Un cuarto de siglo del Conaculta
Creadores subvencionados y burocracia de élite
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
ha cumplido 25 años y para ello efectuó un convivio impulsado por el presidente
Enrique Peña Nieto. Pero, ¿dónde están las políticas de Estado con respecto a
la cultura y qué se hace con ellas? Cinco creadores contestan la pregunta.
Sergio Raúl López
Ninguna
creación artística tiene, de origen, propósito alguno elitista, afirma
enfático, por su parte, el director orquestal y compositor tamaulipeco Sergio Cárdenas. Y explica: “En los
albores del siglo XX Rilke planteó, en su soneto ‘Torso arcaico de Apolo’, la
esencia de la manifestación artística: no es tanto el que uno como espectador o
receptor del arte asuma una pasividad total ante su encuentro, sino que en el
proceso mismo de contemplarlo (visual, sensual o auditivamente) es el arte el
que nos observa, el que nos mira y nos arenga: ‘Debes cambiar tu vida’. Apunta
Rilke a una de las cualidades esenciales de lo artístico: su transformante
poder comunicativo, que impacta por fuerza de su belleza, de su congruencia
interna, de la economía de sus medios expresivos, de la intensidad con la que
enuncia su contenido. Nada de esto puede ser, en sí mismo, elitista —continúa
Sergio Cárdenas—. Cierto es que con no poca frecuencia la desinformación, el
desconocimiento, la indolencia e incluso la manipulación educativa se suman a
la dificultad de apreciar lo artístico y de hacerlo de manera gozosa,
desprejuiciada, abierta. Se agrega la imposición que llevan a cabo supuestas
autoridades culturales que ni siquiera han entendido la encomienda que tienen,
pues se escudan en el rating
barato e irresponsable que abona a la distracción y el entretenimiento ante el
pavor de que el individuo pueda salirse de su control al crecer interiormente
y, por ende, cambiar su vida tras la vivencia artística. Con demasiada
frecuencia he escuchado peticiones de alcaldes, directivos de festivales y
similares, insistiendo en que los conciertos que les ofrezca incluyan sólo
‘obras facilitas’, de esas que ‘la gente puede comprender’. Con peticiones de
este talante, esos idiotas no sólo proyectan su mediocridad sino intentan a la
vez imponerla a sus comunidades. Mozart seduce en cualquier parte del mundo no
porque sea parte de un arma del imperialismo cultural centroeuropeo, sino por
la tremenda honestidad humanista con la que su música hermosa y cautivadora nos
escudriña, con la que hurga en nuestras entrañas emocionales, con la que nos
brinda un atisbo de paradisíaca eternidad”.
Concluye el ex director de las orquestas Sinfónica Nacional y Filarmónica de Querétaro: “Las artes, que son la sustancia misma de lo cultural, son verdaderas armas para la vida. No es fortuito el hecho de que la raíz etimológica de arte sea la misma que de arma: ya los antiguos romanos introdujeron ese concepto en el que el arte, por lo ya mencionado, se yergue como arma interior, emocional, creativa, energética para continuar avanzando en el devenir cotidiano hasta que uno se confirme como ser humano pleno, sensible, responsable, generoso y solidario”.
Concluye el ex director de las orquestas Sinfónica Nacional y Filarmónica de Querétaro: “Las artes, que son la sustancia misma de lo cultural, son verdaderas armas para la vida. No es fortuito el hecho de que la raíz etimológica de arte sea la misma que de arma: ya los antiguos romanos introdujeron ese concepto en el que el arte, por lo ya mencionado, se yergue como arma interior, emocional, creativa, energética para continuar avanzando en el devenir cotidiano hasta que uno se confirme como ser humano pleno, sensible, responsable, generoso y solidario”.
El
Estado tiene entre sus principales encomiendas la tarea de velar por el
desarrollo integral de la sociedad en un contexto de seguridad y paz, recuerda
Sergio Cárdenas, autor de piezas tan importantes como “Un rap para Mozart”,
“Huapangos”, “Boleros sin palabras” y “Guardián de tu soledad”, pero también la
sociedad es corresponsable de este quehacer. Así lo define: “En este contexto,
el Estado debe incidir ahí donde se han generado desbalances que atenten contra
el desarrollo integral de la sociedad. Por razones de irresponsabilidad,
ignorancia, insensibilidad y otras linduras, algunos seudoeconomistas apoyan
propuestas para que los gobiernos se desentiendan cada vez más de sus
responsabilidades para con lo artístico y lo cultural, más con lo primero que con
lo segundo. Argumentan: ‘Quien quiera arte, que lo pague de su bolsa’. Es,
desde luego, un seudoargumento, pues todos pagamos impuestos, de manera directa
o indirecta, de donde incluso salen los emolumentos para esos mismos
funcionarios. Nada hay de error en el cumplimiento de las encomiendas del
Estado cuando se aboca a apoyar la creatividad artística”.
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