miércoles, 23 de junio de 2010

Sobre la publicación de UNA DIMENSIÓN NO LINEAL

http://impreso.elfinanciero.com.mx/pages/Ejemplar.aspx?IdNota=287568


"Muchos compositores rebeldes confunden ruido con sonido"
texto y foto: Juan José Flores Nava
Martes, 22 de junio de 2010

De Sergio Cárdenas, el nuevo libro de EL FINANCIERO.

Nuestro transcurrir en la vida -entre el nacer y el morir- se da en una dimensión no lineal. El tiempo de diario no es sólo el del reloj, sino buscamos ante todo estar en la plenitud de uno mismo y de las cosas. Algo similar sucede cuando vivenciamos la música, dice Sergio Cárdenas en el libro 34 de los Cuadernos de EL FINANCIERO.

Intitulado, precisamente, Una dimensión no lineal, el volumen -que es posible adquirir ya- muestra reflexiones y experiencias desde y en torno al fenómeno de la música. En el texto vemos a un Sergio Cárdenas -maestro, director de orquesta, compositor, traductor- que se mueve hábilmente por el ensayo. Regalándose incluso un momento para argumentar sobre la importancia de la Biblia y su lectura ("como dijo Borges: 'Un libro que ha sido inspirado por el Espíritu Santo no puede traernos nada negativo' ").

Aun así, nada hay por arriba de la música para Sergio Cárdenas. La música, escribe, es la manifestación cumbre de la humanidad, cuyo elemento esencial es el sonido. Y aclara: "Referirse al sonido en música no es sinónimo de referirse a cualquier fenómeno audible. El sonido en música es un fenómeno acústico (audible) que se genera cuando una masa es puesta en movimiento, vibra de manera regular y en el proceso (camino) de regreso a su estado original de inmovilidad, su movimiento vibratorio se va subdividiendo de manera proporcional (cada vez más pequeño), generando con ello epifenómenos o sonidos parciales (armónicos) que constituyen una 'familia' del fenómeno acústico inicial, conocido como 'fundamental'."

El ruido, por el contrario, es generado, apunta Cárdenas, cuando un cuerpo vibra de manera irregular, hecho que no le permite tener una altura determinada: "Es decir, reconocer si es do, re o mi, por ejemplo." De esta manera, el sonido es ese acontecimiento que crea la posibilidad de volverse otro sin dejar de ser lo que se es: "Un sonido vuelve sensible lo insensible y permite devenir si también devenimos en él." Dicho de otra manera: al ser la música "tiempo sustraído del tiempo", vivenciar una obra musical significa sobre todo "que uno mismo es parte integrante de esa unidad que nos envuelve y nos ocupa y que, por lo tanto, nos ha colocado en la trascendencia misma, que es el fin último de la experiencia artística".

Y todo esto, que parece difícil de entender, se hace diáfano aquí y ahora, la mañana en la que conversamos con Sergio Cárdenas en la parte exterior de un café que da a una avenida de la Ciudad de México en la que el ajetreo de clientes, autos y transeúntes es incesante. Con cada claxonazo, grito, rugido de motor o teléfono celular que suena el maestro da un brinco o aprieta los ojos o se lleva el dedo índice al oído. El estruendo. Los estrépitos. Los estallidos (hay alguien incluso que emplea un potente silbato para llamar la atención). El ruido de aquí y de allá nos envuelve. No es el sonido. Es el ruido. (Hay una deformación, escribe Cárdenas, que ha hecho "entender" cualquier fenómeno audible como "sonido".)

Porque incluso, para él, Sergio Cárdenas, "lo que producen los teclados electrónicos, los sintetizadores, las computadoras, las guitarras eléctricas y todos los aparatos o instrumentos similares no son sonidos, pues por su construcción no generan armónicos y, por lo tanto, sólo producen notas o símbolos audibles de sonidos". Más radical aún: "Después del metrónomo y del dodecafonismo -afirma-, los aparatos electrónicos que nos venden como instrumentos musicales constituyen el tercer gran desastre que se ha inventado en detrimento del devenir humano." En entrevista, Sergio Cárdenas ejemplifica:

-Muchos jóvenes compositores que se dicen novedosos y rebeldes lo primero que ignoran es que el fenómeno esencial de la música es el sonido. Y confunden entonces ruido (como el que hago al golpear mi taza de café contra la mesa) con sonido. Si eso no está claro, ya no hay manera de ir a ningún lado.

-La música, según entiendo, es ese sonido que el oído humano puede clasificar.

-En mucha de la llamada música moderna o contemporánea (entre nosotros empezó el desastre con Julián Carrillo y su microtonalismo) llega el momento en que se empalma la información del fenómeno audible de manera tal que se nulifica y el oído no puede clasificarla. Es decir, en términos de sonido no puede saberse si es un do, un re, un mi, etcétera. Eso genera un estado psicológico que lleva a la esquizofrenia. Porque el ser humano, su oído, rechaza las vibraciones irregulares. Eso no lo podemos cambiar. Así nos protegemos para no enloquecer. Entiendo entonces cuando mucha gente al escuchar música contemporánea dice: "¡Dios, pero qué cosa tan fea!" Y mira que lo digo yo mismo que soy compositor de música contemporánea. Porque en efecto hay obras, como las de Carlos Chávez, escritas contra la música.

-¿No hay acaso obras del mismísimo Bach llenas de disonancias?

-Sí. Pero son disonancias justificadas por la manera en que ese fenómeno sonoro en su particularidad se va desarrollando. Es decir, configura su propia dialéctica interior, que es la esencia de la composición musical. La dialéctica del sonido establece, en sí misma, las reglas del juego. No es uno como compositor el que las impone.

-En el libro, usted pide vivenciar una obra musical en su propio tempo. ¿Qué significa?

-Esto tiene que ver con la deshumanización de la sociedad contemporánea. En específico, hablo de las grabaciones. Pareciera que me contradigo porque yo mismo he hecho muchísimas grabaciones. Pero hay una diferencia entre entender, asumir y escuchar una grabación como simple documento a creer que es el fenómeno musical en sí. Porque una grabación no traslada el espacio acústico (o sala de concierto) donde se generó a cualesquiera de los lugares en donde se escucha (la sala de mi casa, por ejemplo). Es decir, una grabación no es la vida musical. Si lo fuera, entonces cualquier película pornográfica sería sustituto de una experiencia sexual. La música no existe en ningún otro lado fuera del lugar en que se da como expresión humana. Cuando deja de sonar, no existe más.


http://impreso.elfinanciero.com.mx/pages/Ejemplar.aspx?IdNota=287569
METRÓNOMO
(JJFN)
Martes, 22 de junio de 2010

* Y amor.

Para Sergio Cárdenas es en serio: el fenómeno de la música sólo existe cuando es en
vivo y con instrumentos acústicos que producen sonidos. Confiesa que no escucha
grabaciones. Ni radio. Usted o yo, lector, escuchamos "música" en la radio, en el
reproductor de CD, en el iPod, en la grabadora, en el DVD. En fin: en distintos
soportes y de distintas maneras. O al menos eso creíamos.

Cuenta Sergio Cárdenas que alguna vez su madre, doña Olga Tamez González,
lo visitó en Guanajuato, cuando el maestro estaba al frente de la Orquesta Filarmónica
del Bajío. En ese tiempo vivía en una casa ubicada en las faldas de un cerro, lejos del
ruido y el ajetreo de la ciudad. Ninguna estridencia perturbaba la calma. Pero fue
precisamente esa calma, ese silencio lo que al poco tiempo desesperó a doña Olga.
"Sergio -le dijo-, ¿esto es un cementerio o qué? Pon algo. Lo que sea. Un disco, la radio... Por favor. Ya no aguanto este silencio. ¡Cómo puedes vivir así!" Y es que Sergio Cárdenas, cuando quiere escuchar música, simplemente lee algunas partituras o las toca directamente en el piano. Todo lo demás son conciertos.

En los diez textos que conforman Una dimensión no lineal es posible hallar algunas
claves para entender varios de los credos que rigen la vida musical y estética de este
compositor y maestro de la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Asimismo se
encuentran algunas de sus más gratas, pero también algunas de las más desagradables
experiencias como director de orquesta y promotor cultural. Sin faltar esas cosas que
le molestan. Cual más, por ejemplo, la mala instrucción que suelen recibir en escuelas y conservatorios de música los estudiantes.

Para Sergio Cárdenas, algunos de los principales defectos en la formación de los jóvenes son el no entender el fenómeno del sonido, la imposición del metrónomo como un
elemento para quitarle al ser humano cualquier capacidad de sentido del ritmo ("reto
a hacer el amor todo el tiempo siguiendo un metrónomo") y la dependencia excesiva de
lo virtual ("grabaciones, teclados electrónicos, videos").

-Al final -dice- los estudiantes ya no se aprenden una obra desde la partitura, sino desde una grabación con todo los aciertos y errores que ésta pueda tener. Así que a la hora de presentar el resultado en vivo no pueden cambiar nada porque son simples merolicos. Y luego se sorprenden porque no cautivan al auditorio. ¿Cómo lo van a hacer si no tienen nada de sí mismos, si están siempre repitiendo lo que otros ya hicieron?



Una dimensión no lineal, de Sergio Cárdenas, puede ser adquirido desde ahora a un costo de 50 pesos, llamando a los teléfonos 5227-7651, si vive en la ciudad de México; o 01800-2015788 y 01800-0156200, si radica en cualquier estado de la República Mexicana.

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