lunes, 30 de marzo de 2015

POEMAS de ROLF LEEMANN en LA DIGNA METÁFORA


Edición del 30 de marzo, 2015.


Tres poemas
Rolf Leemann / versiones de Sergio Cárdenas


Floración
Delicadamente en vilo,
cual semilla de diente de león,
un copo de nieve se posa

sobre el dorso de mi
mano. Se ofusca, deja apenas
una meditación, un pensamiento estrella.

Oh, nota última de
un solfeo airoso: ¡vete
a formar coro con el silencio!

Hija de una tempestad
distante, aligerada aquí
con tranquilidad, ven,

señala una respiración,
derrítete desde el hielo en ella,
florece, desflorece.

Cual lágrima diminuta
me has guiado a través de una
calma suprema: el regreso a mí mismo.

Movimiento
no son pocos
los pasos lejanos que aquí escucho
los gestos graciosos de un destino cumplido


apenas me doy cuenta del dulce tintineo
el pulso ensoñador que compromete
la libertad inconcebible de las fiorituras

o el ritmo encantador, mecánico
o la desenvoltura de las escalas
las voces alternantes angelicales

y la beatitud tan grande
de reencontrar uno o la otra
o todas después de los silencios
estas naderías minúsculas
sílfides de la nada...

yo entreveo
esto que en realidad escucho:
la ligadura subyacente
inasequible
de tu espléndido
silencio
Mozart

Sin ruido
Una gaviota, meramente de paso,
el final del día señala
y la orilla a su quietud abandona.

Sus desapresuradas alas crecieron seguras
para remar la más aguda oscuridad.
Se van lentas mientras yo me agito.
Su parejo ritmo parece no tener costas...
Oh olas, oh agua y rocas,
vuestra perezosa charla me asegura.

ROLF LEEMANN (Zúrich, *1940), poeta suizo. Estudio literatura comparativa en la Universidad de Illinois (USA) y música en el Conservatorio de Winterthur (SUIZA). Ha sido profesor en la Universidad de Zurich.


viernes, 27 de marzo de 2015

miércoles, 25 de marzo de 2015

La OSEM-UNAM en la celebración de la FACULTAD DE MÚSICA-UNAM

La ORQUESTA SINFÓNICA "Estanislao Mejía", de la FACULTAD DE MÚSICA-UNAM, abrió el día de celebración con el que se festejó la transformación de la Escuela Nacional de Música-UNAM en la FACULTAD DE MÚSICA-UNAM (FaM-UNAM), transformación acordada por unanimidad por el H. Consejo Universitario de la UNAM el 5 de diciembre, 2014.

La participación de la OSEM-UNAM en la Sala Xochipilli, de la FaM-UNAM, incluyó la obertura a la ópera "Los maestros cantores de Nuremberg" (R. WAGNER), el tercer movimiento (Scherzo) de la Sinfonía no. 8, en Sol-mayor, op. 88, "Inglesa" (A. DVORAK) y la Rapsodia Rumana no.1 (G. ENESCU), obras dirigidas por DAVID EDUARDO ROCHA.










miércoles, 18 de marzo de 2015

In Memoriam ROBERTO BAÑUELAS, en La Digna Metáfora


En la página 20 de la edición correspondiente al lunes 16 de marzo, 2015, l revista cultural LA DIGNA METÁFORA publica un texto mío en homenaje al barítono mexicano ROBERTO BAÑUELAS. Mi texto se publicó incompleto; este es el texto completo:


Cual aliento dentro del soplo  divino
por Sergio Cárdenas*


La mitología griega nos narra que cuando Zeus terminó sus trabajos de la creación del mundo, preguntó a los dioses si había aún algo que le faltara. Los dioses respondieron que sí: que faltaba que dotara al hombre de la voz para que con su sonido manifestara la esencia de la divinidad, pues el sonido es el don de una deidad, es su propia voz sagrada (1)
La voz manifiesta la vibración del espacio sideral y la vibración de la razón. La voz es la manifestación del logos y del tonos, de la razón y del sonido. Cuando nos referimos a la música, que es la expresión de las Musas, esas deidades de la Grecia Antigua hijas de Zeus y dignas de adoración, nos referimos  a ese ámbito superior, diáfano y poderoso que constituye el reino del sonido.
Beethoven decía que la música es la más verdadera de todas las manifestaciones del pensamiento. Es una  manifestación que se enuncia primigeniamente a través del canto y del habla, pues ellas reflejan ese imperativo del ser humano de alcanzar un entendimiento trascendental que le permita la comprensión y la percepción  de la esencia de las cosas y, a la vez, corrobore el milagro de la existencia humana. Día a día comprobamos que cuando el ser humano es sacudido por fuerzas elementales de su realidad, surge de inmediato el canto hablado o la canción para confirmar ese milagro existencial.
En febrero de 1922, el poeta  alemán Rainer Maria Rilke (1875-1926), obedeciendo lo que él mismo llamó “un dictado superior”, escribió en pocos días las dos series de los sublimes Sonetos a Orfeo, obras cúspide de la poesía de todos los tiempos. En esta concepción órfica del devenir humano, se le exige al poeta medirse con Orfeo mismo, es decir, con esa manifestación divina en la que el canto está en el aliento del soplo divino, pues sólo ahí ese canto puede devenir en revelación verdadera, en canto de la existencia y no como un sonido enamorado de su propio efecto acústico o que vibra con vanidad en cada intervalo como un canturreo volitivo, en vez de como un canto logrado. En el Tercer Soneto de la Primera Serie, además de recurrir a metáforas bíblicas (como aquella tomada de los Evangelios en la que Jesús sentencia que será más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja a que un hombre acaudalado entre en el reino de los cielos), Rilke hace énfasis en el imperativo de liberar el canto de la apariencia, de la simulación, es decir, en que sea sólo una revelación verdadera en la que el sonido es la significación del ser del mundo, significación que está más allá del dilema de la razón y nos remite al sentido original de la filosofía: es el arte más elevado de las Musas, como afirmaba Sócrates. Alcanzado este nivel, el cantor, como el camello en la parábola bíblica referida, podrá seguir el camino de la divinidad a través de su angosta lira. No es el aplauso pasajero ni el estrellato, globalizado o no, lo que nos garantiza la integridad del canto, por más que por esas mismas presiones se nos haga abrir la boca y emitir efectos acústicos, de alturas definidas o indefinidas (2). Es el obedecer el aliento divino lo que permitirá que el canto se logre, lo que hará de esa fugacidad un momento eterno, lo que, en suma, nos confirmará lo milagroso de nuestra existencia. Así lo dice Rilke:

RAINER MARIA RILKE

Soneto a Orfeo I/3**

Un dios lo puede. Pero dime, ¿cómo un hombre
Lo ha de seguir a través de la angosta lira?
Su razón es un dilema, No se yergue ningún templo
Para Apolo en el cruce de dos caminos del corazón.

Cantar como tú lo enseñas, no es deseo
Ni finalmente promoción de algo aún no logrado;
Cantar es existir. Algo fácil para el dios.
Pero nosotros, ¿cuándo existimos? ¿Y cuándo vuelve él

La tierra y las estrellas hacia nuestro ser?
No es eso, doncel, lo que amas, aunque
La voz entonces la boca te haga abrir.

Aprende a olvidar que cantaste. Eso es pasajero.
Cantar, en verdad, es otro aliento.
Un aliento por nada. Un soplo dentro de dios. Un viento.


En el devenir musical del México contemporáneo, la figura de Roberto Bañuelas se yergue como un hito, como un punto de referencia incuestionable en el ámbito musical gracias a un canto logrado, libre de apariencias, un canto verdadero, genuino, que confirma nuestra necesidad de un entendimiento trascendental, que ha guiado nuestro espíritu y conducido nuestro corazón  por  caminos luminosos y translumbrantes que nos reafirman y fortalecen  a través de esos momentos beatíficos brindados por su canto.
Tuve el privilegio de escuchar por primera vez esta voz prodigiosa en los inicios de mis tentativas musicales a finales de la década de los 60. Asistí entonces a una presentación de la ópera Il Trovatore, de G. Verdi, en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. De inmediato Roberto Bañuelas,  cuyo rendimiento de “Il balen dil suo sorriso” aún recuerdo vívidamente, se volvió para mí un ejemplo y un parámetro. Deseaba para mí, por aquellos años, llegar algún día a alcanzar tal plenitud vocal y musical. La vida me llevaría, a final de cuentas, por otros derroteros: por los campos de la dirección y de la composición musical. Para mi fortuna, esos nuevos derroteros no me alejaron de Roberto Bañuelas y, así, pude vivir muchos momentos memorables marcados indeleblemente por la maestría vocal y artística de Roberto Bañuelas.  Hago propicia hoy la oportunidad de agradecerle, de nueva cuenta, el privilegio que me brindó de hacer música a su lado durante mi paso al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de México y de la otrora Filarmónica del Bajío, hoy Filarmónica de Querétaro.
Enlisto, a continuación, algunos extractos de oratorios, óperas o ciclos de canciones con los que compartimos escenarios, y que fueron   intervenciones inolvidables de este gran barítono mexicano: El aria “La trompeta sonará”, del oratorio Mesías, de Haendel. El aria “Basta ya”, del oratorio Elías, de Mendelssohn. La plegaria “Dios, hazme saber que mi vida tiene un fin”, de Un Requiem Alemán, de Brahms. El aria, con coro, “Apresuraos, almas impugnadas”, de la Pasión según San Juan, de Bach. El vertiginoso “Estuas interius”, de Carmina Burana, de Orff. La conmovedora personificación del Marqués de Posa en la ópera Don Carlo, de G. Verdi, o su no menos conmovedor Raimondo con su “Cessi quel contento”, de la ópera Lucia de Lammermoor, de G. Donizzeti.  A principios de la década de los 80, en el Palacio de Bellas Artes con la Sinfónica Nacional,  compartimos una hora estelar con el ciclo de canciones de “El cuerno maravilloso del doncel”, de G. Mahler, en especial con aquella canción del prisionero en la torre que proclama “Die Gedanken sind frei”: Los pensamientos son libres.  Y qué decir de las diversas ocasiones en las que en ese mismo espíritu de libertad, nos arengó en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven con el agregado que el coloso de Bonn le colocó a la oda de Schiller. “Amigos, no más estos tonos, sino entonemos algo más agradable y más lleno de alegría”.
Mi gratitud a Roberto Bañuelas por todas estas muestras de generosidad artística, muestras a las que hoy, para fortuna de nuestra Escuela Nacional de Música de la UNAM, tienen acceso las nuevas generaciones de talentos vocales a través de su vocación pedagógica. Esos jóvenes talentos,  para crecer, también deberán medirse con él y, como él, aspirar a brindar un canto verdadero, sin simulaciones, cual aliento  dentro del soplo divino.

*Profesor Titular de Carrera y del Posgrado en la Escuela Nacional de Música de la
Universidad Nacional Autónoma de México.

© Sergio Ismael Cárdenas Tamez.   Ciudad de México; el 14 de abril, 2008.

domingo, 8 de marzo de 2015

Nuevo nombre para Sinfónica de la Facultad de Música-UNAM

El H. Consejo Técnico de la Facultad de Música-UNAM, en su reunión del 25 de febrero, 2015, acordó aceptar mi propuesta de nombrar a nuestra orquesta sinfónica , "Estanislao Mejía", honrando así la memoria de quien fuera fundador de la Facultad de Música-UNAM.
A partir de ahora, nuestro nombre será

ORQUESTA SINFÓNICA "Estanislao Mejía" de la FACULTAD de MÚSICA-UNAM.

(OSEM-UNAM)



ESTANISLAO MEJÍA CASTRO (San Idelfonso Hueyotlipan, Tlaxcala, 13 de noviembre de 1882 — Ciudad de México, 15 de junio de 1967), fue un compositor musical, teórico, pedagogo y arreglista mexicano.
Comenzó su carrera de maestro en el Conservatorio Nacional de Música impartiendo clases de cornetín y de solfeo. Don Estanislao intervino para que la entonces reciente Universidad de México no se quedara sin escuela musical, fundando en 1920 la Facultad de Música-UNAM, de la que fue su director por 4 años. Ocupó el cargo de director del Conservatorio Nacional de Música. Desde ese puesto organizó la Orquesta Sinfónica Nacional, que ha dado a conocer la música mexicana. Dirigió las revistas Cultura Musical y Orientación Musical, al mismo tiempo que publicaba una columna sobre crítica musical en un periódico de circulación nacional. Fue compositor de sinfonías, piezas de gran dificultad y finura, así como poemas sinfónicos, y en 1951 hizo el arreglo del popular Jarabe Tapatío. Compuso además la ópera Edith .
Estanislao Mejía escribió un compendio de composición formado por tres volúmenes: el tomo I dedicado al Contrapunto (México, 1941); el tomo II al Canon y fuga (México, 1941); y el tomo III destinado a la Teoría de formas musicales y su aplicación (México, 1942). En 1958, por encargo de Nabor Carrillo, entonces rector de la UNAM, Mejía escribió el Tratado de contrapunto, canon y fuga, y el ritmo como base de toda composición musical.
Su marcha solemne Xicohténcatl se ejecutó en el Palacio de Bellas Artes, en el marco del homenaje al coronel Felipe Santiago Xicohténcatl. Colaboró en los periódicos “El Universal” y “Novedades” con artículos acerca de la música, sobre todo la mexicana. Además de la marcha para el coronel Felipe Santiago Xicohténcatl, compuso un homenaje a Mariano Matamoros. Organizó diversos concursos y el Segundo Congreso Nacional de Música. Murió a los 85 años en la ciudad de México, dejando a la música grandes aportaciones y un orgullo al pueblo de Hueyotlipan, Tlaxcala.

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ESTANISLAO MEJÍA: Balada Mexicana, con la OSENM-UNAM

https://www.youtube.com/watch?v=CIXkDqQ8Qpk

Nuestros nuevos logotipos, diseñados por
CLAUDIA ARAGÓN HOYO.


 

sábado, 7 de marzo de 2015

En el Festival de la Música Judía (Ciudad de México), 1980.





En mi época con la ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL de MÉXICO (1979-1984), tuve oportunidad de participar en varias ediciones del Festival de la Música Judía, entonces al cuidado del buen amigo TUVIE MAIZEL. Los programas aquí reproducidos documentan una memorable presentación semiescenificada del oratorio ELÍAS, de F. MENDELSSOHN.

Festival CHAIKOVSKI, con la OSN/México, 1980.






Del FESTIVAL CHAIKOVSKI, con la ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL de MÉXICO, en el Palacio de Bellas Artes (Ciudad de México), septiembre/octubre de 1980.

martes, 3 de marzo de 2015

En el Museo Nacional de Arquitectura, Ciudad de México.


El 3 de marzo de 2015, en el Museo Nacional de Arquitectura, del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, junto a la maqueta de este mismo palacio.