viernes, 8 de septiembre de 2017

Verano memorable en Pommersfelden, Alemania

Los jóvenes MIGUEL GARCÍA RAMÍREZ (volinista) y FRANCISCO MARTÍN GASCA VALDOVINOS (contrabajista), ambos estudiantes de la Facultad de Música-UNAM, me comparten sus experiencias tras haber asistido a la 60ª edición de la Academia Internacional de Verano del Castillo Weissenstein, de Pommersfelden, Alemania, en los recientes meses de julio y agosto:



Verano memorable, 
por Francisco Martín Gasca Valdovinos (Contrabajo)  
Del 15 de julio al 15 de agosto del presente año (2017),  se llevó a cabo la 60ª edición de la academia de verano Collegium Musicum dentro del imponente castillo Weissenstein en Pommersfelden, Alemania, de la cual tuve el enorme privilegio de ser parte junto con otros 6 mexicanos, Mariana Silva (Violín), Alejandro Colín (Violín), Rodrigo Chico(Contrabajo), Miguel García(Violín), Luis Miguel Flores(Clarinete) y como director de la orquesta sinfónica durante la primera semana el Maestro Sergio Cárdenas.
Dentro de la academia tuve la oportunidad de convivir con jóvenes de distintas edades de 30 países diferentes, todos de un altísimo nivel técnico y musical. Fue muy grato conocer a gente de todas partes del mundo y compartir experiencias y vivencias tanto musicales como personales. En la academia se aprende muchísimo de parte de los maestros quienes son músicos que pertenecen o pertenecieron a importantes orquestas europeas, sin embargo, creo que se aprende de igual manera de los alumnos, cada persona tenía algo que aportar a la orquesta sinfónica o a las diferentes agrupaciones de cámara, desde el profesionalismo y seriedad con la que todos los jóvenes tomaban los ensayos y conciertos, hasta su experiencia en orquestas y las distintas formas de concebir el sonido y la música.
En una charla con el director de la academia Jenö Nyari, nos platicaba que uno de los objetivos del Collegium Musicum era la de preparar a los alumnos para la vida profesional introduciéndolos en el ambiente y ritmo de trabajo de una orquesta profesional. Creo que ese objetivo lo cumple a la perfección. Pasé uno de los meses más intensos de mi vida musicalmente hablando: con la orquesta hacíamos tres conciertos por semana con cuatro programas diferentes y con distintos directores; era increíble despertar cada mañana y escuchar, dentro de la tranquilidad del castillo, como calentaban los instrumentistas antes del ensayo de la orquesta sinfónica, por las tardes después de un breve descanso teníamos seccionales y ensayos con los distintos ensambles de música de cámara además del estudio personal, y por las noches podíamos ser partícipes en los excelentes conciertos de cámara que se llevaban a cabo en la hermosa Sala de Mármol.

Sin duda este verano será para mi uno de los más memorables y que más me hayan marcado musical y personalmente, sería magnífico que aquí en México fuera posible contar con academias similares donde los jóvenes podamos tener este tipo de experiencias, confío que en un futuro no muy lejano más estudiantes mexicanos tengan la oportunidad de tener veranos así de memorables.



Miguel García Ramírez (violín) escribió:

Es difícil seleccionar que aspecto es el que más me llenó al haber participado en la academia de verano, pero creo que puedo resumir mi experiencia en tres grandes aspectos:

Primeramente, esta lo musical. Al llegar a la Ciudad de México y al comenzar a contarle a la gente cual fue mi experiencia en ese sentido, me resulto más difícil de lo que yo esperaba. Es difícil el que te crean, al hablar de la facilidad con la que se daban las cosas, en cuanto a la afinación, cuestiones técnicas y, sobre todo, la facilidad con la que fluía la música. Este aspecto es, creo, uno de los que más me impresiono. Afortunadamente para mí, creo haberme contagiado un poco de eso, puesto que en lo que duro la academia, percibí que mi manera de tocar era distinta (espero hacer lo posible porque esa sensación sea perpetua), en mí sonido y al sentir esa inercia de musicalidad que fluía en la orquesta. Creo que esa cualidad que sentía de la mayoría de los músicos se debe a su gran seguridad con la que crecieron. Al menos aquí, veo que la seguridad en sí mismo, es un factor determinante en la labor musical. Hasta ahora es que comprendo cuando nos dicen “Aunque te equivoques. Si te vas a equivocar hazlo con toda la seguridad”. Parce algo simple, pero habla mucho de uno mismo y su postura ante la vida en general.

Otro de los grandes puntos a destacar, es la comunidad que se genera. En resumen, de este punto, entendí que la música es uno de los principales medios (tal vez el mejor) por los cuales se logra conocer a las personas. El tocar y tratar de hacer música no es cualquier cosa. Como nos ha dicho “es una postura ante la vida” y, por lo tanto, creo que es la forma más directa de llegar al corazón de las personas y conocerlos en sus formas más puras. El contexto en el que se esta academia da pie a que propicie la “comunidad”, todos van por su voluntad y con la mejor disposición para hacer las cosas que les corresponden. Estoy profundamente sorprendido de las maravillosas personas que encontré en la academia, personas que nunca juzgaron a nadie y que tenían toda la intención de ayudarte, de estar bien con todos. Me da la impresión de que uno puede aprender más de los compañeros, que, de los maestros asignados de música de cámara, claro, sin menospreciar el trabajo de los maestros.

El último punto que vale la pena mencionar es el factor que definiré como visual. Estar hospedado en un Castillo, conocer las ciudades aledañas como Núremberg y Bamberg, los paisajes de los alrededores y la tranquilidad que se vive estando ahí, son indiscutiblemente toda una experiencia. No lo digo por la relajación y esas cosas, sino por la forma tan distinta de percibir el mundo en general. Al final era un poco tedioso lidiar con tanta tranquilidad, pero pienso que es maravilloso adentrarse en ese tipo de ambientes y mezclarlo con el ejercicio musical. Fue una gran impresión conocer esos lugares con carga histórica y política, ver el cielo nocturno plagado de estrellas, ver los peculiares crepúsculos y los interminables días. Tal vez parezcan minúsculos estos detalles, pero no es algo que tenga que pasar desapercibido.

En conjunto, el pensar en abandonar esa sensación de excelente música, excelentes personas y maravillosos lugares, me deja un gran nudo en la garganta. El hacer música de esa manera y aparentemente de una forma tan fácil, es un privilegio único. Lo que también me hace pensar que, ahí, en la academia, no es el único lugar en el que he tenido este sentimiento de bienestar ante el fenómeno musical. En no pocas ocasiones he conseguido ver más allá de lo cotidiano con la música. La labor que hacemos en la Facultad y en específico con la Orquesta de Cámara CS y la Sinfónica, tiene un gran valor, comparable sin ningún problema con muchas cosas que logre escuchar en Alemania. Este, es un detalle muy importante porque, a pesar de que los que asistieron a la academia tienen una gran soltura al momento de tocar y hacer música, no quiere decir que todo lo que hacen sea lo más adecuado. Sé que es difícil hablar de estos aspectos y por supuesto que yo quisiera tocar por lo menos la mitad de las cosas que tocan ellos, pero considero que la gran mayoría carecía de calidez o de esa entrega que va más allá, y eso pequeños detalles, son algo con lo que sí cuentan nuestras orquestas. Por supuesto que estas orquestas no tienen a cualquier persona como director, pues usted es quien nos impulsa a alcanzar eso que la música nos ofrece pero que no cualquiera obtiene.
Quiero concluir agradeciendo la maravillosa oportunidad que nos brindó al invitarnos a participar en la academia, por su gran persona y por todo lo que nos ha enseñado en estos años. Gracias por tanto y perdón por tan poco.






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