miércoles, 23 de junio de 2021

SCHUMANN catapulta a BRAHMS

                                                      SCHUMANN CATAPULTA A BRAHMS

por Sergio Cárdenas



                                                                                         para Arturo Morales Mayorga



     La diosa Fortuna le sonrió a Johannes Brahms (1833-1897) temprano en su vida. Contados son los compositores que han corrido con una suerte similar. No son pocos los que han tenido que “esperar a la posteridad” para que su legado composicional sea conocido de manera amplia. 


     En la Alemania de mediados del Siglo XIX, compositores como Mozart, Beethoven y von Weber no pasaban de ser “compositores menores”. Pero ahí estaba Robert Schumann (1810-1856) para enaltecerlos y enarbolar su defensa, difusión y, con ellos, impulsar de similar manera a otros compositores “emergentes”, como Chopin y Berlioz. Schumann, quien ya desde niño mostró su talento como pianista, compositor y escritor, se había erigido como un referente de la música alemana de concierto. Descolló como pianista y compositor de obras para piano (hasta sus 30 años de edad, sólo compuso obras para ese instrumento), con una notable trayectoria como concertista en el territorio alemán.


     En 1834, con el apoyo de su profesor de piano  Friedrich Wieck (1785-1873), quien ya le había asegurado que se convertiría en el mejor pianista de Europa, y de su admirado Ludwig Schuncke (1810-1834), Schumann funda en Leipzig la revista “Neue Zeitschrift für Musik” (Nueva Revista de Música), que habría de permanecer, hasta el día de hoy, como publicación referencial del devenir musical alemán. Schumann fue su editor hasta 1843, escribiendo ensayos y crítica musical que ejercieron influencia en la vida concertística, rescatando y promoviendo compositores de antaño y hogaño: excepción hecha de Liszt y Wagner, por no coincidir con sus postulados musicales.


   En 1833 había nacido en Hamburgo Johannes Brahms, como segundo hijo del matrimonio de Johann Jakob y Johanna Christiane; Johann Jakob tenía el puesto de trompetista en el Teatro de la Ciudad y también en la Orquesta Filarmónica. Ellos descubrieron pronto el notable talento musical del pequeño Johannes y   buscaron la manera de proporcionar al niño los profesores de música y de educación en general. Entre esos profesores, sobresale el pianista y compositor Eduard Marxsen (1806-1887), quien había conocido personalmente de Beethoven y Schubert y quien introdujo a Brahms en la rigurosidad musical de los grandes, especialmente la de la música de J. S. BACH (1685-1750). 

 

     La vida del adolescente Johannes dio un giro cuando, en 1850,  conoció al violinista húngaro  Eduar Remenyi, a quien acompañó en varios recitales por algunos años. En ese mismo 1850, durante una visita de Schumann a Hamburgo, Johannes tuvo a bien enviarle algunas  partituras de sus propias obras; el envoltorio fue devuelto intacto, sin haber sido abierto por Schumann. 


     En mayo de 1853, Brahms y Remenyi, en el marco de una gira de conciertos, visitaron en Hannover al violinista y compositor Joseph Joachim (1831-1907), quien antes había impresionado a Brahms exponiendo el Concierto para violín de Beethoven (1770-1827). En esa ocasión, Brahms tocó varias de sus propias obras para Joachim; comenzó entonces una fructífera amistad que duró toda la vida

     

     Corría una mañana de  finales de septiembre del año 1853, cuando el joven Johannes Brahms, con una carta de presentación que le había escrito Joachim,   se apersonó en la casa habitación de Robert Schumann , en la ciudad alemana de Düsseldorf. Contando con apenas 20 años de edad, Brahms parecía decidido a ser conocido por uno de sus ídolos contemporáneos. Eugenie, hija de los Schumann, fue la encargada de responder al llamado de la puerta; así  describe el encuentro con Brahms:


el timbre sonó hacia el mediodía; corrí hacia fuera y, como hacen los niños, abrí la puerta. Allí vi a un chico muy joven, atractivo, con el pelo largo y rubio. Preguntó por mi padre, pero había salido con mi madre, le dije. Se aventuró a preguntar cuándo podría volver a venir.


                                    


                                                                                      Brahms en 1853


Brahms regresó al día siguiente y fue recibido por Schumann, quien de inmediato pidió a Brahms que tocara sus propias composiciones, que llevaba consigo. Pero apenas oyó unos compases, Schumann le interrumpió y dijo:


Espera un momento, voy a avisar a mi mujer


La pequeña Eugenie recordaba aquel encuentro y lo que ello había suscitado en sus padres: 


Estaban de lo más excitados; cada rato empezaban de nuevo a conversar y sólo lo hacían destacando, una y otra vez, el talento del joven visitante


Cuando Clara Schumann (1819-1896)  describió ese encuentro con Brahms, se explayó elogiosamente sobre lo experimentado en esa presentación musical que Brahms hizo de sí mismo ante las ya para entonces destellantes figuras musicales de Robert y Clara Schumann:


    ¡Este es alguien de nuevo que viene como enviado especialmente por Dios! Nos tocaba sonatas, scherzi, etc., de él mismo, todo lleno de exuberante fantasía, intimidad, sensación y magistralmente en la forma. Robert cree que no tiene nada qué decirle que deba dejar de lado o agregar. Es realmente conmovedor ver a esta persona al piano con su interesante rostro juvenil, que se transfigura por completo mientras toca. Su hermosa mano, que supera las mayores dificultades con la mayor facilidad (sus cosas son muy difíciles) y luego, ahora, estas extrañas composiciones.


     Es el embeleso y la fascinación totales de Clara por el joven Johannes, de rostro casi infantil, cabello rubio y hermosas manos.



                                                                              Robert y Clara Schumann


    Johannes permaneció en Düsseldorf un mes, visitando casi a diario a los Schumann, que lo hacen suyo, lo miman y quien logra reavivar el entusiasmo musical de Robert y Clara. Robert se siente especialmente atraído por Johannes, con quien lee, un día sí y otro también, poesía y que pasa con él cada minuto libre que tenga. Pero Johannes se siente más atraído por Clara, catorce (14) años mayor que él y ya madre de seis hijos.


    Para 1853, Schumann había dejado de publicar  diez años en su revista de Leipzig. Sin embargo, el impacto que causó Johannes  en él, lo movió a escribir, con notorio entusiasmo y euforia, un artículo revolucionario presentando al mundo al nuevo “genio” con elogios que no pocos consideraron exagerados o desmedidos, en especial por tratarse de alguien desconocido por completo. El texto de Schumann, titulado “Nuevos Derroteros”, fue publicado el 28 de octubre de 1853 en la revista “Neue Zeitschrift für Musik”:




                                                                   Nuevos Derroteros

Han pasado años, casi tantos como los que dediqué a la edición anterior de estos artículos, a saber, diez, que deberían haberme escuchado en este terreno tan rico en recuerdos. A menudo, a pesar de la intensa actividad productiva, me sentí estimulado; Aparecieron muchos talentos nuevos e importantes, parecía anunciarse una nueva fuerza en la música, como atestiguan muchos de los artistas muy prometedores de los últimos tiempos, incluso si sus producciones son más conocidas en un círculo más pequeño. Pensaba, siguiendo los caminos de estos elegidos con la mayor simpatía, que luego de tal proceso habría y debe aparecer de repente alguien que estaría llamado a expresar la expresión más alta de la época de una manera ideal, alguien que no nos traería. maestría en el desarrollo gradual, pero, como Minerva, brotaría de la cabeza del Kronion, perfectamente blindado. Y ha venido, sangre joven cuya cuna velaban gracias y héroes. Su nombre es Johannes Brahms, vino de Hamburgo, trabajando allí en un oscuro silencio, pero educado por un maestro excelente y entusiasta en los estatutos más difíciles del arte, que me recomendó poco antes un maestro conocido. Tenía todos los letreros, también en el exterior, que nos anuncian: es alguien que ha sido llamado. Sentado al piano, comenzó a revelar regiones maravillosas. Fuimos arrastrados a círculos cada vez más mágicos. Además, hubo un juego muy ingenioso que convirtió el piano en una orquesta de voces que lloran y alientan. Eran sonatas, sinfonías más veladas, - canciones cuya poesía se entendería sin conocer la letra, aunque una profunda melodía vocal las recorre todas - piezas de piano individuales, en parte de naturaleza demoníaca de la forma más graciosa, - luego sonatas para violín y clave, cuartetos para instrumentos de cuerda, y cada uno tan diferente del otro que parecía provenir de fuentes diferentes. Y luego pareció como si  se uniera, corriendo como un arroyo, como una cascada, llevando el arco iris pacífico sobre las olas que caían y jugando con las mariposas en la orilla y acompañado de las voces de los ruiseñores.


Si baja su varita mágica hasta donde los poderes de las masas, en el coro y la orquesta, le prestan sus poderes, tendremos vislumbres aún más maravillosos de los secretos del mundo de los espíritus. El genio más alto quiere fortalecerlo para lo que está ahí la previsión, ya que también hay otro genio, el de la modestia, inherente a él. Sus compañeros lo saludan en su primer paseo por el mundo, donde quizás aguarden sus heridas, pero también laureles y palmas; le damos la bienvenida como un luchador fuerte.


En todo momento existe una alianza secreta de almas gemelas. Ustedes, los que pertenecen juntos, cierren más el círculo, para que la verdad del arte brille cada vez más claramente, difundiendo alegría y bendiciones por todas partes.  R. S.


     Este artículo de Schumann constituyó una auténtica catapulta para Johannes Brahms, que le abrió muchas puertas en el mundo europeo de la música. Una de estas puertas, por demás significativa, fue la de la editorial Breitkopf und Härtel, la casa editora de música más antigua de Alemania (fue fundada en 1719). En octubre de 1853, Schumann escribió a esta editorial: 


    Aquí ha aparecido un joven que es uno de esos maravillosos. Ha tocado profundamente la música y, estoy convencido, evocará el mayor movimiento del mundo musical.


     Con estas fantástica recomendaciones, Brahms se apersona en Leipzig en noviembre de ese mismo año; desde ahí narra a Joachim la manera en la que fue recibido en esa casa editora: “Son gente realmente buena,  muy cordial y cálida”.  La editora acepta publicar las primeras cuatro obras: ya en diciembre aparecen la Sonata para piano en Do mayor, op. 1, y los Seis Cantos, op. 3. Y en febrero siguiente, la Sonata para piano en fa-sostenido menor, op. 2, y el Scherzo en Mi.bemol menor, op. 4.


          

                     

                                                         Portada de la primera edición de la Sonata en Do mayor,

                                                                        op. 1, expuesta por primera vez ante público por

                                                                           Brahms mismo el 17 de diciembre de 1853.


     Además,  el 17 de diciembre de 1853, Johannes Brahms debutaba como pianista solista en la legendaria sala de conciertos de Leipzig, la Gewandhaus, que a la sazón es uno de los tabernáculos de la música europea. Allí expuso su Sonata op. 1 y el Scherzo op. 4, entre otras obras. Si bien la crítica corrobora los elogiosos comentarios sobre el compositor Brahms, no muestra el mismo entusiasmo sobre Brahms el pianista. 


    Debemos confesar con verdadera y sincera alegría, que a nuestro juicio Robert Schumann no se equivocó. Hay algo elegante en las espadas del joven artista, un espíritu peculiar, el aliento fragante de una imaginación rica y floreciente, que flota a través de las obras que hemos conocido hasta ahora. Siempre que haya tal autosuficiencia, tal madurez de pensamiento en las primeras obras que se escribieron tan temprano, probablemente uno esté justificado para asumir un talento inusual…


     Eso se escribió en el periódico Leipziger Tageblatt del 18 de diciembre de 1853. Por su parte, el periódico Leipziger Zeitung, escribió el 21 de diciembre de 1853, que la ejecución pianística de Brahms


     tecnicamente no es suficiente para algunas dificultades; en general da la impresión de una imaginación libre que la de una determinada forma musical. El señor Brahms es mejor compositor que virtuoso.


Pero Brahms estaba feliz: había logrado ser incluido en uno de los catálogos musicales más codiciados de Europa e iniciaba en un recinto tan prestigiado su carrera solística, que desarrolló toda su vida.


    Se trata, qué duda cabe, de un inicio espectacular en el severo mundo musical europeo para un joven de escasos veinte años de edad, inicio que, a la vez, significó una tremenda hipoteca artística en los terrenos de la composición musical y de la ejecución pianística. El compositor Brahms "pagó" con creces la hipoteca que le fue fijada por Schumann, para regocijo de la posteridad.



Comparto este video clip sobre la vida de los Schumann y Brahms:


https://youtu.be/4SXGbr7Dk9c


Es un extracto de la película. "Song of Love":   https://en.wikipedia.org/wiki/Song_of_Love_(1947_film) 


Bibliografía:

FORNER, Johannes: Johannes Brahms in Leipzig. Geschichte einer Beziehung. Edition Peters, Leipzig, 1987


NEUNZIG, Hans A.: Brahms. Rowohlt Taschenbuch Verlag GmbH, Hamburg 1973.


DANNEMANN, Victoria: Johannes Brahms: pasiones, mitos y verdades. Entrevista a Elizabeth Subercaseaux, tataranieta de Schumann.  https://www.dw.com/es/johannes-brahms-pasiones-mitos-y-verdades/a-35941738 



                                                              Ciudad de México; el 23 de junio de 2021.


viernes, 18 de junio de 2021

MARTÍN AGUIRRE FLORES: PENSAMIENTO CARDENIANO

 El poeta Martín Aguirre Flores publicó el 17 de junio de 2021, en su muro de Facebook, el siguiente texto:

MARTÍN AGUIRRE FLORES:


PENSAMIENTO CARDENIANO 

                                                                

                                                                             (A Sergio Ismael Cárdenas Tamez)


     Así como su charla, interesante y profunda, su obra escrita y su composición musical guardan una naturalidad en su lenguaje para expresar ideas, posturas o experiencias que nos hacen reflexionar más allá de las cuestiones formales de la poesía y la música; llevando esta reflexión a terrenos externos al campo artístico como el de la vida cotidiana.


     En su amplia trayectoria, Sergio Cárdenas ha conseguido mediante el análisis, estudio y constancia una voz firme que se hace presente en su expresión original y propia que se vuelve más clara incluso en el abstracto mundo de las notas en sus composiciones musicales. Esta claridad en su obra le ha llevado a recibir múltiples reconocimientos, el más reciente por sus 50 años como compositor, convirtiéndose en uno de los compositores y directores más importantes a nivel nacional.




     En su amplia trayectoria, que lo ha llevado a dirigir algunas de las mejores orquestas de todo el mundo, ha tenido la oportunidad de conocer a grandes pensadores que le ayudaron con sus ideas al perfeccionamiento de su voz que al hacerse presente en toda su obra nos deja escuchar, como lo indica el título del libro, “La propia manera de oír el mundo”.


     Lector, traductor e intérprete de la obra de Rainer M. Rilke, quien permea ampliamente la concepción que guarda Sergio del uso y significado de la palabra escrita, respalda su idea de una expresión natural y verdadera que es el impulso de la creación artística. La obra de Sergio Cárdenas nos acerca a la asimilación de la música como un lenguaje materno y universal que viene desde dentro, lo que permite la contundencia del mensaje ya sea creado o interpretado.


     “… la música: no expresarla como una lengua que nos es extranjera, sino como una lengua que radica en nuestro corazón y se manifiesta a plenitud con naturalidad, espontaneidad y contundencia.” (Cárdenas, 2020, p. 16)


     Para el maestro conocer, comprender y compartir deben ser motores fundamentales en la exposición musical (y para cualquier exposición artística) que si bien no nos llevará a la verdad que sólo nos acerca, sí nos dará la oportunidad de vislumbrar en lo sonoro aquello que parece indecible y únicamente expresable en el momento en el que existe la música.


     Escuchar, interpretar y dirigir música, Sergio Cárdenas lo mira como un acto perteneciente a una dimensión ajena a la de este plano, un momento único en el que los sonidos nos llevan a reencontrarnos con la naturaleza de la que nos desprendimos hace mucho, acto trascendental para quien se vuelve partícipe de este espacio acústico audible.


     “…uno se esfuerza por compartir esas maravillosas vivencias porque apreciamos lo invaluable que son ante tanto valor que poseen.”(Cárdenas, 2020, p. 19)


     Defensor asiduo de la composición nacional, que ha sido desconocida y un tanto ignorada por la élite musical europea, en su libro deja ver en múltiples anécdotas el rechazo que existe por el mercado musical hacia lo no europeo, dejando entrever que musicalmente hablando, México tiene mucho más que dar al mundo que sólo intérpretes o directores, sino que obras de gran valor aún no reconocidas por el mercado musical a nivel nacional por la ausencia de un mercado musical parecido al que se maneja en el continente Europeo.


     ”Europa Central cuenta con una historia multicentenaria del mercado musical conocido como clásico […] En Alemania, por ejemplo, encontramos organismos orquestales con más de medio milenio de antigüedad, mientras en México el más antiguo se estará acercando a su primer centenario. Además en Europa existe todo un mercado/sistema de música clásica que regula todo un proceso formativo fijando parámetros claros de excelencia no sólo por lo que el arte musical en sí mismo exige, sino porque es una conditio sine qua non para el mantenimiento de este mercado, es decir, de esa economía […] nuestro país no contaba con los mecanismos o sistemas que brindarán a ese enorme potencial las condiciones que el talento musical exige, en especial por la ausencia casi total de un verdadero mercado de la música clásica.” (Cárdenas, 2020, p. 33)


     Para Sergio Cárdenas la música mexicana guarda una multiplicidad de sonidos que expresan lo propio de la cultura nacional con una voz fuerte y contundente, recibiendo así, la música mexicana de concierto, un lugar aún no reconocido por la élite musical europea, pero que tanto intérpretes como escuchas deben comenzar a darle por su valor expresivo y trascendental.


     “La gran contribución que el talento musical mexicano puede aportar al mundo es su concepción espacio-temporal de la vivencia musical, pues me parece que oye y se manifiesta en y con las dimensiones cósmicas envolventes que encontramos en el Zócalo de la ciudad de México. […] Los compositores musicales mexicanos han dado prueba a lo largo de nuestra historia, de que el constituyente esencial de la música, el fenómeno del sonido (con sus armónicos) es un valor global que, al ser reconocido e identificado, de inmediato lo han hecho suyo y lo han desarrollado manifestando su propia manera de oír el mundo, el interior y el exterior” (Cárdenas, 2020, pp. 34 - 35)


     En “La propia manera de oír el mundo” el compositor tamaulipeco retoma la importancia de la música en la sociedad así como la distribución y acceso que debe tener para toda la gente, volviendo parte fundamental del ejercicio no sólo a los intérpretes y al director, sino al escucha, que al no tener tal vez el capital cultural para entender la obra, consigue hacer, como lo explica Cárdenas, una reducción del contenido de lo que se escucha para así asimilarlo.


“… toda explicación de la música resulta una reducción de su contenido, que la música no necesita justificación […] que el ser humano sí está necesitado de música.” (Cárdenas, 2020, p. 67)


     Leer el pensamiento cardeniano, es acercarse al mundo de la música de otra forma, esbozando para quienes no somos cercanos al conocimiento de este a través de definiciones claras de los conceptos básicos de la música.  Mediante sus múltiples experiencias que nos cuenta, Sergio nos lleva a la reflexión del porvenir de la música contemporánea con tajantes y certeras explicaciones, reflejo de lo aprendido por el “disipador de tinieblas” Sergiu Celibidache, de quién aprendería gran parte de sus conocimientos de dirección musical.


     Como un caleidoscopio, este libro nos deja ver, ensayo tras ensayo, la multiplicidad de colores y sabores que tiene la música, aún más si es bien interpretada, dirigida y escrita. Sergio Cárdenas, autoridad nacional en dirección musical, en este libro nos deja una de las enseñanzas más importantes para hacer del arte el agua para la sed del alma humana, el acto de saber entender para así poder tener (sea en el arte o la vida cotidiana) la propia manera de oír el mundo.


BIBLIOGRAFÍA

Cárdenas, S. (2020) La propia manera de oír el mundo.

 Textos diversos. 

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