Mi 11 de septiembre, 2001.
Por Sergio CÁRDENAS.
El 9 de septiembre de 2001, al terminar un concierto de la Filarmónica de Berlín en el que Abbado dirigió obras de Schönberg, me reuní con GEORG FAUST, violonchelista principal de esa maravillosa orquesta, en la cafetería de la filarmónica para entregarle la copia de la partitura manuscrita original de mi pieza "The flower is a key (a rap for Mozart)", que el espléndido ensamble de Los 12 Violonchelistas de la Filarmónica de Berlín me había encargado. Georg se puso de inmediato a hojear la partitura. De pronto, me dice: "Le pediré a Simon que la haga de rapero", a lo que yo respondí: "¿quién es Simon?", al no tener idea de a quién se refería. "¿Cómo?", me dijo, "¿no conoces a Simon?". Le dije: "No sé de qué Simon hablas". Me respondió: "¡pues de Simon Rattle, ¿nunca lo has oído hablar?". Atónito le respondí: "¿Hablas en serio, Simon Rattle como rapero?". "¡Claro, dijo, tiene la voz ideal para tu pieza!". Más que emocionado le respondí: "Será un enorme honor para mí que eso suceda".
Revisamos la pieza de principio a fin y nos despedimos, con el compromiso de GEORG de introducirla a sus compañeros violonchelistas en la primera oportunidad.
Dos días después, el 11 de septiembre, llegaba yo a la estación de ferrocarril Bahnhof Zoo, de Berlín, a eso de la una de la tarde, para tomar el tren de regreso a Ansbach, "mi hogar europeo" desde hace más de dos décadas. Al entrar a la sala principal de la estación, recibí un tremendo impacto emocional al ver en las pantallas gigantes ahí colocadas, las imágenes de las torres neoyorkinas que sucumbían a las embestidas de los aviones: no podía yo creer que eso fuera posible y me dije: "¿será un montaje de la tele?". Pues nada. Los conductores de los noticieros estaban dando cuenta detallada de esa tragedia, por lo que todos los que estábamos ahí a punto a abordar algún tren o esperando la llegada de algún ser querido, nos pusimos muy tensos, consternados, renuentes a aceptar que se tratara de un hecho real.
En ese estado abordé el Intercity rumbo a Nürnberg. Poco antes de llegar a Leipzig, a unos 30 km, el tren se detuvo de repente. Nadie dio una explicación sobre ello. Como los minutos transcurrían y nada se nos informaba del porqué estábamos varados, en los pasajeros se comenzó a manifestar la preocupación, que se incrementó cuando vimos llegar patrullas. Todo esto sin que aún pudiéramos "liberarnos" de los muchos pensamientos consternados por lo de las torres neoyorkinas.
Poco después de media hora transcurrida desde que el tren se detuvo, el conductor anunció que se tuvo que detener porque le pareció que había arrollado a una persona, por lo que, además, dio parte de inmediato a la policía de Leipzig, a la que tuvimos que esperar para que viniera a levantar la información correspondiente, verificar el tren mismo, etc., hasta que finalmente permitió que prosiguiéramos el viaje, haciéndonos saber que llegando a Leipzig, tendríamos que desalojar el tren pues sería llevado a la fiscalía para un indagacíon exhaustiva.
Para cuando llegamos a Leipzig, ya varios de los posibles trenes con los que podría yo continuar el viaje hasta Nürnberg, habían partido, quedando el último, que llegaba al destino poco después de la media noche, justo para alcanzar el último tren que desde Nürnberg sale para Ansbach.
Así, mi viaje de regreso de Berlín a Ansbach, que por lo general no debió de haber durado más de 6 horas, tuvo una duración de 12 horas, y una mayor acumulación de tensión, consternación, desasosiego, por todo lo vivenciado en tan histórica fecha.
Pero había, a la vez, un contrapeso fuerte: la enorme emoción de vislumbrar, cada vez más cerca, la realización de una de mis mayores ilusiones, anidada en mi corazón desde que oí por primera vez a los magníficos violonchelistas berlineses en un concierto en la Gran Sala del Mozarteum, de Salzburgo (Austria), allá por mediados de la década de los '70: que una obra musical de mi autoría fuese expuesta por ese ensamble.
Gracias a ellos y a Sir Simon Rattle, la obra ha recorrido el mundo...y ha generado la demanda para hacer otras versiones: en el 2006, la orquesta Collegium Musicum, de la Universidad de Bonn (Alemania), estrenó la versión sinfónica que me encargó. En este 2012, el 15 de julio, las pianistas mexicanas GUADALUPE PARRONDO y TERESA RODRÍGUEZ, con el rapero EMMANUEL FRANCO, estrenaron en Saltillo, Coah (México) la versión para dos pianos que realizó CHRISTOPHER SPLITTSTOESSER, quien fue el rapero del estreno de la versión sinfónica. En unos días más, el 22 de septiembre, 2012, la Orquestra Simfònica del Vallés (Barcelona, España), estrenará la versión para orquesta de cuerdas que me encargó en mayo último.
Emociones fuertes, las del 11 de septiembre.
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