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Nada en mi vida está separado de la música: Sergio Cárdenas
El director de orquesta y compositor es Premio Nacional de Artes y Literatura 2021.
Septiembre, 2022
Creación. Difusión. Educación. Preservación. Esos son los campos en los que ha estado activo desde que dirigió por primera vez un concierto público en diciembre de 1965. Sí: don Sergio Cárdenas es, hoy por hoy, uno de nuestros máximos representantes de la cultura musical en México. Director de orquesta, compositor, escritor y docente, don Sergio ha sido galardonado con el Premio Nacional de Artes y Literatura y, recientemente, el gobierno de su natal Tamaulipas lo nombró Tamaulipeco del Año 2022. Ambos reconocimientos —y, desde luego, su enorme trayectoria— nos han servido de pretexto para buscar a este hombre siempre generoso y afable. El periodista y escritor Víctor Roura ha conversado con él.
No sólo se ha sumergido en la composición sinfónica como pocos creadores en el país, con más de centenar y medio de piezas de su autoría, sino ha fundado asociaciones orquestales y elaborado planes magisteriales de música en academias nacionales; de igual modo, como no había sucedido, ha sido el propiciador de discusiones éticas sobre las burocracias culturales en México actuando en consecuencia con dignidad desacostumbrada en el funcionariato cultural mexicano. También ha estado encargado de ajustar cuentas pendientes en las cobranzas por la difusión de la música sinfónica mexicana en los medios electrónicos que sistemáticamente se habían, o se han, negado a hacerlo por considerarlo un asunto menor o, de plano, sin importancia.
Es Sergio Cárdenas, quien a un año de haber festejado su septuagenario (el 17 de junio de 2021), es ahora celebrado con el merecido Premio Nacional de Artes 2022, el mismo que en 1947 —dos años después de que comenzara a entregarse este galardón por decreto presidencial de Manuel Ávila Camacho— recibiera Manuel M. Ponce, Candelario Huízar en 1951, Carlos Chávez en 1958, Blas Galindo en 1964, Rodolfo Halffter en 1976, Manuel Enríquez en 1983, Mario Lavista en 1991, Manuel de Elías en 1992, Jiménez Mabarak en 1993, Federico Ibarra en 2001, Luis Herrera de la Fuente en 2005, Gutiérrez Heras en 2006, Carlos Prieto en 2007, María Teresa Rodríguez en 2008, Arturo Márquez en 2009, Arón Bitrán en 2012 y Gabriela Ortiz en 2016. Aunque es difícil de creer, el Premio Nacional no se le concedió jamás a Pablo Moncayo, quien murió en 1958, trece años después de que diera inicio esta entrega, no tan justa que digamos (por eso he apuntado el caso de Moncayo), de reconocimientos, cuya elección este año ha sido afortunada al honrar a un creador que se ha opuesto a todas las medidas coercitivas que luego reinan en las atmósferas culturales.
Con este “mexicano ejemplar” —en palabras de la Secretaría de Cultura que lo ha designado Premio Nacional de Artes y Literatura 2021, mismo que le será entregado en los últimos meses de este año aún sin fecha dispuesta, por su “singular trayectoria como creador, director musical, pedagogo, promotor cultural y fundador de importantes agrupaciones musicales”— es la conversación, que revela cuán grande es, ha sido, la estatura de este compositor, director de orquesta, difusor de la música, pedagogo y autor de libros sobre asuntos musicales.
La teología, descartada
—¿En qué preclaro momento se percató usted de que su camino se dirigía hacia la música? ¿Qué edad tenía y por qué esa elección, qué o quién lo hizo elegir esa ruta, un músico en especial, una persona en particular?
—Mis primeros contactos con la música clásica se dieron a través del canto coral: en los años de mi infancia llegó a mi natal Ciudad Victoria un director de coro de firmes convicciones musicales e interesante poder de convocatoria, don Fernando Gaspar Landeros. Procedía de Cuernavaca, según dijeron. Varios familiares míos, por el lado materno, tenían hermosas voces, por lo que lograron ser integrados al coro que el profesor Landeros organizó. Mi madre disfrutaba mucho de escuchar los ensayos, que tenían lugar por las noches, dos veces por semana, en algún templo de la ciudad. Yo la acompañaba y, de tanto oír los ensayos, me aprendí de oído un buen número de obras corales de ópera, oratorios, villancicos navideños, etcétera.
“Cuando contaba 13 años de edad fui aceptado en el coro de mi iglesia, dirigido con entusiasmo por Oralia López. Ahí amplié mi conocimiento de obras corales, entre las que destacaron coros y arias del oratorio Mesías de Haendel y cantatas del compositor estadounidense Petersen. Para la Navidad de 1965, a mis 14 años de edad, ya la directora López había emigrado y no teníamos posibilidades de tener nuestro ya para entonces tradicional concierto navideño, por lo que sin mayores preámbulos procedí a organizar a los niños de mi iglesia y formé un coro infantil, con el propósito de brindar el concierto de Navidad. A los 15 o más niños, de apenas unos cuantos años menos que yo, les enseñé todos los villancicos que me sabía, en especial los aprendidos de oír los ensayos corales. Todo lo hice de oído, pues apenas podía yo tocar unas teclas al piano. Así que, de manera aleatoria, dividí el grupo en dos partes pidiendo a una de las partes que guardaran silencio mientras la otra aprendía lo que yo les cantaba. Y así a la inversa. Luego juntábamos las dos partes y podíamos presumir de cantar algunos villancicos a voces.
“Ni idea tengo yo ahora de cómo salió aquel concierto navideño que ofrecimos ante un templo lleno de los feligreses y amigos. Días después, cuando la profesora López regresó a tocar los himnos en el culto de fin de año, cuando pasé a saludarla, algunas personas también se acercaron y le comentaron a la profesora lo del logrado concierto. Recuerdo que el comentario de la profesora López fue:
“—Ahí se comprueba que nadie es insustituible.
“Ese fue mi debut como director musical, sin habérmelo jamás propuesto y, menos aún, sin pensar en algún día dedicarme de manera total a la música.
“Al verano siguiente, al terminar la secundaria, alcancé a mis padres en la Ciudad de México, donde se habían mudado un año antes. Para entonces, mis aspiraciones eran las de ingresar al seminario para estudiar teología, esperando algún día llegar a ser pastor. En el seminario me negaron el ingreso porque yo aún no había cursado la preparatoria. Dado que en el mismo seminario tenían un Departamento de Música Sacra y a ese Departamento sí se me permitía la entrada, decidí inscribirme y, a la vez, inscribirme en la Preparatoria número 6, de la UNAM, en el turno vespertino. Por tres años, mis días semanales consistieron en clases en el Departamento de Música de 8 a 13 horas, y en la preparatoria, de 16 a 22 horas. Como las luces del dormitorio en el que residí las apagaban a las 22:30 horas, aprendí a estudiar con la luz de los focos de la calle.
“Mi idea al estudiar música en el seminario fue siempre que ese estudio me sería muy útil cuando yo llegara a ser pastor en alguna iglesia.
“Con ello en mente, procedí los estudios de música en Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos, donde obtuve mi maestría en Dirección Coral, y en Salzburgo, Austria, donde me titularon en Dirección Orquestal con Mención Honorífica. Esto último sucedió en junio de 1975. Tras la ceremonia de graduación de Salzburgo, el rector del Mozarteum, el eminente pianista/liederista Paul Schilhawsky, me llamó a su oficina para hacer de mi conocimiento que tanto él como el Claustro de Dirección Orquestal del Mozarteum habían acordado ofrecerme la dirección titular de la orquesta sinfónica estudiantil de esa prestigiada institución, lo que agradecí más que rebosante de alegría. Contaba yo 24 años de edad.
“Sólo entonces, de repente, tomé conciencia que ya estaba yo totalmente metido en la música y sus entresijos, por lo que di por descartada la aspiración al estudio de la teología”.
Escuela Bíblica de Vacaciones
—¿Dónde queda su Tamaulipas natal en todo este origen suyo musical?
—Como comenté, al concluir la escuela secundaria me mudé a la Ciudad de México; hasta entonces, ya cumplidos los 15 años de edad, mis actividades en Tamaulipas se centraban más en asuntos religiosos. Ya a los 14 años de edad había sido yo director de la Escuela Bíblica de Vacaciones, de mi iglesia, a la que durante dos semanas del verano asistían unos 30 o 40 niños, a los que impartíamos lecciones bíblicas por las mañanas, distribuidos en diferentes grupos, todo coordinado por mí. Yo mismo impartía lecciones a uno de los grupos. Hasta esa época, salvo lo narrado en la respuesta anterior, no tenía yo más actividad musical.
“En ese terreno, mi ciudad natal, como casi todas del estado, eran una suerte de desierto musical, al menos en el terreno de la música clásica”.
La música es Dios
—Aunque usted no lo diga, Sergio Cárdenas fue entonces un niño prodigio de la música que no se percataba de ello acaso por su honda fe religiosa. ¿Sus primeras lecturas fueron bíblicas?, ¿de ahí nació su inclinación literaria, su futuro gusto por al poesía, su propia manera escritural? De no haber sido por su (¿intuición?, ¿disciplina?, ¿fervor?) dedicación a la música, tuviéramos, en lugar de un connotado músico, a un párroco al servicio de las ideas religiosas. ¿En algún momento de su vida, por ciertas situaciones, se ha arrepentido de no haber continuado en la ruta religiosa?
—Desconozco los criterios exactos para definir a alguien como “niño prodigio”. Lo cierto es que de manera alguna me he asumido como tal. Sí, en aquellos años estaba yo, lo que se dice, “muy metido” en la iglesia: no me perdía ninguna de las actividades a las que éramos convocados. Recuerdo que hacia los 8 o 9 años de edad organizaba en la casa “cultos religiosos”: colocaba sillas en hileras, mis familiares eran convocados a sentarse ahí, les leía pasajes bíblicos, cantábamos himnos, quizás explicaba (a mi entender) algún pasaje. En el verano de 1964 estuve una semana en la Ciudad de México tomando un curso intensivo de iniciación teológica en el Seminario Presbiteriano, ubicado en Coyoacán, al que regresé poco tiempo después como ya mencioné.
“Claro que mis lecturas extraescolares se centraban en la Biblia, que llegué a conocer muy bien, pudiendo recitar de memoria muchos pasajes. Si bien tanto en la escuela como en la iglesia nos enseñaban poemas (que a veces aprendíamos de memoria y recitábamos en público), recuerdo bien una serie de sermones que nuestro pastor dedicó al Cantar de Cantares, subrayando aspectos poéticos e incluso sensuales.
“En alguna ocasión, estando ya en la escuela secundaria, en la semanal ceremonia de honores a la bandera se incluyó la participación de una joven (actriz, supongo) que con gracia y seducción nos recitó un poema (¡del que he lamentado mucho no recordar más datos!) que, lo recuerdo bien, me sacudió mucho por lo que consideré el poderío de la palabra poética. No he olvidado mi sentir de aquel mágico momento que me marcó de manera positiva.
“Los años me han llevado a incursionar mucho en la poesía, más aún en lo poético: ¿qué es lo que hace que unas palabras, que son las mismas que todos usamos, se transformen en poesía? ¿En dónde radica esa magia seductora, irresistible? Hace algunos lustros me referí a lo que la poesía ha significado para mí: Revelación de la inmediatez, de aquello que permanece en nosotros; a saber, nuestra porción de divinidad. Ella encamina a una mejor sintonía interhumana y, a la vez, constituye una cierta ración de eternidad que no sólo nos sustrae del tiempo, sino que con ello nos impulsa a un nuevo tiempo al que ingresamos diferentes. Es una vivencia trascendental.
“Ahí hay muchos puntos de coincidencia con el ejercicio artístico de la música. Y justo en esos ámbitos es donde emerge lo místico, lo sublime, lo inexplicable del concepto de lo divino. Por eso he dicho que la música es Dios. Nunca me he alejado de esos ámbitos, aunque ya estoy muy lejos de manifestarme en alguna confesión religiosa. Leo con frecuencia textos filosóficos y teológicos: han enriquecido mucho mis vivencias poéticas musicales, sin duda, aunque no me he arrepentido, en ningún momento, de haberme reconocido como totalmente inmerso en y envuelto por la música.
“Lo he manifestado a través de mi Credo:
“La música es tiempo sustraído del tiempo.
“Su morada es el espacio.
“Su lenguaje, la vibración.
“Su sonido, memoria de terrenalidad.
“Su canto, mirada que atrapa.
“Su voz, silencio que acalla.
“Su ser, la plenitud.
“La música es un misterio.
“En algún momento,
“por un momento,
“ese misterio nos es revelado.
“Es una revelación
“cuya fugacidad perturba,
“cuya plenitud envuelve y nos posee.
“Es un acontecer que cuestiona y desnuda,
“que remite a Dios.
“La música es Dios.
“¿Habrá quien resista su presencia?”
Los juegos sucios culturales del INBA
—Lo cierto es que esta incursión al orbe religioso lo ha formado a usted en un músico completo: compositor, director orquestal, docente, promotor cultural, fundador de carreras y asociaciones musicales. Después de su estancia en Austria, ¿cómo fue el retorno a México?, ¿fue complicado internarse en el ámbito sonoro del país, tuvo trabas o la situación transcurrió con fluidez debido a su preparación y experiencia musicales? Que yo sepa, usted ha sido el director más joven que ha tomado la batuta de la Orquesta Sinfónica Nacional y el único conductor de ésta que la ha abandonado por conflictos burocráticos, algo no acostumbrado en las actividades culturales donde los creadores prefieren guardar silencio para continuar en el presupuesto oficial…
—La estancia en Salzburgo fue tremendamente afortunada para mí; atesoro mucho todo lo vivido en esos seis años maravillosos (1973 a 1979). En esos años mi formación se centró en el repertorio europeo. Cursé sólo un año la carrera de canto centrando mi atención en el ciclo de canciones Dichterliebe (“Amor de poeta”) de Schumann sobre poemas de H. Heine. Lo aprendí completo.
“A la par, había yo iniciado el estudio de la Dirección Orquestal y logré, tras pocos meses, presentarme con sonado éxito en conciertos públicos de la orquesta de la hoy Universidad Mozarteum. Uno de esos conciertos, hacia finales del año lectivo, fue presenciado por mi profesor de canto, el húngaro Andor Kaposy. A la semana siguiente, tenía yo con él la última clase del año. Al llegar me dijo, sin preámbulo alguno:
“—Mire, señor Cárdenas, estuve en su concierto de la semana pasada, lo felicito mucho. Ahí pude platicar con su profesor de dirección orquestal, Gerhard Wimberger. Reflexionamos sobre su desarrollo y sus inocultables posibilidades en el podio, por lo que acordamos que a partir de ahora usted sólo va a seguir los estudios de dirección orquestal y a olvidarse de los estudios de canto.
“Me impactó mucho la comunicación de lo decidido por mis profesores; me sentía halagado y, a la vez, pasado por alto en el ejercicio de mis derechos: ¡no tuvieron a bien preguntarme si estaba yo de acuerdo o no! A la vuelta de los años, entendí que había sido una decisión afortunada, con mucha consideración por mí y con la intención de impulsarme en el camino al podio. Lo he agradecido toda la vida.
“Ese primer año en Salzburgo me la pasaba con gripes, ronco de la voz, etcétera, por el nerviosismo que me generaba el estudio del canto en un entorno que estaba nevado de octubre a abril. Con todo, no había yo considerado abandonar la carrera de canto, ¡pero pues me la abandonaron! Para cerrar con broche de oro esa etapa, decidí ofrecer un recital de canto en la sala de conciertos del dormitorio que me albergaba: el Castillo Frohnburg, en las afueras de Salzburgo (ahí se filmó parte de la película La novicia rebelde), que era la residencia de estudiantes del Mozarteum. Canté tres cantatas para barítono y ensamble instrumental, de G. Ph. Telemann, y el ciclo Dichterliebe. Tuve mucho éxito, pero ahí mismo anuncié que terminaba mi incursión en el canto.
“Sin embargo, fue precisamente ese año de estudios vocales y los anteriores que había cursado en Princeton (Estados Unidos), que fueron una enorme ayuda en los años subsecuentes al trabajar con ensambles corales y solistas vocales de toda índole. En años recientes estuve evaluando impartir un diplomado para cantantes y pianistas sobre el hermoso ciclo de canciones Winterreise (‘Jornada de Invierno’), de F. Schubert sobre poemas de W. Mueller. Al precipitarse diversas circunstancias adversas, el proyecto no se pudo llevar a cabo.
“Puedo decir, por lo tanto, que cuando asumí la conducción de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, en mayo de 1979, por invitación del Instituto Nacional de Bellas Artes, contaba yo con una sólida preparación en distintos campos musicales, vocales e instrumentales. Además, la nutritiva experiencia con Celibidache, a partir de marzo de 1977, me modificó de manera plena en lo que hasta entonces habían sido mis concepciones musicales y consolidó con fuerza lo relativo a la dirección orquestal. Asimismo, durante al menos los dos últimos años de estancia en Salzburgo, me había yo dedicado a estudiar a fondo el repertorio del canon sinfónico europeo y contaba con el haber sido el primer mexicano (¡y único hasta la fecha!) que ha llegado a ser finalista de un concurso internacional de dirección orquestal: el Hans Swarowski, de Viena, en el que estuvieron como jurados, entre otros, Claudio Abbado y Michael Gielen.
“Pero tenía yo una carencia muy importante: desconocía el repertorio orquestal mexicano (¡ni el Huapango, de Moncayo, lo conocía!), lo cual era un gran handicap al estar al frente de la institución orquestal que más música mexicana (creo que hasta la fecha) había expuesto y difundido. Pero eso mismo me permitió descubrir el fascinante y variado mundo de la música mexicana de concierto, cuya difusión ha sido una de las marcas a lo largo de mi devenir.
“Cuando dirigí el concierto inaugural de mi primera temporada como director artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, el concierto abrió con el hermoso poema Bosques, de Moncayo. Este notable compositor jalisciense había sido el primer director de la OSN; su obra Bosques contaba, entonces, con muy pocas exposiciones públicas, motivos por los que decidí que la temporada abriera de esa manera, para fijar rumbo artístico.
“Viniendo de Austria, no pocos pensaron que yo podría tener un comportamiento dictatorial (¡en un pueblo cercano a Salzburgo nació Hitler!). Quizás el entonces director general del INBA, licenciado Juan José Bremer, pensó lo mismo de mí, pues cuando íbamos rumbo al Teatro Regina para presentarme con la OSN (9 de mayo de 1979) me dijo:
“—Sergio, le voy a pedir un favor: no vaya a ser usted tan prusiano con la orquesta.
“Tuve mucha suerte de estar con la Sinfónica Nacional esos años, pues muchos de sus integrantes más destacados habían tenido la fortuna de ser integrantes de la Filarmónica de la Ciudad de México de aquellos años, que había sido fundada por Juan José Osorio (padre de Jorge Federico Osorio) para que Celibidache la dirigiera: era imposible que Carlos Chávez, entonces titular de la OSN, invitara a dirigir a Celibidache. Esos músicos que tocaron con Celibidache, según ellos mismos me contaron, habían sido corridos de la OSN por Chávez, pues no daban el ancho. De ellos aprendí mucho, lo que recuerdo con agradecimiento.
“Renuncié a la dirección artística de la OSN/Mex el 4 de septiembre de 1984. A finales de junio anterior se celebró en el Palacio de Bellas Artes la Asamblea para elegir la nueva delegación sindical. Los grupos artísticos del INBA habían manifestado que votarían a favor de la propuesta de la CNTE: cuando llegaron al Palacio fueron recibidos con gases lacrimógenos y otras linduras. Acto seguido, decidieron instalarse en plantón en el pórtico del Palacio: se alternaban la OSN, la OTBA, la OCBA, los coros, etcétera. Esto sucedió en la última semana de junio, que en la programación de la OSN/Mex contemplaba la realización del tradicional Concierto para la Academia de Artes. La OSN/Mex no se presentó a los ensayos en el Teatro Regina, pues tocaban en el plantón del pórtico. Uno de esos días, integrantes de la OSN/Mex me invitaron a que los dirigiera ahí en el pórtico: no podía yo, de manera alguna, dejar de apoyar a mi gente. Así lo hice.
“Esa muestra de solidaridad mía para con los integrantes de la OSN/Mex enfureció de tal manera a las autoridades del INBA que el jueves de la semana, toda vez que la OSN/Mex no se había presentado a cumplir con las actividades asignadas (ensayos para la Academia de Artes) durante cuatro días consecutivos, me llamaron de la dirección de personal del INBA para pedirme (casi: darme la instrucción) que levantara yo a toda la orquesta un acta por abandono de empleo. Eso habría significado el cese de toda la orquesta, estrictamente hablando. Pero intuí que era una jugada para quemarme de manera brutal con la orquesta, pues si yo hubiera cumplido con la petición el INBA aparecería como el salvador de la orquesta y haría que se lanzaran contra mí por haberles levantado el acta. Decidí, entonces, hacer una circular dirigida a los integrantes de la ON/Mex en la que les comunicaba que, a partir de la fecha, se daba por iniciado el periodo vacacional de verano de la orquesta. Le puse fecha del día anterior.
“Ante este fracaso conmigo, las autoridades esperaron el regreso de la orquesta de las vacaciones para emprender una campaña de intrigas y desprestigio en mi contra hacia el interior de la orquesta. Los mandaban llamar al Palacio y les decían que ellos tenían toda la intención de ayudarlos, de mejorar sus condiciones laborales (salarios, prestaciones, etcétera), pero que yo me oponía de manera tajante. No faltó quien creyera esas ofertas irrealizables (por la estructura misma del INBA) y apoyó los propósitos de echarme de la OSN/Mex. Me informaron que, incluso, habían planeado una quemazón de mí en el primer concierto que dirigiera en el Palacio. Al ver que ya no contaba yo con las condiciones necesarias para continuar al frente de la OSN/Mex decidí renunciar, informando de ello, en primer lugar, al secretario Reyes Heroles. Así que mi renuncia culminó la furia de las autoridades contra mí, pues no lograron sus objetivos, lo que se comprobó por el bloqueo de décadas que el INBA me aplicó.
“El centralismo un tanto represor del INBA se notó cuando, a los pocos días de darse a conocer mi renuncia, las orquestas que con anterioridad me habían invitado como director huésped cancelaron las invitaciones. El gobierno municipal de Oaxaca, Max, en sesión oficial de Cabildo, acordó por mayoría otorgarme la Medalla de Oro de los 450 Años de la Fundación de la ciudad. Cuando informaron sobre ello, del INBA les hablaron para amenazarlos que si consumaban sus propósitos conmigo nunca más les mandarían apoyos. Hasta la fecha, esa Medalla no me ha sido entregada”.
En la espera de una decisión académica
—Atrocidades culturales desde el interior de las burocracias institucionales, don Sergio, incluso perpetradas, lamentablemente, por la propia gente de la cultura que a veces se excede en sus privilegios, como ocurriera con algunos atrilistas; pero usted continuó en su empeño musical al fundar una sinfónica en Querétaro que también, tengo entendido, le pagó mal. Sin embargo, en el extranjero lo llamaron para dirigir diferentes orquestas: en Alemania, en Estados Unidos, en Egipto… lo mismo como director huésped que como titular. Luego fundó la Facultad de Música en la UNAM que igual, por infundios o por envidia, acabó aquella academia por desterrarlo de sus aulas. ¿La honorabilidad no se perdona en los asuntos culturales del país?
—Poco más de un mes después de haber renunciado a la OSN/Mex, mi dilecto amigo, el finado Julio Martínez Nájera, me convocó a una cena en la que (¡qué coincidencia!) estuvo presente su amigo Óscar Oliva (hoy Premio Nacional de Literatura 2021) y otros integrantes de La Espiga Amotinada. Martínez Nájera había asistido con frecuencia a mis conciertos con la OSN/Mex en el Palacio de Bellas Artes; también estuvo en conciertos que dirigí en el Festival de Verano de la OSN/Mex en Aguascalientes.
“En la referida cena, Martínez Nájera me comentó:
“—Si mi jefe en Gobernación resulta candidato a la gubernatura de Guanajuato, haremos allá una orquesta que tú dirigirás.
“Unos días después de esa cena, partí para Europa, sin concierto alguno en la bolsa, en busca de nuevos derroteros. A principios de enero de 1985 acepté una invitación del embajador mexicano en Dinamarca, Sergio Mota, también amigo de Martínez Nájera. A los pocos días de estar en Dinamarca, el embajador me comentó que había llegado un telex informativo de la Secretaría de Relaciones Exteriores con la noticia de que el jefe de Martínez Nájera había sido “destapado” por el PRI como su candidato a la gubernatura de Guanajuato. Se trataba del licenciado Rafael Corrales Ayala.
“Corrales Ayala ganó las elecciones y pudo tomar posesión de la gubernatura en septiembre de 1985. Martínez Nájera se convirtió en su secretario particular. Para entonces yo había iniciado mis actividades como director titular de la Sinfónica de Hof (Alemania), posición que había alcanzado al ganar el concurso internacional que se convocó para tal efecto, concurso en el que participaron otros 100 directores de varios continentes. Martínez Nájera me pidió que regresara a México en la primera oportunidad posible para tratar el punto de la nueva orquesta con el gobernador.
“Esto sucedió en la segunda quincena de diciembre de 1985. Viajé a Guanajuato, me entrevisté con el gobernador y para enero de 1986 ya se estaba publicando la convocatoria a músicos para integrar la Filarmónica del Bajío, que inició actividades con el concierto inaugural del 21 de agosto de ese año, en el Teatro Juárez, de la capital guanajuatense, con obras de Chávez, Beethoven, Mussorgski-Ravel y el estreno mundial de la hermosa versión orquestal que realizó la compositora mexicana Alicia Urreta de Caminos de Guanajuato, del héroe local José Alfredo Jiménez. Por cierto: esa versión orquestal fue la última composición musical de Urreta, quien falleció pocos meses después. Dedicó la obra a la Filarmónica del Bajío.
“En el concierto inaugural de la Filarmónica del Bajío, Corrales Ayala logró la presencia del entonces secretario de Educación Pública, Miguel González Avelar, y de los directores Fernando Lozano, Eduardo Mata y Enrique Bátiz. El proyecto original de la orquesta se dio como primera actividad del programa de Nuevas Orquestas, de la SEP con la colaboración de los gobiernos estatales de Aguascalientes y Querétaro. Por distintas razones de índole política y de logística, fue finalmente el gobierno estatal de Guanajuato el que asumió en solitario el sustento de la orquesta.
“Cuando en las elecciones estatales de 1991 ganó Ramón Aguirre la gubernatura, diversas circunstancias lo orillaron a renunciar a ella y se impuso a Carlos Medina Plascencia, del PAN, como gobernador interino. Este junior, de triste memoria, a pesar de que él mismo propuso al H. Congreso del Estado la partida presupuestal para la Filarmónica del Bajío del siguiente año (1992), lo que la Legislatura aprobó por unanimidad, el 28 de enero de 1992 firmó el decreto por el que su administración se desentendía de la obligaciones para con la Filarmónica del Bajío, lo que generó una ola de protestas a nivel nacional, protestas que se prolongaron por varias semanas y que tuvieron como culminación el que don Enrique Burgos García, entonces gobernador del vecino estado de Querétaro, abriera las puertas de su estado y acogiera a la orquesta que tras la malhadada decisión del interino guanajuatense había quedado a la deriva.
“Fue el 10 de abril de 1992 cuando la Filarmónica del Bajío brindó el primer concierto en su nueva sede, la ciudad de Querétaro, exponiendo obras de Revueltas (Redes) y Beethoven (Novena Sinfonía, con la colaboración de los coros Convivium Musicum y de la Escuela Nacional de Música, ambos de la Ciudad de México). Dado que el interino había despojado a la orquesta de toda su infraestructura, recurrimos al apoyo de otras orquestas, cuya aportación hizo posible ese concierto inaugural en Querétaro: nos prestaron atriles, partituras, etcétera, las orquestas Sinfónica Nacional y del Estado de México.
“Poco más de un mes después de ese concierto se constituyó el Patronato de la Filarmónica de Querétaro A. C., que, de inmediato, dio carta de naturalización a la orquesta y la denominó Filarmónica de Querétaro, que este año de 2022 cumple ya 36 años de esparcir sus fértiles resonancias en México.
“Estuve al frente de este magnífico conjunto orquestal hasta mediados de 1997; renuncié porque el PAN había ganado las elecciones estatales de ese año y no quise pasar por lo mismo que pasé en 1992 con el interino de Guanajuato. Pero, sobre todo, renuncié para no ser yo un obstáculo en el futuro de la orquesta, cuyas finanzas pude entregar totalmente sanas y con un historial musical y cultural que aún no ha podido ser superado. Fueron 11 años de fructífera actividad que contó con la colaboración de los integrantes, tanto en Guanajuato como en Querétaro. De hecho, fueron dos integrantes, casi fundadoras de la Filarmónica del Bajío, las que con su activismo en pro de la FilBajío hicieron posible que el ánimo no decayera y que más de la mitad de los integrantes de la FilBajío nos trasladáramos a Querétaro a iniciar una nueva etapa de nuestra orquesta. Mi agradecimiento perenne a Silvia Tejeda (violinista) y Eva Petrany (violista), cuya casi heroica acción aún no ha merecido el reconocimiento que se merecen.
“Los años recientes de la hoy Filarmónica de Querétaro han destacado, según informes de sus propios directores titulares, por el haber logrado ofrecer conciertos acompañando al Mariachi Vargas de Tecalitlán y por haber dedicado conciertos al grupo Queen. Sin más comentarios.
“Con la Cairo Symphony Orchestra (Orquesta Sinfónica de El Cairo), de Egipto, estuve participando durante cinco años consecutivos, como director huésped. En la primavera de 2003 regresé a dirigir un programa con obras de Shostakovich y Orff (Cármina Burana). Estando ahí, un grupo de integrantes de la orquesta me hizo saber que la administración cultural egipcia estaba buscando nuevo director para la orquesta. Que si bien ya había llegado a seleccionar cinco finalistas, todos europeos, me pedían que yo aceptara que me propusieran para que la lista aumentara a seis finalistas. Acepté (¡estaba yo desempleado!) y aceptó la comisión encargada, la cual asistió el concierto. Al finalizar el concierto, esa comisión (que incluía al director del Conservatorio Superior de Música de Egipto, a la musicóloga egipcia más reconocida, al pianista egipcio más famoso, que radicaba en París, y al director de música del Ministerio de Cultura), pasó a saludarme al camerino para hacerme saber que habían tomado la decisión de descartar para el puesto a los otros cinco finalistas y ofrecerme a mí la titularidad de la orquesta que, de inmediato, acepté con gusto y agradecimiento.
“Por aquellos años (y, al parecer, hoy otra vez) Egipto estaba totalmente militarizado. La más alta autoridad cultural del gobierno egipcio era un general del ejército; más de 20 directores de área en ese Ministerio eran también generales del ejército. Pronto empecé a recibir presiones: me llamaba el general X para decirme que quería que su hija pianista fuera solista de la orquesta; en la orquesta, de repente, veía yo en el concierto caras de músicos que no habían asistido a los ensayos: sustituían a otros que se habían ido a otro trabajito (conocido como hueso) donde les pagaban más, etcétera. Luego me enteraba de que se habían programado conciertos de los que yo no estaba al menos informado, etcétera. En mi oficina nunca lograron conectar el Internet; todos los días la respuesta era:
“—En un momento vienen a instalarlo.
“Pasó un año, y nada.
“En fin, estuve ahí sólo un año como director musical y principal. Sí, tuve vivencias muy bonitas, pues la gente es amable y cariñosa; entre los jóvenes egipcios hay muchos con tremendo talento musical. Ahí se estrenaron algunas obras de mi autoría. La crítica, en general, fue muy elogiosa. El entorno administrativo, por desgracia, no lo fue. Además, no entendía yo el idioma árabe, lo que complicaba más las cosas.
“En febrero de 2005, por acuerdo del H. Consejo Técnico de la entonces Escuela Nacional de Música-UNAM, fui invitado a ocupar las cátedras de Conjuntos Orquestales y Música de Cámara a partir del semestre que por esos días había iniciado. Regresé de Alemania en marzo de eso año para integrarme a la ENM-UNAM. Mi primer periodo ahí transcurrió entre febrero de 2005 y marzo de 2018. Han sido muchos los logros alcanzados con los jóvenes talentos musicales de México; de manera especial, destaco las dos triunfales participaciones en el festival internacional de las mejores orquestas sinfónicas juveniles, el Young Euro Classic, de Berlín, Alemania, festival que inauguramos en 2013 y al que regresamos en 2016. En ambas ocasiones, el público berlinés, tan acostumbrado a escuchar las grandes orquestas del mundo (¡empezando por su propia filarmónica!), nos premió con prolongados y frenéticos aplausos (¡más de 20 minutos!) con los que subrayaban la alta calidad de nuestra oferta musical.
“La actividad con la Orquesta Sinfónica Estanislao Mejía no tuvo precedentes en la Facultad de Música-UNAM. Impulsamos a los jóvenes solistas mexicanos (más de 80), a los compositores emanados de la propia Facultad, realizamos giras por distintas partes del país, nos presentamos en diversos recintos de la Ciudad de México, incluimos obras medulares de compositores mexicanos, etcétera. Algo de ello se puede ver en este informe del año 2012: OSENM-UNAM: Recuento de actividades.
“Es importante mencionar que sin el apoyo de la administración central de la UNAM hubiera sido imposible participar en el festival de Berlín. Incluso, en 2013 fue el secretario general de la UNAM, doctor Bárzana, quien dio la orden de que se compraran los boletos de avión para todos los participantes… ¡y para los violonchelos!
“En la actualidad (24 de agosto de 2022) estoy a la espera que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje emita su fallo con relación a la demanda que interpuse por la rescisión arbitraria, veleidosa e ilegal que hizo la directora de la Facultad de Música de la UNAM de mi relación laboral con esta universidad. Estoy convencido que en poco tiempo retomaré mis actividades ahí.
“Mientras, me encuentro rebosante de alegría tras haber sido galardonado con el Premio Nacional de Artes México 2021, en el rubro de Bellas Artes, que significa un enorme reconocimiento a mi devenir a la vez que un atractivo reto”.
“En la historia han sido muy contados los compositores que han podido transitar su vida sólo por medio de su actividad composicional”
—Hay una actividad de la que poco se habla en su larga trayectoria: la del supervisor riguroso de la programación sinfónica en los medios electrónicos como autoridad en la Sociedad de Autores y Compositores. Tengo entendido que, por ejemplo, TV Azteca se negaba a pagar a esta sociedad las regalías por difundir la música de concierto de autores mexicanos, creyendo que las composiciones son un asunto sin importancia. Y hablando de ello, su pieza “Rap para Mozart” ha ascendido en popularidad inédita dentro del campo de la composición clásica. Lleva usted más de centenar y medio de composiciones propias de música sinfónica. ¿Hay espacios para difundir este tipo de música en México?, ¿podría usted vivir de este oficio de compositor si sólo se dedicara a ello?
—En junio de 2007 los socios de la promotora Música de Concierto de México S. C. me eligieron, por unanimidad, como su presidente, posición para la que ellos mismos me han reelecto desde entonces. En esa promotora, fundada por iniciativa de Manuel Enríquez, confluyen varios de los más destacados compositores mexicanos, cinco de ellos merecedores del Premio Nacional de Artes; otra ha sido merecedora de varios Arieles de Plata y del Ariel de Oro, de la Academia Mexicana del Cine; está la obra de don Manuel Esperón y de distintas compositoras y compositores de México: más de 800 obras son las que contiene nuestro catálogo (www.musicadeconciertodemexico.com).
“Entre las encomiendas de esa honrosa posición está la de velar por el cumplimiento de lo estipulado en la Ley Federal del Derecho de Autor y de los distintos lineamientos fijados por la Sociedad de Autores y Compositores de México, S de GC de IP, a la que nuestra promotora está adherida desde su fundación en 1987. No se trata de una tarea que sea entendida a cabalidad por los distintos actores públicos de la vida concertística. Hace algunos años, por ejemplo, el sistema de orquestas Esperanza Azteca estuvo incluyendo en las programaciones de varias de sus orquestas en el país obras de Arturo Márquez. Dimos seguimiento a esa actividad y, llegado el momento, procedimos a enviar una comunicación requiriendo el pago de los derechos correspondientes, como lo marca la Ley. El susodicho sistema no sólo se negó a pagar lo solicitado, sino que su director general giró una orden a todas las orquestas de su sistema para que eliminaran en definitiva las obras de Márquez de sus programaciones, prohibiendo que las volvieran a incluir. Esa arbitraria inmoralidad que atenta contra la cultura nacional se dio en un contexto en el que la H. Cámara de Diputados otorgaba anualmente más de 800 millones de pesos (es la información que logramos recabar) a ese sistema para apoyar su labor cultural nacional. He tenido que lidiar con varios casos similares, incluso con instancias gubernamentales y radiofónicas universitarias de la cultura que se resisten a cumplir con esa Ley. Alegan que no tienen obligación de pagar los derechos correspondientes porque le están haciendo publicidad al compositor. Claro que al estar haciendo eso que han dicho ellos siempre han devengado sus emolumentos: ¡lucran a costa de los compositores mexicanos!
“En mi catálogo se cuentan 129 obras concluidas y una más que está por concluirse. Me he sentido muy afortunado porque varias de mis obras han contado con expositores muy destacados, entre los que nombro a Guadalupe Parrondo, Rosario Andrade, Gerardo Rábago, las orquestas mexicanas Sinfónica Nacional, Filarmónica de la Ciudad de México, Sinfónica de Xalapa, Filarmónica del Bajío, Filarmónica de Querétaro, de Cámara de Bellas Artes, Sinfónica Estanislao Mejía, Consortium Sonorus, así como organismos orquestales de Alemania, Italia, España, Egipto, Polonia y conjuntos de cámara de Suiza, Estados Unidos, Alemania, México. Subrayo los extraordinarios ensambles de Los 12 Violonchelistas de la Filarmónica de Berlín, Los 14 Flautistas Berlineses, el ensamble Ópera Nova (Zurich), Collegium Musicum de Pommersfelden (Alemania).
“The flower is a key (a rap for Mozart), que compuse en agosto-septiembre del año 2001 por encargo de Los 12 Violonchelistas de la Filarmónica de Berlín, es una pieza original para rapero y violonchelos sobre un hermoso poema del guanajuatense Dyma Ezban, poema que traduje al inglés, como lo solicitó la disquera EMIClassics. Se grabó con la participación del eminente director británico sir Simon Rattle como rapero. El estreno mundial tuvo lugar en el Festival de Lucerna (Suiza) y pronto obtuvo su réplica en el Carnegie Hall, de Nueva York. En 2006, a petición de la Orquesta de la Universidad de Bonn (Alemania), compuse una versión sinfónica, que se estrenó allá ese mismo año en ocasión del 250 aniversario del natalicio de Mozart. En 2012 la Sinfónica del Vallés (Barcelona) me encargó una versión para orquesta de cuerdas, que se estrenó en el imponente Palau de la Música Catalana. En 2017, en el Festival de Tignes (Francia), se estrenó la versión para dos pianos y rapero, que realizó Christoph Splittstoesser.
“Es decir, se trata de una obra que a pesar que la prestigiada revista británica The Strad juzgó como ‘subversiva’ (¡de no creerse!), ha gozado de un trayecto internacional muy exitoso. La versión para dos pianos se estrenó en el Palacio de Bellas Artes, de México, en 2013, con resonante éxito: ‘Cimbró al coloso de la cultura mexicana’, se escribió en la prensa. Contó con la colaboración de los pianistas Guadalupe Parrondo y Rodolfo Ritter, así como de Pablo Chemor y Luis Gerardo Villegas como raperos.
“Desde la promotora Música de Concierto de México, S. C., hemos presentado a la Secretaría de Cultura de la actual administración federal una propuesta tendiente a mejorar sustancialmente la actividad de la música mexicana de concierto en las programaciones de los ensambles musicales del país. Se trata del proyecto Sembrando música mexicana de concierto, que pretende beneficiar a nuestros organismos orquestales y a todos los compositores mexicanos de música de concierto, sin distingo de afiliación estética o administrativa. Aún no recibimos respuesta, pero estamos confiados que será positiva. En la historia han sido muy contados los compositores que han podido transitar su vida sólo por medio de su actividad composicional. Claro que es un hecho lamentable. Sin embargo, es afortunado el hecho de que, desde el interior, los compositores tenemos el incontenible apremio de manifestar nuestra propia manera de oír el mundo”.
Las impresiones fuera de México
—Países como Alemania, Austria, Italia, Francia, Polonia, Suiza, Estados Unidos, Bélgica, Egipto, Taiwán, Corea del Sur, Japón y España, ciertamente, han sido receptores de su obra musical. Estamos siendo testigos de un cosmopolitismo musical inusitado, poco común en la atmósfera sonora mexicana. No se tiene memoria de algo parecido en la órbita sinfónica, ni con personalidades como Ponce, Revueltas, Chávez o Moncayo. No hablo de individualidades señeras en su círculo, como tenores, sopranos, pianistas o violinistas, sino de compositores o directores de orquesta, como usted. Bien lo sabe, ¿verdad?
—La exposición de obras musicales de mi autoría en otros continentes (América, África, Europa, Asia) ha constituido, en todo momento, una actividad que en no pocos sentidos me reafirma en tanto que compositor. De similar manera, las oportunidades que la vida me ha dispensado de compartir mis posturas musicales conllevan un proceso continuo de reflexión, evaluación y autocrítica con el fin de ir mejorando en ese terreno. En algunas ocasiones, esas experiencias han resultado muy conmovedoras. Cuando dirigí la orquesta y el coro de la Radio de Cracovia, en junio de 1981, en la exposición de “Un réquiem alemán”, de Brahms, al finalizar el concierto, una señora polaca, en edad avanzada que sólo hablaba polaco, fue hasta mi camerino; al salir a saludarla, tomó mis manos y, llorando de manera incontenible, las empezó a besar y a decir no sabía yo qué cosas. Se acercó una persona de la administración de la orquesta y le pedí (en inglés) que me tradujera lo que la señora estaba diciendo mientras lloraba y besaba mis manos. “Ella dice que está totalmente conmovida por la manera con la que usted dirigió el Réquiem de Brahms”. Pasó un buen rato hasta que la señora decidió retirarse. Pero yo quedé con una extraña mezcla de agitación, emoción, agradecimiento y, por qué no, satisfacción: había habido entre el público personas que fueron cautivadas por la poderosa obra brahmsiana.
“En otra ocasión, ensayando en el Museo Gropius, de Berlín, mi ciclo de canciones Oigo latir la luz para barítono, viola, clarinete y contrabajo sobre siete poemas de Octavio Paz, noté que un señor había dejado de ver lo expuesto en el Museo y se puso a escuchar el ensayo, al término del cual se acercó a mí indagando ‘sobre esa hermosa música’: quería saber quién era su autor, qué textos se cantaban, etcétera. Me dijo, esa persona para mí desconocida, que la música le había cautivado al grado de llevarlo a olvidar el propósito de su visita al museo. Recordé la crítica que se había escrito en Nürnberg cuando se presentó allá el ciclo, en enero de 2001: ‘Apenas se imagina uno que la poesía se pueda convertir en sonido de una manera más consistente que la que aquí se reseña’, escribió Benjamin Wron.
“Casi en cada país en los que he participado como director orquestal o como compositor, las reacciones se han dado de manera muy similar. En general, esas reacciones entusiastas, conmovedoras, eufóricas, se han dado fuera de México. No sé cómo entender eso. Pero en los años recientes, varios colegas compositores o directores han comenzado a tener una presencia internacional más activa e incluso exitosa. Considero que eso beneficia al desarrollo de la música de concierto de México”.
La escritura
—Su gusto por la literatura proviene, sin duda, de su afecto por la poesía, género del cual usted es un traductor empecinado de Rilke y de los versos en general de autores europeos, además de escribir sus propias andanzas y visiones musicales, como lo demuestra su libro intitulado Una dimensión no lineal que publicara en la colección de los Cuadernos de El Financiero en la primera década del siglo XXI. ¿De dónde le viene el prurito de la escritura, hay un antecedente que lo marque en esta dirección fuera de sus primeras lecturas religiosas?
—Cuando cursé el tercer año de secundaria (1965-1966) en el Colegio Justo Sierra, de mi natal Ciudad Victoria, fui electo presidente de la Sociedad de Alumnos. Entre las diversas actividades que emprendí estuvo la publicación de nuestro periódico La Voz del Justo Sierra para cuyo primer número escribí este texto editorial, texto que fue el primero que configuré yo solo.
“Por aquellos años, ciertamente, mis lecturas se concentraban en temas teológicos, bíblicos en general. Mi ingreso a la lectura de libros, sobre todo de narrativa, tardó mucho en suceder: por haber iniciado el estudio formal de la música con una década de retraso, decidí concentrarme en cuerpo y alma en la imperiosa necesidad de recuperar el tiempo perdido en ese rubro. Sin embargo, recuerdo uno de los años cursados en la preparatoria: teníamos un profesor de literatura que era un verdadero agasajo. En cada clase nuestro profesor, de origen español y de unos 60 años de edad (eso pensábamos todos), nos entusiasmaba por la manera tan ilustrativa de introducirnos en las grandes obras de la literatura, que él las presentaba con seductoras introducciones y, además, las actuaba al leernos secciones de las obras: se metía en los personajes o en la narración y nos cautivaba con sus convincentes exposiciones. De manera vívida recuerdo cuando nos introdujo en las obras de Molière… Disfruté mucho esas sesiones preparatorianas, ciertamente; pero, por lo ya comentado, esa vivencia pasó por varios años al archivo de mi memoria.
“Ya he comentado en otro escrito sobre mi encuentro con la poesía de Rilke (“Sentarse ante el corazón de uno mismo”), que dejó marca indeleble en mi memoria emocional. Por la misma época empecé a leer la poesía de Octavio Paz, así como sus luminosos ensayos. Pero la incursión en la escritura se dio de manera muy paulatina: no me sentía seguro de que lo que yo escribiera se justificara por sí mismo. Por muchos años mis escritos se reducían a presentaciones de temporadas concertísticas, tentativas analíticas sobre ciertas obras musicales, etcétera.
“Fue hasta 1997, cuando ya había renunciado a la Filarmónica de Querétaro, que emprendí la escritura, con más dedicación y esmero, sobre mis vivencias musicales con y en la música. Tuve la fortuna de que varios de mis ensayos fueran publicados, e incluso celebrados, en el suplemento ‘La Jornada Semanal’ cuando Juan Villoro era su director. También por entonces me aventuré a proponer la publicación de un libro, mi primero, que reseñaba algunas de las diversas estaciones musicales por las que yo había transitado hasta entonces. Don Felipe Garrido, a la sazón director de Publicaciones del Conaculta, tuvo a bien aprobar esa primera publicación, que como otras subsecuentes se agotaron pronto.
“A la fecha son cinco los libros de mi autoría que se han publicado, incluido el publicado por ‘Cuadernos de El Financiero’: Una dimensión no lineal, que también se agotó muy pronto. El más reciente, que Amazon.com hizo el favor de publicarme, fue, en cierta forma, producto del encierro por covid-19. Amazon lo ha publicado en formato de pasta blanda y en formato Kindle. Se puede conseguir en este enlace: aquí.
“Al respecto, escribí: ‘Lo contenido en La propia manera de oír el mundo pretende sólo documentar vivencias y revelaciones que el ejercicio de la música me ha permitido. De manera alguna pretendo ilustrar o explicar tal o cual fenómeno musical. Comparto aquí posturas que el encuentro con algunos compositores, que son un hito en el devenir musical, han generado en mí. De similar manera, posturas ante el árbol frondoso de la música mexicana de concierto o música artística de México. Y como extensión de lo que la música ha hecho conmigo o provocado en mí, mis actitudes ante el ejercicio de políticas culturales, en específico aquellas que, aunque por breve tiempo, pude compartir en mi natal estado de Tamaulipas o las relacionadas con el ejercicio pedagógico. Nada en mi vida está separado de la música. Nunca he pretendido imponer mi voluntad o capricho a exposición musical alguna en la que he participado, pues como bien lo precisa Sergiu Celibidache, no somos nosotros quienes ordenamos los sonidos, sino que los sonidos ordenan nuestro mundo interior. ¡Así, mi aportación a este devenir ha sido humildad, devoción y respeto a las esencias musicales!’
“Ya estoy escribiendo más artículos y recuperando otros que no han sido publicados; a ver si pronto me animo a un sexto libro: ¡sobre advertencia, no hay engaño!”
La bicoca de Zappa
—Recuerdo, don Sergio, que una vez me comentó, hacia principios de la década de los ochenta, que Frank Zappa le había buscado para grabar con la Orquesta Sinfónica Nacional un álbum que lograra concretar, el compositor estadounidense (fallecido a los 52 años en el año 1993), en 1983 con la Sinfónica de Londres, lo cual a mí me había parecido, y se lo externé en su momento, un yerro de su parte. ¿Por qué se suscitó ese hecho, por qué el rechazo de grabar con ese insurgente roquero, por qué su negativa a exponerse con un iconoclasta de la música?
—De manera alguna considero que ese incidente fue un yerro de mi parte. Me explico.
“Un día recibí una llamada del representante de Frank Zappa: que el roquero estaba interesado en grabar varias de sus obras sinfónicas con la Orquesta Sinfónica Nacional de México, que si habría la posibilidad de llevar a cabo un ensayo, conducido por Zappa, para que él conociera la orquesta. Tras pláticas con integrantes de la OSN, así lo acordamos y procedimos a organizar el encuentro. Nos mandaron las partichelas y Zappa se presentó al ensayo en el Teatro Regina. Se leyeron (tocaron) todas las obras que había enviado.
“Al terminar ese ensayo, Zappa se quejó de un detalle: que en el último compás de una de sus obras, él pedía al flautista principal que encendiera un cigarro y se pusiera a fumar. Así se instruía en la partichela. Eso no sucedió, no sólo porque el flautista no fumaba sino porque todos consideramos que para efectos del ensayo-lectura eso no tenía significado o importancia alguna. Después de ese comentario, Zappa y sus huestes se retiraron con el comentario: ‘Lo vamos a pensar y le avisamos en unos días’.
“A los pocos días me llamó de nuevo el representante: que sí estaban interesados en la grabación y ofrecían x cantidad de dinero para cada músico por cada sesión de grabación. Se trataba, en verdad, de una cantidad irrisoria que algunos integrantes de la OSN consideraron, incluso, insultante: ¿cómo se atreven a ofrecernos una bicoca?, comentaron algunos. Por votación muy mayoritaria, la OSN votó por que no se aceptaran esas condiciones, lo cual molestó al representante y ya nunca más volví a saber de él… hasta que me enteré, por la prensa, que Zappa había grabado sus obras con una orquesta de Londres y consiguió a Boulez como director de esa grabación.
“No fue, por lo tanto, una negativa mía a que la OSN grabara obras de Zappa dirigidas por él mismo, sino que los datos duros de la negociación, que no reconocían la dimensión de la OSN, no lo hicieron posible”.
Un Premio sin ideologías
—Finalmente, me resulta curioso que haya sido precisamente esta administración morenista, de la que usted desconfía ideológicamente según sus impulsos digitales registrados en la Internet, la que lo designara Premio Nacional de Artes en una elección, me parece, afortunada y justa. Nada tiene que ver, en efecto, con prolegómenos culturales, que es lo que nos interesa, pero lo subrayo porque no sé si en periodos priistas o panistas, muy dados a las amistades o a las palancas, se hubiera dado semejante honra: ¡apenas se están reconociendo los valores culturales, innegables, de un Sergio Cárdenas o de un Óscar Oliva que lo merecían desde hacía ya algunos años atrás! ¿Qué significa para don Sergio Cárdenas este Premio Nacional, ya lo veía venir desde cuándo, es la primera vez que su estado Tamaulipas lo propone, qué propósitos tiene para después de habérsele otorgado este galardón, lo cambia a uno aunque sea un poco una designación como ésta?
—La información que tengo con relación al Premio Nacional de Artes es que se trata de un galardón que pasa por muchos filtros rigurosos antes de que se otorgue. Se recurre a procesos de insaculación de los que surgen personajes que no necesariamente concuerdan con la ideología política de la administración en turno, sino que están ahí por su trayectoria. Apenas ahora he conocido algunos de los nombres de participantes en el jurado de ese premio, que lo dictaminaron en octubre de 2021. A mi entender, no se han distinguido por su activismo político o por su filiación a partido alguno, sino que han sido reconocidos por su brillante aportación a la cultura nacional. Por lo tanto, considero que el galardón que el gobierno de México me ha otorgado está sustentado en procesos limpios de infiltración ideológica o partidista, lo cual, desde luego, considero tremendamente honroso para mí.
“La acción artística es, en todo momento, una acción política en la medida que proviene del ser humano y va al ser humano, sin distingo de ideología, raza, género, edad, etcétera. No se trata, nunca, de una acción electorera, partidista o panfletaria. Podría devenir en eso si, en efecto, no fuera artística. He sido crítico de muchos funcionarios de distintos partidos cuando he visto afectados de manera negativa los quehaceres artísticos y culturales. Usted mismo, don Víctor, ha documentado algunos de ellos, como el caso que se dio en la conferencia de prensa en la Casa de la Cultura de Aguascalientes, para anunciar el Festival de Verano de la Sinfónica Nacional, caso que quedó documentado, si no mal recuerdo, en su libro El viejo vals de casa. Los funcionarios de entonces eran priistas, me hicieron la vida de cuadritos, ciertamente, pero no creo que porque hayan sido priistas, sino porque era su naturaleza totalitarista (o algo similar).
“Más dramático aún fue el caso de mi activismo político cuando el Interino de Guanajuato (del PAN) decidió que su (malhadada) administración se desentendiera de sus obligaciones culturales y sociales para con la entonces Filarmónica del Bajío (hoy: Filarmónica de Querétaro), a principios de 1992. El caso llegó hasta la H. Comisión Permanente de la H. Cámara de Diputados, con la que compartimos un concierto de protesta en su misma sede.
“En 2007 el H. Congreso del Estado de Tamaulipas, por unanimidad, me otorgó el más alto reconocimiento que puede dar a ciudadano tamaulipeco, la Medalla Luis G. De Arellano. Recuerdo muy bien la honrosa deferencia de que fui objeto por los representantes populares de todos los partidos; la Jucopo era presidida, a la par, por el PAN y el PRI. Ambos presidentes fueron el comité de recepción cuando llegué al aeropuerto de Ciudad Victoria.
“El Premio Nacional de Artes significa un reconocimiento que se hace extensivo a la música mexicana de concierto (llamada clásica) en todos sus aspectos: creación, difusión, educación, preservación. Esos son los campos en los que he estado activo desde que dirigí por primera vez un concierto público en diciembre de 1965, cuando contaba 14 años de edad. Como compositor musical he gozado del privilegio de contar con enormes expositores entre quienes destaco a Guadalupe Parrondo (pianista), Rosario Andrade (soprano), Evangelina Reyes (flautista), Los 12 Violonchelistas de la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Cámara de Polonia, Gerardo Rábago (director de coro), el Ensamble Ópera Nova (Zurich), la Sinfónica del Vallés (Barcelona), Sinfónica Nacional de México, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Sinfónica de Xalapa, Consortium Sonorus (orquesta de cámara), Los 14 Flautistas Berlineses, y un largo etcétera.
“Como director sinfónico, he propiciado la presencia de la música de autoría mexicana en cuanto escenario ha sido posible y con las más diversas agrupaciones musicales, habiendo sido director artístico o titular de las siguientes:
“1967-1969: Coro Horeb, de la Iglesia Presbiteriana homónima, Colonia 20 de Noviembre, Ciudad de México.
“1971-1972: The Senior Choir , de la Grace Baptist Church, Trenton, Nueva Jersey, Estados Unidos.
“1975-1979: Orquesta Sinfónica de la Escuela Superior de Música Mozarteum, de Salzburgo, Austria. (Es hoy Universidad de Música.)
“1979-1984: Orquesta Sinfónica Nacional de México, Ciudad de México.
“1985-1989: Sinfónica de Hof, Baviera (Alemania).
“1986-1991: Filarmónica del Bajío, Guanajuato (México).
“1987-1991: Camerata de la Filarmónica del Bajío, Guanajuato, (México).
“1992-1997: Filarmónica de Querétaro (Querétaro, México).
“1993-1997: Camerata de la Filarmónica de Querétaro (México).
“1995-1997: Sinfonieta de la Filarmónica de Querétaro (México).
“2003-2004: Cairo Symphony Orchestra, El Cairo (Egipto).
“2005-¿?: Orquesta Sinfónica Estanislao Mejía, Facultad de Música-UNAM, Ciudad de México (antes: Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música-UNAM).
“2016-¿?: Consortium Sonorus, orquesta de cámara. Ciudad de México.
“En el campo pedagógico, destaco la impartición de diplomados y cursos en dirección musical (vocal o instrumental) que arrojan interesantes resultados de participantes que se han venido desempeñando en posiciones de liderazgo artístico por décadas. En este rubro considero las diversas conferencias, como las dedicadas a la obra de Candelario Huízar y de Manuel Enríquez. Además, he ejercido la pedagogía musical como académico de la Escuela Superior de Música-INBAL (2016-2017) y de la Facultad de Música-UNAM, desde 2005. En 2003 el CNM me invitó a encargarme de la Cátedra de Dirección Orquestal y de la Orquesta del CNM. Firmamos la documentación respectiva para iniciar actividades en el otoño de ese año. Viajé a Alemania para cumplir con varios compromisos artísticos contraídos con anterioridad. Estando allá, el entonces director de CNM me escribió que se cancelaba todo, que después me daría explicaciones. Al día de hoy, esas explicaciones prometidas no las he recibido.
“He propiciado el rescate de obras musicales de la época virreinal y de compositores de alguna manera olvidados, Huízar a la cabeza de estos últimos. También he promovido la creación musical reciente. Y como presidente de la promotora Música de Concierto de México, S. C., fundada en 1987 por iniciativa de Manuel Enríquez, he aportado mis esfuerzos ad honorem desde 2007 para promover las más de 800 obras de nuestro catálogo en el que confluyen piezas de cinco de nuestros Premios Nacionales de Artes, personas de la música de cine como don Manuel Esperón o la compositora Lucía Álvarez, merecedora del Ariel de Oro por su aportación musical al cine. Nuestro catálogo es espejo de la gran riqueza y diversidad de la creación musical mexicana, la cual es motivo de orgullo nacional.
“Además de mí, Tamaulipas cuenta con otro Premio Nacional de Arte: (en el renglón de Tradiciones Populares en 1994) el compositor Mario Kuri-Aldana, de Tampico. De su autoría dirigí varias obras corales en mi examen de maestría en Dirección Coral, en Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos, en abril de 1973. El Homenaje a Kuri-Aldana que siendo director artístico del Festival Internacional Tamaulipas había ya programado y organizado para el otoño de 2011 en Tampico (con la participación del pianista Rodolfo Ritter, la Sinfónica de la UAT y del director tamaulipeco David Eduardo Rocha) fue a última hora cancelado por el ITCA, reflejando así su verdadero interés en la creación artística del estado”.