Edición del 30 de marzo, 2015.
Tres
poemas
Rolf
Leemann / versiones de Sergio Cárdenas
Floración
Delicadamente en vilo,
cual semilla de diente de león,
un copo de nieve se posa
sobre el dorso de mi
mano. Se ofusca, deja apenas
una meditación, un pensamiento estrella.
Oh, nota última de
un solfeo airoso: ¡vete
a formar coro con el silencio!
Hija de una tempestad
distante, aligerada aquí
con tranquilidad, ven,
señala una respiración,
derrítete desde el hielo en ella,
florece, desflorece.
Cual lágrima diminuta
me has guiado a través de una
calma suprema: el regreso a mí mismo.
Movimiento
no son pocos
los pasos lejanos que aquí escucho
los gestos graciosos de un destino cumplido
apenas me doy cuenta del dulce tintineo
el pulso ensoñador que compromete
la libertad inconcebible de las fiorituras
o el ritmo encantador, mecánico
o la desenvoltura de las escalas
las voces alternantes angelicales
y la beatitud tan grande
de reencontrar uno o la otra
o todas después de los silencios
estas naderías minúsculas
sílfides de la nada...
yo entreveo
esto que en realidad escucho:
la ligadura subyacente
inasequible
de tu espléndido
silencio
Mozart
Sin
ruido
Una
gaviota, meramente de paso,
el final del día señala
y la orilla a su quietud abandona.
Sus desapresuradas alas crecieron seguras
para remar la más aguda oscuridad.
Se van lentas mientras yo me agito.
Su parejo ritmo parece no tener costas...
Oh olas, oh agua y rocas,
vuestra perezosa charla me asegura.
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