miércoles, 4 de agosto de 2010

Cartas de Wolfgang Amadeus



CARTAS DE WOLFGANG AMADEUS

La vida de Wolfgang Amadeus Mozart sigue siendo imposible de encasillar y continua deslumbrándonos ante el cúmulo de maravillas musicales que nos legó, cúmulo en gran medida incomprensible para el mortal común y corriente. Una faceta poco conocida de su legado lo constituye su correspondencia: se han conservado alrededor de 300 cartas que dan fe de una gran variedad de actividades y de algunas de sus costumbres domésticas.

Estas cartas, dirigidas la mayoría de ellas a las personas más importantes en su vida (su padre Leopoldo y su esposa Constanza), reflejan una enorme agilidad mental y una capacidad fuera de lo común para referirse a rasgos psicológicos esenciales de gente que cruzó en su camino. Otras cartas, como las dirigidas a su prima, la "Baesle", de Augsburgo, nos presentan un Mozart un tanto infantil proclive a disfrutar de un lenguaje fecal y escatológico. Aparentemente la familia Mozart recurría con frecuente a este lenguaje.

En la primera década de su vida, mientras recorrió Europa con su padre y su hermana María Anna (Nannerl), Mozart escribía la postdata en las cartas que su padre Leopold escribía a su madre, quien había permanecido en Salzburgo. En ellas se refería a los lugares vistos o visitados, o narraba las peripecias del viaje en diligencia por los caminos escabrosos de la Europa de mediados del Siglo XVIII. Cuando en 1770 Leopold y Wolfgang visitaron Italia, Wolfgang escribió a Nannerl, desde Nápoles, las siguientes líneas:

"¡Mi querida hermana!
Te ruego que me escribas con más frecuencia...Dime cómo está nuestro canario: ¿aún canta? ¿aún silba?
¿sabes porqué pienso en nuestro canario? Porque en nuestra posada hay uno que canta un montón de melodías, igual que el nuestro...
Papá y yo vestimos ayer de fiesta. Estábamos hermosos como los ángeles. Hemos ido a misa y hemos visto al rey, a la reina y, además, también el Vesubio. Nápoles es una ciudad bella, pero hay demasiada gente, como en Viena o en París."


Si bien sus cartas reflejan habilidades y fantasías análogas a la composición musical, ninguna de ellas alcanza la sublimidad ni la elocuencia contundente que disfrutamos en sus creaciones musicales, aún en aquéllas compuestas cuando todavía no alcanzaba la primera década de vida. Sólo de manera aislada, como en la carta que le escribe a su padre desde París a raíz de la muerte de su madre, o como en la que le escribe desde Viena abordando su relación con la muerte, Mozart se introduce en temas que pudiéramos llamar "profundos". Por lo general evita abordar este tipo de temas y se limita a comunicar tal o cual inquietud, a veces refiriéndose de manera más que incisiva a la mala calidad de los intérpretes de sus obras musicales (que parece juzgar siempre de manera acertada). Las cartas escritas a su prima, la "Baesle", han dejado estupefactos a no pocos por el lenguaje vulgar y soez al que recurre Mozart, lenguaje que es imposible de asociar con la música paradisíaca que nos legó.

María Anna (Nannerl), la hermana (cinco años) mayor de Wolfgang, contrajo matrimonio el 23 de agosto de 1784 en el pueblo austriaco de St. Guilguen, junto al Lago Wolfgang. Mozart no pudo asistir a la boda, pero envió a su hermana el día 18 de ese mes, desde Viena, una misiva en la que también Constanza se disculpaba por no poder asistir a la boda; con la misiva, Mozart mandó también un poema/recomendación:

A la hermana Nannerl*

Mucho en el matrimonio experimentarás
que medio adivinar lograbas;
pronto por experiencia sabrás
lo que Eva tuvo que negociar
para que a Caín a luz pudiera dar.

Mas, hermana, estas obligaciones de matrimonio
gustosa harás con todo tu corazón
pues, créeme, difíciles no son.
empero todo sus dos lados tiene:
El matrimonio nos trae muchas alegrías
mas también nos trae preocupación.
Por eso cuando tu esposo oscuros gestos
que tú no creas merecer,
en su mal humor te haga,
piensa que es de hombre chifladura
y dile: "Señor, hágase tu voluntad de día
pero de noche hágase la mía".



*Traducción desde el alemán original de
© Sergio Ismael Cárdenas Tamez, Ansbach, 2005.

No hay comentarios:

Publicar un comentario