía Nº 4 tomó un lugar destacado desde su estreno mismo ( 20 de enero de 1881, en Viena, dirigida por Hans Richter ) : fue la primera sinfonía que el público acogió con singular entusiasmo, hecho que BRUCKNER apreció mucho, sobre todo después del fracasado estreno de su Sinfonía Nº 3. Sin embargo, los detractores del ansfeldense, a quien ya denominaban “ el compositor de los culebrones sinfónicos “, no se dieron por convencidos. Uno de ellos, Max Kalbeck, escribió en ocasión del estreno de esta obra, lo siguiente:
“ La nueva sinfonía, en mi-bemol mayor, de Anton BRUCKNER, es la obra de un niño, con fuerza de gigante. Un Hércules niño, que en su cuna estrangula dos serpientes, haría quizá la música de una manera similar... En las ideas de la obra domina el desorden de un aprendiz donde todo está por encima y revuelto con todo y sólo el aprendiz sabe donde están las cosas. Precisamente las ideas más banales y cotidianas son tejidas hasta el infinito en exceso, mientras que lo verdaderamente original y valioso se pone a un lado y no se le presta atención. “
La Sinfonía Nº 4 de BRUCKNER ha gozado de una popularidad que no ha disminuído ni con comentarios como el anterior.
¿ Qué tiene de “romántica” esta sinfonía ? Muchos pensarán, de entrada, que se trata de una obra programática o descriptiva. Algunos, en efecto, se ha ido con esta finta al constatar un supuesto “programa” que BRUCKNER mismo comentó a su primer biógrafo, August Goellerich, sobre el primer movimiento: “ Ciudad medieval - amanecer - de las torres citadinas suenan las campanas - las puertas se abren - los jinetes saltan sobre briosos corceles y se van al campo libre - murmullos del bosque...”Pero cuando se le preguntó sobre el último movimiento, BRUCKNER respondió : “Pos ya ni me acuerdo lo que pensé sobre eso“, con lo que de golpe quedaba descartado el supuesto carácter programático de la sinfonía.
Los románticos, como bien lo señalaba Schlegel, aspiraron a mantener viva la luz interior que la Ilustración amenazaba con extinguir. De ahí su regreso a la naturaleza para “ descubrir su espíritu, penetrarlo, acogerlo y transmitirlo con todo el corazón “ ( C. D. Friedrich ) para así “ volverla a ganar “ ( F.W. Schelling ).
El compositor romántico, al elaborar desde el interior, configura sus obras de tal manera que la fragancia que de ellas emana se vuelve una nube apenas perceptible que transpira plenitud: su meta es la trascendencia de la naturaleza misma, es decir, de la materia. Así, el compositor permanece como sacerdote, como Novalis decía del verdadero poeta.
Y si hay un compositor que sea la encarnación misma del romanticismo, ese es ANTON BRUCKNER. En él encuentra voz el mundo de los sentidos de manera orgiástica; su fuerza seductora es mágica e irresistible, pero sin el “veneno erótico” de Wagner, su admirado maestro; su música combina la solemnidad, que borda con lo sepulcral, con la audacia vital; es católica en cuanto encierra todas las contradicciones de este mundo y es mística porque aspira a enderezar lo torcido, aunque se aleje de clasicismos. La esencia de la música bruckneriana no se limita a sus temas y por ello no es superficial, sino que tiene un movimiento corpóreo expansivo cargado de tensión que culmina en verdaderas erupciones como nunca se han oído ni antes ni después de BRUCKNER.
En este compositor el sonido primero se configura a sí mismo y a partir de ahí se desenvuelve la obra. O como decía Kleist, “ su contenido está en su formulación.” Tal es también la naturaleza de la Sinfonía Nº 4: la obra se inicia con un motivo musical tocado por el corno francés sobre un “tapete” de las cuerdas en ‘trémolo’. Si bien podemos decir que este motivo es un tanto arcaico y elemental, también podemos decir que este inicio es representativo de la quintaesencia del “melos” instrumental bruckneriano: el motivo tiene necesidad de ser desarrollado continuamente, lo que lo hace “ salirse de sí mismo para regresar a sí mismo en una eterna transformación “ ( F. Schlegel ) que culminará con la enunciación del motivo en su forma original al final del primero y cuarto movimientos.
Las sinfonías brucknerianas se “construyen” de manera continua; la alternancia de pasajes de majestuosidad hímnica con los de una tranquilidad lírico-nostálgica se presenta con tal ritmo orgánico que hace a las sinfonías “respirar” con naturalidad. A veces encontramos melodías que tienen la solemnidad de una marcha fúnebre, como la que abre el segundo movimiento a cargo de los violonchelos, o una melodía que parece no serlo y que deambula “sin brújula” por el campo, como la extensa melodía asignada a las violas en este mismo movimiento. Lo folclórico también está siempre presente en BRUCKNER: en esta sinfonía lo encontramos en el tercer movimiento ( Scherzo ), con sus fanfarrias, propias de una jornada de caza, a cargo de los cornos franceses. Sobre la parte central de este movimiento ( Trio ), el compositor escribió: “ Aire de danza durante la comida en la jornada de caza. “
Una de las influencias más marcadas que encontramos en este archicatólico compositor es, paradójicamente, de origen protestante. Me refiero al “coral luterano”, ese himno del norte de Alemania de ritmo pausado y expresión austera. BRUCKNER usó esta forma musical en todas sus sinfonías, siempre asociándola con la muerte. En el último movimiento de esta Sinfonía Nº 4, en la Coda para ser más exactos, BRUCKNER recurre al uso del coral luterano. Teniendo como
base un ritmo ostinado, adusto y pesante, el coral emerge incontenible y con una amplitud cósmica majestuosa, trascendente y liberadora a la vez. Sobre este coral BRUCKNER dijo que era “ el canto del cisne del romanticismo. “
*Profesor Titular de Carrera en la Escuela Nacional de Música de la UNAM (México).
© Sergio Ismael Cárdenas Tamez
Artículo publicado en el libro ESTACIONES EN LA MÚSICA, de la Serie Lecturas Mexicanas, del CONACULTA (MÉXICO).
domingo, 11 de abril de 2010
domingo, 4 de abril de 2010
CONVERSACIONES con E. M. CIORAN
Extractos del libro
CONVERSACIONES con E. M. CIORAN
Serie Marginales 146, de Tusquets Editores, 1997, Barcelona
ISBN; 84-7223-949-7
Selecciones de Sergio Cárdenas
Conversación con Benjamín Ivry, pag. 160:
Usted ha escrito: “Si alguien le debe todo a Bach, es sin duda Dios”.
Sin Bach, Dios quedaría disminuido. Sin Bach, dios sería un tipo de tercer orden. Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso. Todo en él es profundo, real, sin teatro. Después de Bach, Liszt resulta insoportable. Si existe un absoluto, es Bach. No se puede tener ese sentimiento en una obra literaria;| hay textos, pero no son formidables. El sonido lo es todo. Bach da un sentido a la religión. Bach compromete la idea de la nada en el otro mundo. Cuando escuchamos su llamada, no todo es ilusión, pero Bach es el único que lo hace. Fue un hombre mediocre en su vida. Sin Bach, yo sería un nihilista absoluto.
Conversación con Sylvie Jaudeau, pag. 175
El mayor placer se lo proporciona la música. Vive usted grandes momentos en compañía de Bach, Schumann o Schubert. ¿Qué representa para usted?
Es el único arte que confiere un sentido a la palabra absoluto. Es el absoluto vivido, si bien por mediación de una gran ilusión, ya que se disipa en cuanto se restablece el silencio. Es un absoluto efímero, una paradoja, en una palabra. Esa experiencia exige su renovación indefinida para perpetuarse, próxima a la experiencia mística, cuyo rastro se pierde en cuanto regresamos a la vida cotidiana.
¿Hay momentos privilegiados para escuchar música?
Por la noche cobra una dimensión extraordinaria. El éxtasis musical se aproxima al éxtasis místico. Experimentamos la sensación de acercarnos a puntos extremos, de no poder avanzar más allá. Ninguna otra cosa cuenta ni existe. Nos encontramos inmersos en un universo de pureza vertiginosa. La música es el lenguaje de la trascendencia, lo que explica las complicidades que suscita entre las personas. Las sume en un universo en el que quedan abolidas las fronteras. Es lamentable que Proust, quien analizó mucho la música y sus efectos, ignore la capacidad que tiene de transportarnos alende la sensación. Por lo demás, resulta significativo a ese respecto que no profundizara en la obra de Schopenhauer y se contentase con la de Bergson. No supera la psicología.
En eso estriba enteramente la diferencia entre un metafísico y un esteta. Proust no deja de ser un esteta, aunque roce de vez en cuando una dimensión que supera el mundo de las formas.
Carecía de la verdadera inquietud metafísica. Sus experiencias musicales tiene siempre un vínculo con su historia personal. No lo llevan más allá de su vida, de la vida. Se entra plenamente en el mundo de la música sólo cuando se supera lo humano. La música es un universo, infinitamente real, aunque inasible y evanescente. Un individuo que no puede penetrar en él, por ser insensible a su magia, está privado de la razón misma de existir. Lo supremo le es inaccesible. Sólo la comprenden aquellos a quienes es indispensable. La música debe volverte loco; si no, no es nada.
En resumen, la música nos coloca ante esta paradoja: la eternidad vislumbrada en el tiempo.
Es en efecto, el absoluto captado en el tiempo, pero incapaz de permanecer en él, un contacto a la vez supremo y fugitivo. Para que permanezca, haría falta una emoción musical ininterrumpida. La fragilidad del éxtasis místico es idéntica. En los dos casos, la misma sensación de no llegar a nada, acompañada de una pena desgarradora, de una nostalgia sin límites.
Usted ha escrito: “hay tres clases de melancolía: la rusa, la portuguesa y la húngara”.
El pueblo más melancólico que conozco es el húngaro, la música cíngara basta para demostrarlo. Brahms, en su juventud, sufrió su fascinación. Eso explica el encanto insinuante de su obra.
Conversación con Branka Bogavac Le Compte, pag 211
De entre las artes, me ha dicho usted que prefiere la música. ¿Ha desempeñado un papl importante en su vida?
Sin la música, la vida carece de todo sentido. La música te lega muy a fondo. En apariencia, no es visible, pero toca algo que nos emociona profundamente, sin que tengamos siempre conciencia de ello. Ha desempeñado un papel enorme en mi vida. Enorme. La persona que no es sensible a la música no me interesa en absoluto. Es cero.
Conversación con Michael Jakob, pag 234
¿Es como la música?
Exactamente como la música. Y, para mí, con la gente que dice: “Para mí la música no significa nada”, considero que se acabó, no necesito continuar, es algo sumamente grave, porque la música afecta precisamente a eso, a los más íntimo de alguien. Con quien no siente la música no tengo punto común alguno, es de una gravedad sin nombre y como una maldición de la que el tipo no es consciente.
Hablando de música, en su caso hay que pensar en seguida en Bach, a quien ya ha mencionado…
Bach es un dios para mí. Me resulta inconcebible que haya gente –y, sin embargo, la hay- que no entienda a Bach. Creo que la música es en verdad el único arte que puede crear una complicidad profunda entre dos personas. No es la poesía, es sólo la música. Alguien que no sea sensible a la música padece una imperfección enorme. Es inconcebible que alguien pueda no ser sensible a Schumann o a Bach, mientras que admito perfectamente que alguien pueda afirmar que no le gusta la poesía, pero, en el caso de la música, es otra cosa, es algo muy grave.
Selecciones de © Sergio Ismael Cárdenas Tamez, Ciudad de México, el 9 de junio, 2007.
CONVERSACIONES con E. M. CIORAN
Serie Marginales 146, de Tusquets Editores, 1997, Barcelona
ISBN; 84-7223-949-7
Selecciones de Sergio Cárdenas
Conversación con Benjamín Ivry, pag. 160:
Usted ha escrito: “Si alguien le debe todo a Bach, es sin duda Dios”.
Sin Bach, Dios quedaría disminuido. Sin Bach, dios sería un tipo de tercer orden. Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso. Todo en él es profundo, real, sin teatro. Después de Bach, Liszt resulta insoportable. Si existe un absoluto, es Bach. No se puede tener ese sentimiento en una obra literaria;| hay textos, pero no son formidables. El sonido lo es todo. Bach da un sentido a la religión. Bach compromete la idea de la nada en el otro mundo. Cuando escuchamos su llamada, no todo es ilusión, pero Bach es el único que lo hace. Fue un hombre mediocre en su vida. Sin Bach, yo sería un nihilista absoluto.
Conversación con Sylvie Jaudeau, pag. 175
El mayor placer se lo proporciona la música. Vive usted grandes momentos en compañía de Bach, Schumann o Schubert. ¿Qué representa para usted?
Es el único arte que confiere un sentido a la palabra absoluto. Es el absoluto vivido, si bien por mediación de una gran ilusión, ya que se disipa en cuanto se restablece el silencio. Es un absoluto efímero, una paradoja, en una palabra. Esa experiencia exige su renovación indefinida para perpetuarse, próxima a la experiencia mística, cuyo rastro se pierde en cuanto regresamos a la vida cotidiana.
¿Hay momentos privilegiados para escuchar música?
Por la noche cobra una dimensión extraordinaria. El éxtasis musical se aproxima al éxtasis místico. Experimentamos la sensación de acercarnos a puntos extremos, de no poder avanzar más allá. Ninguna otra cosa cuenta ni existe. Nos encontramos inmersos en un universo de pureza vertiginosa. La música es el lenguaje de la trascendencia, lo que explica las complicidades que suscita entre las personas. Las sume en un universo en el que quedan abolidas las fronteras. Es lamentable que Proust, quien analizó mucho la música y sus efectos, ignore la capacidad que tiene de transportarnos alende la sensación. Por lo demás, resulta significativo a ese respecto que no profundizara en la obra de Schopenhauer y se contentase con la de Bergson. No supera la psicología.
En eso estriba enteramente la diferencia entre un metafísico y un esteta. Proust no deja de ser un esteta, aunque roce de vez en cuando una dimensión que supera el mundo de las formas.
Carecía de la verdadera inquietud metafísica. Sus experiencias musicales tiene siempre un vínculo con su historia personal. No lo llevan más allá de su vida, de la vida. Se entra plenamente en el mundo de la música sólo cuando se supera lo humano. La música es un universo, infinitamente real, aunque inasible y evanescente. Un individuo que no puede penetrar en él, por ser insensible a su magia, está privado de la razón misma de existir. Lo supremo le es inaccesible. Sólo la comprenden aquellos a quienes es indispensable. La música debe volverte loco; si no, no es nada.
En resumen, la música nos coloca ante esta paradoja: la eternidad vislumbrada en el tiempo.
Es en efecto, el absoluto captado en el tiempo, pero incapaz de permanecer en él, un contacto a la vez supremo y fugitivo. Para que permanezca, haría falta una emoción musical ininterrumpida. La fragilidad del éxtasis místico es idéntica. En los dos casos, la misma sensación de no llegar a nada, acompañada de una pena desgarradora, de una nostalgia sin límites.
Usted ha escrito: “hay tres clases de melancolía: la rusa, la portuguesa y la húngara”.
El pueblo más melancólico que conozco es el húngaro, la música cíngara basta para demostrarlo. Brahms, en su juventud, sufrió su fascinación. Eso explica el encanto insinuante de su obra.
Conversación con Branka Bogavac Le Compte, pag 211
De entre las artes, me ha dicho usted que prefiere la música. ¿Ha desempeñado un papl importante en su vida?
Sin la música, la vida carece de todo sentido. La música te lega muy a fondo. En apariencia, no es visible, pero toca algo que nos emociona profundamente, sin que tengamos siempre conciencia de ello. Ha desempeñado un papel enorme en mi vida. Enorme. La persona que no es sensible a la música no me interesa en absoluto. Es cero.
Conversación con Michael Jakob, pag 234
¿Es como la música?
Exactamente como la música. Y, para mí, con la gente que dice: “Para mí la música no significa nada”, considero que se acabó, no necesito continuar, es algo sumamente grave, porque la música afecta precisamente a eso, a los más íntimo de alguien. Con quien no siente la música no tengo punto común alguno, es de una gravedad sin nombre y como una maldición de la que el tipo no es consciente.
Hablando de música, en su caso hay que pensar en seguida en Bach, a quien ya ha mencionado…
Bach es un dios para mí. Me resulta inconcebible que haya gente –y, sin embargo, la hay- que no entienda a Bach. Creo que la música es en verdad el único arte que puede crear una complicidad profunda entre dos personas. No es la poesía, es sólo la música. Alguien que no sea sensible a la música padece una imperfección enorme. Es inconcebible que alguien pueda no ser sensible a Schumann o a Bach, mientras que admito perfectamente que alguien pueda afirmar que no le gusta la poesía, pero, en el caso de la música, es otra cosa, es algo muy grave.
Selecciones de © Sergio Ismael Cárdenas Tamez, Ciudad de México, el 9 de junio, 2007.
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