sábado, 7 de noviembre de 2020

Primera presentación de LA PROPIA MANERA DE OÍR EL MUNDO

 Bajo el techo protector de la Facultad Latinoamericana de Teología Reformada (Ciudad de México), el 7 de noviembre de 2020 se llevó a cabo la primera presentación, vía Zoom, de mi libro LA PROPIA MANERA DE OÍR EL MUNDO.



Con la autorización de quienes me honraron con comentarios sobre el libro, reproduzco aquí los textos de sus respectivas participaciones. Mi sincero agradecimiento a la Mtra. Mónica Paola Aguilera, la Mtra. Beatriz Macín y el Mtro. Leopoldo Cervantes-Ortiz. 


Mónica Paola Aguilera Zertuche

   Buenas tardes a todos. Antes de empezar, quiero decir que me siento muy honrada por la invitación que recibí del maestro Sergio Cárdenas para conversar sobre este espléndido libro que hoy se presenta. Me siento también muy agradecida por la compañía de todos ustedes y al mismo tiempo complacida de conocer a los maestros Leopoldo Cervantes y Beatriz Macin a través de sus comentarios sobre este texto.

   Conocí personalmente al maestro Cárdenas en la Escuela Superior de Música del INBAL, en el tiempo en el que él fue director de su orquesta sinfónica, hoy a cargo precisamente de uno de sus pupilos, el maestro David Rocha. A partir de su llegada, la dinámica de la escuela entera se revolucionó y después de más de tres años del feliz concierto que presentamos bajo su dirección en el Palacio de Bellas Artes, nuestros grupos artísticos, orquesta y Cantoría, siguen andando en buena medida por este impulso.

   Dicho esto, doy inicio a la lectura de un breve escrito elaborado con el fin de celebrar la existencia de este libro y la humilde intención de contribuir a despertar el interés de los presentes sobre el mismo.

   En las clases de Historia de la música a las que asistí siendo estudiante de Licenciatura en canto en la escuela antes mencionada, escuché decir al profesor que solo existe una experiencia tan placentera como la de hacer música, la de escuchar música, y que solo existe una experiencia tan placentera como la de escuchar música, la de hablar de música. Concuerdo con él.

   La propia manera de oír el mundo llegó a mis manos como nos llegan muchas veces las cosas buenas, de manera inesperada y en condiciones no deseables, en medio de la epidemia causada por el virus sars cov 2, al que todos nos referimos como COVID19, es decir, en un contexto de aislamiento. A pesar de los estragos que la enfermedad está causando a nivel mundial, no adjudico a este aislamiento un carácter totalmente negativo. Antes bien, me parece que a muchos nos ha dado la oportunidad de dedicarnos a cosas que en el ajetreo de nuestras múltiples ocupaciones nos es imposible hacer. Entre ellas, la lectura. No hablo de esa lectura técnica, pragmática, la que hacemos cotidianamente, por ejemplo, los profesores de música o directores de grupos artísticos. No me refiero a la investigación, el análisis, la traducción, la memorización de textos musicales o referentes a la música que son el pan nuestro de cada día –un ejercicio necesario, sin duda, pero en el que muchas veces queda poco espacio y tiempo para la reflexión–. Hablo de una lectura más sensible, más humana, que a través de este libro me ha permitido de algún modo el placer de hablar de música con el maestro Sergio Cárdenas.

   La variedad de textos contenidos en La propia manera de oír el mundo contempla los de crítica musical, sociología de la música, interpretación, historiografía musical, análisis formal, orquestación, acústica, crónica musical, audiciones guiadas... Una pluralidad de materias nada extraña, si consideramos la vasta experiencia que el autor ha acumulado a través de su carrera en diversos rubros del quehacer musical, adoptando alternativamente el papel de escucha especializado, intérprete, investigador, director, profesor, compositor, crítico, promotor, escritor... Pero no es esta diversidad de aproximaciones a los sucesos musicales, desde mi punto de vista, la mayor virtud de este libro, sino la manera personalísima en la que el maestro Cárdenas nos conduce a través de cada capítulo, unas veces como el profesor amoroso guiándonos a través de un sinnúmero de episodios músicales, otras sencillamente como un entrañable compañero de viaje.

    Sus constantes referencias a disciplinas humanas lindantes con la música, la psicología, la filosofía, la teología, la poesía, diversos géneros literarios... nos recuerdan ese estado ideal del arte, en el que todo está integrado, en el que no existen fronteras entre la emoción y la idea, entre la idea y el movimiento, entre el movimiento y el sonido, entre el sonido y la palabra, entre la palabra y la imagen, entre la imagen y la forma, entre la forma y el espacio...

   En La propia manera de oír el mundo, el autor nos habla del fin último de la experiencia artística, la trascendencia, y lo hace horadando en cada tema. Cava profundo en el análisis de prácticas interpretativas cuyo imperativo es sentar su base en la interiorización significativa del lenguaje musical; en el estudio de la concepción del sonido; en la búsqueda de la propia y más depurada formación musical. Acusa la vigente carencia de condiciones propicias para el desarrollo musical del talento mexicano, ahonda en la percepción del tiempo y la mejor expresión del tempo; indaga en la inexcusable relación «sensible y consciente » entre el compositor y el sonido.

   El maestro Cárdenas nos comparte sus observaciones sobre el universo emotivo de Mozart, Schubert, Tchaikovsky, Rachmaninoff; nos advierte sobre la riqueza que se desprende del escuchar la música con los oídos (y el corazón) abiertos. En al menos cinco capítulos, nos revela apreciaciones inusitadas acerca de la personalidad y genio de Mozart y nos apercibe sobre la gran responsabilidad y honor que implica interpretar su música. Recapitulando el tema del tempo, nos alerta sobre los cuestionamientos a este respecto, que pueden surgir a partir del encuentro con una partitura, por ejemplo, el Scherzo en la 9na sinfonía de Beethoven. Con admirable paciencia, nos explica también algunos de los significados y significantes de las estructuras armónicas y formales en Brahms y de su esperanzadora narrativa teológica en Un requiem alemán; ahonda en la profunda espiritualidad que Bruckner vierte en su música; revela la necesidad de revalorar la obra de Schubert; nos guía por “Las divertidas travesuras” sonoras de Strauss; con renovada emoción nos narra las incomparables interpretaciones de Karajan y Jessy Norman vividas en persona; comparte las reacciones suscitadas por la escucha de su Dios te bendiga, una obra de tal intensidad que en ocasiones puede resultar nociva para la salud; escudriña en el transfondo del subjetivo y siempre cambiante concepto estético de lo “bonito” en la música, cuyo trasfondo hoy en día tiene una perniciosa conexión con los “valores” neoliberales, según los cuáles se es mejor cuando se percibe más.

   Expandiéndose hacia otras disciplinas artísticas, describe el proceso creativo de una notable obra pictórica de Elvira Gascón y del imponente trabajo escultórico de Federico Silva. En su faceta de director, describe proyectos ejemplares como la conformación y trabajo de la orquesta Consortium sonorus que eventualmente nos nutre con sus depuradas interpretaciones. En el ámbito de la gestión cultural, discute sobre la gran responsabilidad del estado y los medios de comunicación en la preservación y difusión del verdadero arte; sobre la vocación artística y cómo es menester que dicha vocación sea provista de una formación íntegra; nos recuerda una vez más el interés que comporta el reconocer a “nuestros” compositores y artistas mexicanos como figuras de primera importancia.

   Por otra parte, nos obsequia un minucioso análisis de la Visión de los vencidos, de Manuel Enríquez; nos invita a romper los cánones establecidos en cuanto al repertorio de la música mexicana, a abrirnos al conocimiento de otras obras que hasta ahora han pasado prácticamente inadvertidas, en especial las de algunos de nuestros más destacados creadores, Candelario Huízar, José Pablo Moncayo, Manuel Enríquez... Por último, nos comparte algunos aspectos sobre la atingente creación de festivales como “SURCO, Jornadas Candelario Huízar de la música de concierto”, y el “Festival internacional Tamaulipas” a su cargo, y de la integración de otros géneros como el jazz en dichos festivales.

   Personalmente, debo decir que este escrito ha motivado la escucha de las obras musicales comentadas. Esta vez y gracias al autor, con nuevos oídos. Asimismo, ha despertado en mí un vehemente deseo de conocer la obra íntegra de su compañero de ideas y emociones, Rainer María Rilke, ojalá sea mediante sus traducciones.

   Probablemente, los que han tenido la fortuna de haber leído ya La propia manera de oír el mundo estarán de acuerdo si afirmo que no puede existir un mejor título para este escrito. Porque en él, el autor desvela los pasajes de su propia historia musical con una honestidad poco frecuente en los medios musicales impresos. Es un corazón latiente cuando se trata de expresar las emociones que suscitan las diversas vivencias musicales, un cerebro batiente cuando considera necesario denunciar las conductas más nocivas en contra del arte. Pero por encima de todo ello, este libro, que felizmente se presenta hoy, nos deja conocer al autor como el artista generoso, completo, capaz de transformar cualquier entorno con su sola presencia y siempre dispuesto para ayudarnos a construir nuevas maneras de oír el mundo.

   Para concluir, felicito a la Facultad Latinoamericana de Teología Reformada por los festejos de su 50 aniversario y le agradezco este espacio para dar a conocer este ya querido libro. Insto a todos los presentes a disfrutar de esta lectura y a redoblar el esfuerzo por difundirlo.


BEATRIZ MACÍN

La propia manera de oír el mundo.

   Mi experiencia en la lectura de este libro ha sido poco tradicional, por decir lo menos. Me explico: es el primer libro que compro en línea y recibo por correo postal. Se trataba de un libro de Sergio Cárdenas y el entusiasmo que sentí hasta que lo tuve en las manos se compara con el de un niño esperando su regalo de cumpleaños. Sabes que va a llegar pero no cuándo. Solo pasaron dos días antes de que empezara a leerlo.

   Fui avanzando y disfrutando desde el primer texto, 'La música como lengua materna', hasta 'Cúspide de un apostolado de la mexicanidad'. 30 de los 41 subcapítulos en los que está dividido el libro. En el número 30, el Maestro Cárdenas incluye la compleja partitura de la Visión de los vencidos, compuesta por Manuel Enríquez Salazar, y hace una descripción detallada de las circunstancias en la que fue escrita. Seguí con mi lectura, terminé el libro, pero regresaba constantemente a esa partitura. Ante mi incapacidad de interpretarla, y fascinada en realidad por el texto, busqué en YouTube las referencias incluidas al final del capítulo.

   Leí, escuché, volví al video y descubrí que estaba aprendiendo una forma completamente nueva, para mí, de transitar por una lectura. Entonces decidí acercarme a Mi propia manera de oir el mundo, otra vez desde su inicio.

   Regresé a los primeros capítulos, los releí y sin cerrar el libro me 'instalé' en el canal de YouTube de Sergio Cárdenas. Había yo disfrutado mucho la lectura, los que seguimos de cerca el trabajo del Maestro conocemos bien el estilo cálido, emotivo y accesible de su escritura. Cuando el tema que desarrolla es más complejo, desde la tinta en el papel, con sus propias palabras, nos ofrece todas las herramientas para ir más allá: recurrir al diccionario si desconocemos un concepto; consultar una enciclopedia o en Google,  dependiendo de las circunstancias y de las mañas, acerca de un compositor, un poeta, una ciudad lejana y ajena, y hasta una ruta ferroviaria en Google maps.

   Sergio Cárdenas nos describe a detalle, con basta información, lo que nos narra. Pero algo tiene que nos impulsa a querer conocer más. Tendría que convertir en libro cada uno de los fragmentos de Mi propia manera de oir el mundo y querríamos más. Entonces nos pica y nos dice dónde buscar. Y ahí fui.

   En mi segundo acercamiento a este libro me acompañó la música, o el video. Regresaba al libro y pausaba el video. Y otra vez el video, solo que ahora observaba mejor los movimientos del director, su postura, su forma de comunicación con su orquesta. Esto después de conocer las sabias observaciones de 'Celi', que Cárdenas comparte con nosotros.

   Y ese fue uno de los textos que más impacto tuvieron en mí. 'Encuentro con Sergiu Celibidache'. No solo nos cuenta de la experiencia de estar frente a un artista de semejante talla; también, desde lo más íntimo, nos confía cómo se sorprende al comprobar que creía conocer una pieza, y termina desconociéndola cuando escucha su interpretación bajo la dirección de Celibidache. Sergio Cárdenas, entonces es capaz de hacer a un lado los sentimientos, la sonoridad en la memoria del corazón para, como si fuera la primera vez, atender, aceptar y recibir la interpretación propuesta por Celi de la 4ta Sinfonía de Brahms.

   Es capaz de despojarse no de lo aprendido, sino de la influencia recibida a lo largo de años de estudios, de maestros y técnicas, de otras formas de reacción ante la música, para saltar de lleno a una nueva y desafiante experiencia.


   A los 25 años Sergio Cárdenas se cuestiona si con la admirable formación académica con la que contaba, ya a tan temprana edad, ¡no habría percibido en su totalidad la riqueza musical, justo en su dimensión que la convierte en humana!

   ¿Cómo alguien llega a semejante cuestionamiento siendo tan joven? ¡Hay tantos que nunca se enteran! Además, lo hace con la modestia necesaria como para empezar de nuevo. Hay que ser Sergio Cárdenas, fácil ¿no?

    A manera de metáfora: después de conocer a Celi, el Maestro Cárdenas detiene su aleteo para plantarse firme en reaprender, lo que de ninguna manera es sencillo.

   Sergio Cárdenas se ha distinguido también por su feroz defensa de los creadores mexicanos, no solo en la música sino en todas las artes. Ha sido víctima del abuso de poder, del intento de desprestigio, de envidias tras envidias, entre otras linduras que padece nuestro medio cultural. Aun así, no detiene su marcha y en el camino va sumando siempre nuevos talentos que cobija bajo su nombre y prestigio y los acompaña leal, siempre leal a su proyecto, a sus alumnos, a sí mismo.

   En otro de sus textos, Una dimensión no lineal, nos deshebra con la paciencia que lo caracteriza las diferencias entre sonido y ruido. Entrelaza la calidad misma de ser humano, de disfrutar de la vida, de reconocerse privilegiado, con los sonidos maravillosos que se manifiestan a sí mismos.

   En otros subcapítulos el Maestro Cárdenas es sumamente crítico, aplica su crítica desde la autoridad que ha adquirido en mil batallas, y las que faltan porque no le paran, siempre hay alguien, y de las que suele salir vencedor y las más de las veces ileso. Hay muchas rutas para enriquecer, dignificar, fortalecer y perdurar políticas culturales en nuestros estados y en nuestro país. Él ha demostrado que las conoce, las domina, y las autoridades deberían dejar el celo y la envidia que como compositor, promotor, profesor, le profesan, para incluirlo, escucharlo, conocer su legado y cuidarlo y protegerlo. ¡Pongan atención, pues!

   En La propia manera de oír el mundo, Sergio nos lleva por un recorrido al centro y espacio de los compositores clásicos más incomprendidos. Su tremenda fuerza creadora los aísla, los somete al abandono que al exprimirse a sí mismos recogen el sumo del propio dolor para 'bendecir' con él al simple humano que no siempre sabe lo que sucede, que no se reconoce como parte del proceso creador, que recibe el regalo y se estremece sin sospechar ni enterarse del desgarramiento que provocó su creación.

   Así como en el parto la madre se parte en dos, siente dolorosamente cómo su cuerpo muta, se desgarra y ahí está el inicio de la vida, y con esa vida inicia otra vida para ella. En ese momento olvida el dolor y acoge a su bebé que, egoísta como es, exige todo, y todo le da.
Solo el que hace arte, el que lo crea, sabe el precio que está pagando por su elección. Sergio Cárdenas está hablando, nos está incluyendo,  nos está compartiendo su inmenso legado musical, literario, de vida, su quehacer como promotor, su enorme valor como Maestro, como amigo. Pongamos atención. A cuidarlo, pues.

   Disfruten Mi propia manera de oír el mundo, inventen su propia manera de leerlo, releerlo, y vivirlo. Como hice yo.

Gracias! 


Leopoldo Cervantes-Ortiz

‘Fe inquebrantable en la música: la propia

manera de oír el mundo’, de Sergio Cárdenas

(fragmento)

Una producción literario-musical en la que un reconocido especialista y practicante de este arte se solaza.

06 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 15:30

En ocasión de la presentación del libro el 7 de noviembre de 2020, como parte de los festejos del 50o aniversario de la Facultad Latinoamericana de Teología Reformada (FLATER)

Las palabras se van aún junto a lo indecible.
Y la música, siempre nueva, desde las piedras más vibrantes
construye en el espacio no utilizable su morada divina.[1]
Rainer Maria Rilke, Sonetos a Orfeo, X, versión de Sergio Cárdenas

Estoy convencido de que la música, cuyo lenguaje inicia cuando se agota la palabra, no requiere explicaciones. Mi intención, que también es mi esperanza, es acercar al lector a la música. Ésta se encargará de lo demás: de cercarlo, de arrobarlo y arroparlo, de colarse a su flujo sanguíneo para, con él, irrigar todo su cuerpo, de trascender ese mismo cuerpo y su cotidianidad, de brindarle beatitud.[2] S.C.

   Luego de algunos años de ausencia en el mundo editorial, sale a la luz un nuevo libro del compositor, director y maestro Sergio Cárdenas que lleva por título La propia manera de oír el mundo. Textos diversos, en cuya portada aparece Música acuática (1981), de Gustavo Aceves, obra plástica emblemática que lo ha acompañado desde hace muchos años y que aparece en su sitio personal. Este volumen se suma a los otros cuatro que, con una periodicidad variable, han marcado el feliz encuentro entre la pluma y la batuta de esta figura central del escenario musical mexicano y mundial: Estaciones en la música (1999), Un rap para Mozart (2003), Una dimensión no lineal (2010) y Amores idos, inconclusos (2013), en los cuales ha recopilado sus frecuentes e iluminadores acercamientos a cuanto llama su atención en el ejercicio de su disciplina. Todo ello sin contar los libros estrictamente musicales. Aquí estamos delante de una producción literario-musical en la que un reconocido especialista y practicante de este arte se solaza, y nos invita a solazarnos, a los legos y aprendices, en la forma en que articula y ha articulado siempre el discurso musical y la expresión escrita en un engarce gozoso y bien redactado para felicidad de quienes amamos las letras y la música también. Quienes amamos la explicación docta y amena de lo que

representa una obra, un autor o una corriente en un contexto cultural amplio estamos de plácemes por esta nueva entrega de Sergio.

                                                          Cárdenas con Sergiu Celibidache.

   Sabedores sus lectores/as de sus gustos, aficiones y obsesiones, cada aparición bibliográfica representa la garantía de sumergirse en los mares de la delicia musical aderezada con el profundo conocimiento técnico, histórico, ideológico y estilístico de las obras y compositores incluidos en sus elucubraciones y sondeos. Mozartiano hasta la médula, sus indagaciones constantes sobre ese monstruo de la creación musical empatan con las obras que conoce de memoria y en las que encuentra deslices y resquicios, asomos y trances, visiones y posibilidades, que solamente él en su infatigable tarea es capaz de traernos hasta la mesa como un manjar pulcramente preparado para educar nuestros paladares ignorantes. Quienes tengan formación musical y, sobre todo, quienes lo han acompañado en tantas de estas lides nos llevan una gran ventaja, ciertamente, pero todos unidos recibimos como un sacramento los textos que Cárdenas nos ofrece con su sapiencia y apetito inagotables. En la cuarta de forros de Amores idos, inconclusos esboza una reflexión sobre los textos que escribe:

Aún a sabiendas de que todo lo que se escriba sobre la música brinda no más que un tenue atisbo de la totalidad de su contenido, con cierta frecuencia me gana la debilidad y emprendo el camino de la escritura ante la necesidad de manifestar lo que pienso, quizás como un intento por dejar clara una postura que aspira a compartir un convicción musical, que pretende inducir al lector a la vivencia musical desde una perspectiva auditiva probablemente diferente. No hay otro camino para experimentar la música que escuchándola de manera viva. Querer experimentar esa vivencia de manera plena exige una apertura auditiva y emocional, libre de prejuicios, para que —como escribe Rilke— la música sea “siempre viva” y siempre nueva.

   Dado que en otro lugar quien escribe estas líneas ha esbozado un amplio retrato biográfico de Cárdenas, salpicado de observaciones colaterales que valoran su genio y los alcances de su trabajo[3], aunque es inevitable recordar rápidamente que ha sido el director más joven de la Orquesta Sinfónica Nacional y el único que ha hecho carrera permanente en Europa (dirigió la Orquesta Mozarteum) y Egipto (en donde dirigió la orquesta principal), además de que ha recibido las más altas condecoraciones que otorga su estado natal[4], este texto se reserva del derecho de concentrarse única y exclusivamente en el placer obtenido al reencontrar artículos ya conocidos, ahora contiguos de otros recientes y que forman así un extraordinario conjunto de 41 textos que se va desplegando durante casi 330 páginas, en cinco secciones. Otra historia consistiría en destacar sus logros como compositor de obras que han sido aclamadas en innumerables países, interpretadas por las orquestas y los directores más importantes. Y otra más, el estudio de sus innumerables traducciones de poesía, especialmente las dedicadas a Rainer Maria Rilke (1875-1926), una especie de “dios tutelar” que ha ejercido enorme influencia en sus no solamente ideas musicales (y a quien dedicó iluminadoras páginas en Un rap para Mozart), de soberbia factura, algunas de cuyas muestras aparecen en este libro, aunque en su blog (onomatopeyadeloindecible.blogspot.com) se incluyen libros completos, como las Elegías duinenses (1923). Ahora, en “Vibración que arrebata, consuela y ayuda” (2020), escribe: “Rilke parece decirnos que la música que nos arrebata, consuela y ayuda, existe desde que la poderosa interiorización de lo vivido, se manifestó temblando (vibrando) en el espacio vacío y, con ello, trasladó la vibración al espacio vacío mismo” (p. 59).
                                         Sergio Cárdenas con Roger Wagner, Princeton, NJ, 1972

   Esa estructura permite apreciar las zonas que atiende Cárdenas en cada sección: La propia manera de oír el mundo (8 textos); Hitos de la música (11 textos); Algunas vivencias (9 textos); Música mexicana de concierto (6); y Festival Internacional Tamaulipas y otros proyectos (7). La combinación de enfoques es rica y permite apreciar los diferentes niveles de lectura que propone el autor. Acaso la mezcla de elementos de divulgación musical, de análisis ideológico y cultural, de experiencias laborales y el recuento de tareas realizadas favorece que, al tener acceso al panorama planteado, el acompañamiento de la lectura va alcanzando progresivamente un primerizo “estado de beatitud” a que se refiere el autor en otros lugares. Los párrafos se suceden siempre con ese objetivo en mente, pues tal como le aconteció a Juan Villoro al presenciar a Cárdenas conduciendo la Orquesta Filarmónica de Querétaro: “Aunque había escuchado sus grabaciones y sus conciertos en la Sala Nezahualcóyotl, sólo entonces comprendí que Sergio Cárdenas dirige como quien encabeza una cruzada. La adversidad le parece un magnífico pretexto para divulgar su fe”[5].

   Entre los artículos ya publicados, hay que ver bien de cuáles se trata: para empezar, nada menos que “La extensión de la fe mozartiana” y los dos dedicados a Brahms (“Brahms o el largo camino de la luz” [“A más tardar en el compás 477 del primer movimiento de la Sinfonía no. 2, en Re-mayor, op. 73, de Johannes Brahms, estará llorando quien ha oído hacia dentro de la obra, concentrado o cautivado irremediablemente por la oscuridad precedente. ¿Por qué llorar cuando llegamos a ese pasaje in tempo, ma piú tranquillo? ¿Es tristeza? ¿alegría? ¿decepción? ¿nostalgia? ¿triunfo o fracaso?”, p. 97]y “Brahms, exegeta de la esperanza”), quizá los textos con mayores alturas en toda la obra escrita de Cárdenas. ¿Por qué la afirmación tan categórica? Porque Sergio se ha sumado a la estela de grandes autores teológicos y filosóficos (Karl Barth, Hans Küng y Emil Cioran, entre ellos) que han celebrado con justeza y arrobamiento la obra mozartiana. Sus palabras van precisamente en esa línea, esto es, mediante una estrecha cercanía entre los argumentos teológicos y los estrictamente musicales, con absoluto conocimiento de causa, como cuando se refiere al Réquiem:

   La fe mozartiana descrita en las dos cartas citadas arriba está muy alejada de la idea del catolicismo barroco de recurrir al miedo del cristiano ante un Dios terrible que se vengará de sus detractores el día del juicio final. Por ello, el Dies irae si bien contiene una gran carga dramática, así como una gran agitación en su estructura, me parece más una expresión de aquella absoluta confianza de Mozart en Dios, quien lo redimirá en el juicio final. Esta postura se refuerza en el Rex tremendae en el que Mozart describe la grandeza divina, muy semejante a las visiones del profeta Isaías, contraponiéndole la pequeñez de él mismo ante esa grandeza (p. 88).

   Y, además, lo delicioso que resulta leer cómo se movía el músico austriaco entre las formas litúrgicas católicas y protestantes. También reaparecen ahora: “Bruckner: en busca del alma perdida”, “Una dimensión no lineal” (“...un tempo es un devenir, es decir, es un fenómeno vivo con sus atribuciones y características, mismas que un metrónomo sólo puede destruir o eliminar. Por ello sostengo en mi ‘Credo’ que ‘la música es tiempo sustraído del tiempo’. [...] la vivencia musical es una vivencia trascendental y revelacional, tan incuestionable en su dimensión que llevó a Beethoven a decir que ‘la música es una revelación superior a todas las filosofías’: es algo que nos revela nuestro verdadero día, que lo vivimos en una dimensión no lineal”, pp. 41, 43, énfasis agregado), “Un juego de fuerzas puro” (“Exacto: nuestra conciencia estará en condiciones de vivenciar la música, de vivenciarla de manera simultánea en esa dualidad de realidades que son lo interior y lo exterior de nuestra existencia, sólo cuando el fenómeno musical ‘habite’ el espacio”, p. 51), etcétera. Sin olvidar los persistentes artículos que sigue dedicando a su gran maestro de dirección orquestal Sergiu Celibidache (1912-1996), como “Disipador de tinieblas” (2018), evocación entrañable de su magisterio en la que los detalles del aprendizaje perdido hasta el encuentro con él, son capaces de quitar el aliento. Entre las novedades hay textos de primera línea, como el que da título al libro, “Mostrar la propia manera de oír el mundo”, acerca de la aportación musical de México al mundo y otros aspectos.

   La sección “Algunas vivencias” depara magníficas sorpresas como es el caso del correspondiente a la pintura Cristo-hombre, de Elvira Gascón, sobre la cual le preguntaba a Sergio hace algunas semanas, y cuya reconstrucción de sus características, pero sobre todo de la aportación estética de esta artista de origen español es imperdible. [...]

   Recapitulando, esta nueva aportación escritural de Cárdenas funciona de manera excelente para apreciar cómo reconstruye su periplo vital a partir de su labor como músico en todos los sentidos, es decir, como alguien que existe y sobrevive (lo uno por lo otro) gracias a ese don desde el cual experimenta la vida y el mundo. Su valor reside en la apropiación diacrónica y sincrónica de los grandes instantes vividos, de los cuales da fe armoniosamente en este volumen. Y aún debemos esperar otros logros similares en el futuro. Ésa es nuestra esperanza. Por mi parte, concluyo con unos versos a propósito de una imagen de este gran director en acción.


ESTABLECEN. ADVIERTEN. SOMETEN.

Ojos que marcan el rumbo de la música, que la encaminan en su paso por el mundo.

Ojos poseídos por la pasión de las notas distribuidas entre el caos cotidiano.

Ojos que ordenan el paso,
el ritmo de los sonidos bienamados
por los que se transita en busca del misterio.

Ojos que saben el destino de la música en el tiempo.

(Ojos de Sergio Cárdenas, 2018)

Notas

[1] S. Cárdenas, La propia manera de oír el mundo. Textos diversos. México, 2020, p. 52.
[2] S. Cárdenas, “Advertencia”, en Estaciones en la música. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999 (Lecturas mexicanas, cuarta serie), p. 15. Énfasis agregado.
[3] Cf. L. Cervantes-Ortiz, “Los hijos de Lutero en México: un recuento histórico con nombres”, en C. Mondragón González y C. Olivier Toledo, coords., Minorías religiosas: el protestantismo en América Latina. México, UNAM/CIALC, 2013 (Política y sociedad en América Latina y el Caribe, 17), pp. 257-264; y “Entrevista a Sergio Cárdenas”,
en Protestante Digital, 8 de enero de 2016.
[4] Cf. José David Cano, “Sergio Cárdenas... más íntimo que nunca”, en Forbes México, 4 de diciembre de 2015.
[5] J. Villoro, “Prólogo pielroja”, en S. Cárdenas, Estaciones en la música. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999 (Historia), p. 11. Énfasis agregado.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - ‘Fe inquebrantable en la música: la propia manera de oír el mundo’, de Sergio Cárdenas (fragmento)  (https://protestantedigital.com/ginebra-viva/57387/fe-inquebrantable-en-la- musica-la-propia-manera-de-oir-el-mundo-de-sergio-cardenas-fragmento) 












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