“Una obra musical se debe vivenciar en su propio tiempo;
las grabaciones son simples documentos”, Sergio Cárdenas
Escrito por Juan José Flores Nava on
noviembre 20, 2014
45 años han
transcurrido desde que el maestro Sergio Cárdenas —director fundador de la
Orquesta Filarmónica de Querétaro— expusiera de manera pública una obra musical
de su autoría. Fue en 1969: el coro del Departamento de Música Sacra del
Seminario Teológico Presbiteriano de México interpretó, durante el culto de
graduación de ese año, su pequeño motete para coro mixto a capella Oh,
sálvame, Dios de amor. El propio Sergio Cárdenas, quien era uno de los
graduados, se encargó de dirigir su pieza. Tal vez es este inicio el que ha
hecho que hasta ahora un buen porcentaje de sus composiciones lo ocupe la
música vocal y, más aún, la coral.
El catálogo de obras de
Sergio Cárdenas (Ciudad Victoria, Tamaulipas, 17 de junio de 1951) incluye
alrededor de 120 piezas. Nade menos: hace unos días, el pasado 9 de noviembre,
la Radio Cultural de Alemania programaba su obra The Flower is a Key
(A Rap for Mozart), que escribió para los 12 Violonchelistas de la
Filarmónica de Berlín por encargo de ellos mismos, sobre un poema del
guanajuatense Dyma Ezban. A lo largo de la transmisión, escribiría Cárdenas un
poco más tarde, “me emocionó encontrarme en compañía de J. Brahms, E. Grieg, A.
Dvorak, K. Szymanowski, L. Bernstein, G. Gerschwin y R. Strauss”.
Quizá lo más
fundamental de la obra de Sergio Cárdenas se encuentra grabado en siete discos
compactos editados en Alemania y Polonia. Columpios y Sonrisa de amor
son sus más recientes producciones discográficas. Pero su talento y disciplina
no sólo lo han llevado a expresarse con música o a través de la música, también
lo han hecho hablarle al mundo por medio de la escritura, labor de la que dan
cuenta volúmenes como Música vocal, Allá por el norte, Un Rap
para Mozart, Estaciones en la música y Una dimensión no lineal.
Ha traducido del alemán original al español más de 80 poemas y las Elegías
Duinenses del poeta checo Rainer Maria Rilke, además de casi medio centenar
de poemas de autores alemanes contemporáneos.
Como director de
orquesta ha estado al frente de la Sinfónica de la Universidad de Música
Mozarteum, de Salzburgo, Austria (1975-1979); Sinfónica Nacional (1979-1984);
Sinfónica de Hof, Alemania, (1985-1989); Filarmónica del Bajío / Filarmónica de
Querétaro (1986-1997); Orquesta Sinfónica de El Cairo, Egipto, (2003-2004); y Orquesta
Sinfónica de la Escuela Nacional de Música-UNAM (2005 a la fecha). Para
celebrar los 45 años como compositor del maestro Sergio Cárdenas, compartimos
con los lectores de Mamborock algunos de sus postulados.
Escribir es
un acto de amor
Escribir es un
complemento importante a mi quehacer artístico. No significa transmitir
información: es un acto de amor, en tanto que expresión generosa, y es un acto
de conciencia, en tanto que expresión documental del propio devenir. De manera
similar que cuando dibujo símbolos en un papel pautado, escribir obedece a una
necesidad interior de liberar energías que se acumulan en mí durante los
diversos procesos de asimilación y maduración de la vida; son energías que me
exigen ser liberadas a fuer de que de no ser así, terminen dañándome.
Dependencia
excesiva de lo virtual
Algunos de los
principales defectos en la formación de los jóvenes en las escuelas y
conservatorios de música son el no entender el fenómeno del sonido, la
imposición del metrónomo como un elemento para quitarle al ser humano cualquier
capacidad de sentido del ritmo (reto a hacer el amor todo el tiempo siguiendo
un metrónomo) y la dependencia excesiva de lo virtual (grabaciones, teclados
electrónicos, videos). Esto último hace que al final los estudiantes ya no se
aprendan una obra desde la partitura, sino desde una grabación con todo los
aciertos y errores que ésta pueda tener.
Un gran
defecto
Algunos músicos
profesionales me lo han dicho: “Usted tiene una gran defecto: para usted lo más
importante es la música y eso a nosotros no nos interesa.” ¡Qué lástima que el
Estado gaste tanto dinero en alguien que no le interesa cumplir para lo que le
están pagando! Porque, así es: para mí cualquier actividad artísticas debe
tener como punto de partida un imperativo personal. Una necesidad personal de
que uno mismo no se siente satisfecho, de que uno mismo no es uno mismo si no
está haciendo eso. La satisfacción de sentirse completo con lo que uno hace es
una manera de trascender al propia devenir. De ahí viene el apasionamiento por
el ejercicio que uno practica. Si uno es un apasionado de la música, significa
que sin la música uno sufre. Pero si aprendo a tocar violín sólo porque mi papá
era violinista, estoy en el camino equivocado.”
Macdonalización
del fenómeno musical
Siempre he tratado de
que se incluya música mexicana en todas las agrupaciones en que he estado. Y
muchas de las personas a las que les he hablando de este deseo de incluir
música mexicana en las orquestas en lo primero que piensan es en el mariachi.
De entrada no hay nada de malo en ello. Lo malo es cuando se pretende promover
sólo al mariachi como lo más representativo de la música mexicana, porque de
entrada está discriminando una gran cantidad de manifestaciones. Si sólo es el
mariachis, ¿qué pasa con la música de los coras, de los tarahumaras, de los
pueblos purépechas; qué pasa con la música de la región del Golfo o con la de
la Huasteca…? En fin, hay tantas manifestaciones que ese intento un tanto
estadounidense de unificar la identidad nacional bajo un solo criterio, me da
la impresión de que es una especie de macdonalización del fenómeno musical,
para que en todo el país sea igual.”
El mejor
sinfonista mexicano
En mi opinión, el mejor
sinfonista hasta ahora que ha dado México se llama Candelario Huízar. Es un
compositor que en función de esa necesidad creativa era extremadamente
exigente. Son varias las obras suyas que no pueden ser tocadas por
principiantes, mucho menos por gente que no tiene un compromiso real con la
música. ¿Qué ha sucedido desde hace 50 años o más con la obra de Huízar? Pues
que los directores se resisten a hacerla porque hay que trabajar mucho, hay que
saber ensayar.
Vivir la
música en su tempo
Una obra musical se
debe vivenciar en su propio tempo. Pareciera que me contradigo porque yo mismo
he hecho muchísimas grabaciones, pero hay una diferencia entre entender, asumir
y escuchar una grabación como simple documento, a creer que es el fenómeno
musical en sí. Porque una grabación no traslada el espacio acústico (o sala de
concierto) donde se generó a cualesquiera de los lugares en donde se escucha
(la sala de mi casa, por ejemplo). Es decir, una grabación no es la vida
musical. Si lo fuera, entonces cualquier película pornográfica sería sustituto
de una experiencia sexual. La música no existe en ningún otro lado fuera del
lugar en que se da como expresión humana en vivo. Cuando deja de sonar, no
existe más.
Que la
gente aplauda
Los
jóvenes compositores en México no tienen caminos para dar a conocer su trabajo.
Nuestros directores y nuestras orquestas no les dan la posibilidad. A la par de
las autoridades, en términos generales (y sin hacer un juicio sumario porque
hay quienes hacen muy bien su trabajo), los directores de orquesta en México se
han convertido en un obstáculo gravísimo para conocer la música nueva. A ellos
lo que les importa es que al final de cada concierto la gente les aplauda.
Algunos directores se quejan de que las obras de estos jóvenes compositores
están mal hechas. Pero dicen eso porque muchas veces no las han estudiado o
ensayado correctamente. Y cuando llegan a tocar una obra, la orquesta termina
haciéndolo sin ningún tipo de involucramiento, sin ninguna seriedad, sin ningún
compromiso o profesionalismo.
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