sábado, 30 de mayo de 2020

Guadalupe PARRONDO: Pianista-poeta



GUADALUPE PARRONDO:  PIANISTA POETA

   Quizá es el piano uno de los instrumentos musicales más antimusicales que hay.  A diferencia de la voz humana y de casi todos los demás instrumentos musicales,  excepción  hecha de los instrumentos de percusión, el piano tiene muchas limitantes de origen que dificultan una interpretación musical orgánica o lo más apegada a lo natural. 

   Por ejemplo en el piano es virtualmente  imposible hacer lo que en la terminología musical se conoce como el "crescendo", es decir ese incremento de intensidad sobre una misma nota sostenida.  Para lograrlo en el piano hay que repetir varias veces la misma nota. Además, el piano (si está afinado)  contraviene en cierta forma las tendencias naturales e inherentes a los diferentes procesos armónicos, pues la"afinación cuadrada" que le  caracteriza no nos permite disfrutar en toda su magnitud de las sutilezas  de la secuencia de tensiones y distensiones armónicas que configuran toda obra musical.


   Por lo demás, al popularizarse durante el siglo XIX entre la burguesía, el piano se volvió símbolo de status social, aunque también un medio exitoso para la promoción de obras musicales que no fueron escritas originalmente para este instrumento, pero que lograban una difusión más amplia por medio de las así llamadas transcripciones.  Dos de los representantes más conspicuos de estas tendencias lo fueron los célebres pianistas Frederick Chopin y Franz Liszt, quienes fueron consumados maestros del virtuosismo pianístico, así como comprometidos promotores de las novedades musicales de su época. 

   Por el carácter burgués con el que se ha asociado su desarrollo, el piano ha sido una especie de consuelo a innumerables aficionados a la música, quienes encuentran su satisfacción  no en saber tocar este instrumento sino, cuando mucho, en "acariciarlo". Es decir, esa capacidad de abordar el teclado de tal forma que se haga sonar el instrumento desde dentro, con toda la gama de estos armónicos y que esa maestría técnica sea  instrumento verídico de una expresión musical genuina, éso se da muy rara vez.  El verdadero pianista consciente de los elementos que he mencionado arriba, desarrolla una identificación casi orgánica con su instrumento de expresión.  Así podemos identificar a los grandes del pianismo universal  (Arrau, Lipati, Richter, Kempf, Gilels, por mencionar a algunos de los más trascendentales de la época reciente) por el sonido que obtiene del instrumento y que, finalmente, es su propio sonido.



   El conocimiento de Guadalupe Parrondo siempre me ha recordado a grandes pianistas.  En efecto, la Parrondo es leyenda viva de consumado virtuosismo pianístico tanto en lo técnico como en lo musical.  Esto le ha permitido seducir musicalmente a los públicos más heterogéneos de Asia, Europa y América;  ello no unicamente con obras de repertorio pianístico tradicional sino también con piezas representativas de la producción pianística mexicana, como lo son el "Concierto Romántico", de Ponce, el "Vals Capricho", de Castro, o "A Lápiz", de M. Enríquez.

   Así, esta pianista mexicana confirma también una enorme versatilidad que corrobora de concierto en concierto con una perfección producto de la autoexigencia ,  del rigor, del rechazo a las concesiones de demagogia técnico-artística; perfección que,  en fin, corrobora su consumado sentido de responsabilidad artística. 


   Guadalupe Parrondo constituye uno de los más afortunados encuentros que he tenido en mi vida pues, además, nos profesamos una genuina amistad a prueba de todo.  Es decir, combina la entereza de la exigencia profesional con una generosidad de espíritu que también sabe ser solidario y empático.  He perdido la cuenta de los momentos excelsos que la colaboración musical de Guadalupe Parrondo me ha brindado y quizá sean aún más aquellos en que como espectador he estado extasiado por lo que nos ha ofrecido en la interpretación de algunas de las páginas más exigentes de la literatura solista para piano.  La expresión musical de la Parrondo abarca todo, su dominio del instrumento es tal que el piano nos llega como un instrumento humano que canta y que siente.  Por ello mi reconocimiento y agradecimiento a esta excelsa pianista mexicana.


Si la memoria no me falla, las obras en las que he tenido el privilegio de colaborar musicalmente con Guadalupe Parrondo, son:

HAYDN:  Concierto en Re-mayor
MOZART: Concierto en re-menor
BEETHOVEN: Concierto no. 4, en Sol-mayor
BEETHOVEN: Concierto no. 5, en Mi-bemol mayor, "Emperador"
CHAIKOVSKI: Concierto no. 1, en si-bemol menor
SAINT-SAENS: Concierto en sol-menor
BRAHMS: Concierto no. 1, en re-menor
GRIEG: Concierto en la-menor
PROKOFIEV: Concierto no. 2, en sol-menor
PONCE: Concierto "Romántico"




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