viernes, 17 de mayo de 2024

Texto del Maestro Luthfi Becker Anz sobre mi libro "Estaciones en la música"

 


El maestro Luthfi Becker Anz, eminente músico y laudero, fundador y exdirector de la Escuela de Laudería, del Instituto Nacional de Bellas Artes de México (Querétaro, Qro.), leyó con motivo de la presentación del libro “ESTACIONES EN LA MÚSICA” (Lecturas Mexicanas, Cuarta Serie, CONACULTA, México, 1999) el 19 de noviembre de 1999, en el Centro Cultural “...y la nave va.”, de Querétaro, Qro., el siguiente texto:

 

 

 

Volverse concientes de nuestro contenido interior

 

   Antes de empezar con la presentación de este maravilloso libro del Mtro. Sergio Cárdenas, me gustaría anteponer la corta “advertencia” que él escribió para esta obra. Cito:

   “ESTACIONES EN LA MÚSICA incluye artículos que he escrito en relación con alguna “escala” en mi peregrinar musical como director de orquesta y compositor. Me propuse escribirlos sin ceder demasiado a la tentación de las explicaciones teorico-musicales, que a veces fueron inevitables. Espero que el lector no se fatigue tanto con ellas cuando las encuentre. El volumen incluye también algunas traducciones mías de textos escritos en alemán que, de igual manera, documentan esas “escalas.”

   “Estoy convencido de que la música, cuyo lenguaje inicia cuando se agota la palabra, no requiere de explicaciones. Mi intención, que también es mi esperanza, es acercar al lector a la música. Ésta se encargará de lo demás: de cercarlo, de arrobarlo, y arroparlo, de colarse a su flujo sanguíneo para, con él, irrigar todo su cuerpo y su cotidianidad, de brindarle beatitud.”

   “ESTACIONES EN LA MÚSICA es, asimismo, una voluntad de compartir vivencias tenidas en este viaje fascinante en el que la música ha sido mi guía, mi compañera amable, celosa y generosa, siempre cariñosa.”

   “Agradezco a la señora María del Carmen Solís su valioso apoyo en la transcripción de este libro.”

   Con este introducción nos dice el autor aproximadamente de qué trata su obra, pero la verdadera dimensión de su mensaje la encontramos dentro del libro. Permítanme, señoras y señores, algunos comentarios, tal vez ya superfluos, para abundar en lo que el Mtro. Cárdenas nos dice con un lenguaje inspirado. De hecho, nos toma de la mano para enseñarnos con valentía y pudor su jardín secreto, aquel que normalmente sólo se muestra al amigo del alma. Me refiero a las cosas espirituales que, en regla general, están reservadas a los profesionales, los sacerdotes, por ejemplo. Pero aquí ya no es doctrina religiosa, es más bien comprensión de la esencia de la fuente de donde brota la creación artística. En estas “escalas” podemos sentir el deseo imperioso del amigo Sergio de anunciar con gran intensidad, para que el mundo por fin entienda, de lo que la música es en verdad. }

   Cuando habla de Mozart se abre el cielo. Nos explica la dimensión cósmica de la música de Mozart y así es. Gran parte de la humanidad vive todavía con la visión  de un mundo pequeño y antropocéntrico y los demás que creen que ya son liberados de “supersticiones” se apegan a la “realidad” de los descubrimientos de los astrofísicos que hablan de un universo hecho de radiaciones, partículas, átomos, polvos, rocas, galaxias y estrellas de todos los tamaños. Ese universo es sólo material. Sin embargo, también hay personas, aunque sean pocas, que saben que existen dimensiones, universos, muchos probablemente, que no son de naturaleza material.

   Desde que el hombre es hombre y empieza a tomar conciencia de que, en realidad, no es de aquí y que necesita expresar esta convicción a través de su creatividad, se vuelve él mismo receptáculo, canal, profeta de una o muchas dimensiones que decimos son “cósmicas” porque no tenemos otro concepto para ello. Esos mundos los podemos suponer, adivinar los que somos de raza ordinaria. Pero también hay gente extraordinaria que tiene acceso a diferentes niveles espirituales y se vuelve mediadora para facilitarnos, a los que somos toscos y cerrados, el regreso a la verdadera patria más allá del mundo mineral. Quisiera mencionar una experiencia personal: Hace muchos años conocí a un señor de Indonesia, de nombre Muhammad Suhub, de cultura y religión diferentes, respetado allá por su sabiduría y conocimientos.  Cuando le pregunté, un poco para checarlo, sabiendo también que era apegado a las tradiciones culturales de su país, qué le parecía la música de Mozart, me dijo. “Mozart recibía la música de Dios y es un mensaje al igual que el de los profetas.” Esta afirmación me quedó tan grabada en el corazón que ahora que leo el texto de Sergio Cárdenas con palabras de amor del alma y conocimiento iniciático, permanezco profundamente conmovido.

   Pero el Mtro. Cárdenas no sólo escribe sobre Mozart. Con la misma inspiración e intensidad nos acerca a la música de Schubert, nos habla del inigualable Antón Bruckner, de Gustav Mahler y de Beethoven, de Schumann y de Brahms. Dedica un comentario a la interpretación musical de Mahler de las tan conmovedoras “Canciones sobre la muerte de los niños”, de Friedrich Rückert. 

   Rückert era un protagonista muy representativo del Romanticismo alemán. Los “románticos”no eran lo que comúnmente se imagina la gente, artistas alejados de la realidad viviendo exclusivamente en un ambiente tibio de sentimientos enfermizos. No es así y tal vez requiere de una explicación: Romanticismo es una palabra derivada de “romano”, que en la Edad Media se decía de algo que no estaba escrito en latín sino en lengua vulgar, sin apego a las reglas. En el Siglo XVI se utilizaba para designar un cuento de tipo nuevo- una romana o una novela. Al principio tenía la connotación de algo falso, extraño y demasiado fantasioso. Cien años después, cambiando de gusto, adquirió un sentido elogioso, expresando un propósito pintoresco lleno de gracia.

   Decir “romanticismo” para nombrar una época, un estado de ánimo, es tan poco acertado como usar la palabra “clasicismo” o “barroco” para designar ciertos períodos de la historia del arte. A finales del Siglo XVIII la confusión semántica de esta voz fue tal, que algunos la usaban como grito de guerra contra las viejas pelucas, y otros, los conservadores y académicos, la manejaban como anatema contra los rebeldes “románticos”. En realidad, el romanticismo (o como siempre se llame), fue una revolución de la sensibilidad hacia una nueva autovaloración espiritual y social, también de la expresión artística en todos sus lenguajes.

   Goethe, el “clásico”del romanticismo, decía: “ El verdadero artista legislador tiende a alcanzar la verdad artística; el que no tiene ley, el que obedece sólo a un impulso ciego, tiende a lograr una realidad copiada de la naturaleza.” Y el admirable pintor Caspar David Friedrich dijo a su vez: “ Un cuadro debe presentarse inmediatamente como obra humana y no querer engañar como si fuera la misma naturaleza.”

   A partir del romanticismo, caso extraño, surgieron por todas partes y casi simultaneamente, de Rusia a Francia, España y América, grandes espíritus con un mensaje común: la conciencia de nuestra realidad espiritual y su realización a través del correcto manejo de la vida política, la justicia social y el respeto a los derechos humanos.

   Para mí el romanticismo todavía es vigente y apunta hacia el futuro para, ojalá, cobrar cada vez más vigor. Quisiera ilustrar con una vivencia propia una experiencia al respecto. Años atrás hice mis estudios de historia del arete en Alemania y mis andanzas me llevaron a la Bergstrasse, región en la selva negra del Palatinado. Jamás hubiera pensado encontrar en el cementerio de un pueblito la sepultura del gran poeta romántico Friedrich Hölderlin (1770-1842). El epitafio en su lápida decía en alemán:

 

Im heiligsten der Stürme

falle zusammen meine Kerkerwand

und herrlicher und freier

walle mein Geist

in das unbekannte Land.

 

(En la más sagrada de las tempestades

se derrumben los muros de mi prisión

y más gloriosa y más libre

se eleve mi alma

hacia el país desconocido.)

 

   El propósito de hablar sobre el romanticismo es explicar que Sergio Cárdenas sabe de eso y supongo que mucho mejor que un servidor. También quisiera despertar las ganas de comprar este libro sin anticipar su contenido. El que está dispuesto a disfrutar todas las páginas y comprender más con el corazón que con lamente analítica, descubrirá una obra de arte sobre obras de arte y encontrará un acceso “desde el interior”, como dice otro romántico, Friedrich von Schlegel, al maravilloso mundo de la música.

   ElMtro. Cárdenas dejó actualmente atrás lo que fue un trabajo de varios años en Guanajuato y en Querétaro. Me refiero a la creación de la Filarmó0nica del Bajío y de su sucesora, la Filarmónica de Querétaro, que necesariamente hacen parte de las “escalas” que menciona en su “advertencia”. En este libro da testimonio de su profundo compromiso con la creación musical en México y de su admiración por compositores e intérpretes. Pero sobre todo hace un desgarrador análisis sobre la situación de la educación musical en el país con fecha de agosto de 1987. Estos comentarios quedan hoy, como hace 12 años, de igual forma vigentes.

   Para cerrar la presentación de este libro que he leído con atención y verdadero placer (que siempre, en estos casos, provoca un sentimiento de optimismo que, a lo mejor, la humanidad no está tan mal y que todavía hay esperanza), quisiera evocar una imagen talvez insólita: he tenido ocasión de visitar en parís, donde viví durante muchos años, una asamblea de miembros de una cofradía Sufi originaria de Turquía y que fue fundada en el Siglo XIV. Se trataba de derviches giradores (que giran sobre sí mismos) que al son de un tambor y una flauta de carrizo (nay) giran con los ojos cerrados, el brazo y la mano derecha apuntando hacia el suelo y el brazo y la mano izquierda alzados hacia el cielo. Me explicaron que en esa actitud se volvían eslabones entre lo espiritual y lo material y que en cualquier momento uno de entre ellos podía recibir el conocimiento del que era capaz según el recipiente espiritual que traía adentro.

   No quiero divagar con mi historia, pero siento que si nos dejamos capturar, llenar, cercar, arrobar y arropar por la música (utilizando los términos del Mtro. Cárdenas), la mejor música, llegaremos a lo mismo, nos volveremos concientes de nuestro contenido interior y de que no somos de aquí. No creo que esté tan lejos de lo que nos quiere decir en su bello libro el Mtro. Sergio Cárdenas.+++

 

© Luthfi Becker Anz, México, 1999.

 


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