Ciudad de México; 8 de junio de 2015.
La peligrosa
ascensión de la calidad musical
Sergio
Cárdenas. Foto: Alberto Pérez.
Sergio Cárdenas: medio siglo en la dirección orquestal
Víctor Jesús González
Sergio Cárdenas ha
estado en el podio orquestal desde que contaba con 14 años de edad, y ha estado
al frente de las mejores sinfónicas del mundo y no se detiene en sus diversos proyectos…
En Alemania los 124
integrantes de la orquesta más importante del planeta: la Filarmónica de
Berlín, se reunieron para elegir al sucesor de su actual director Simon Rattle.
Doce horas después de un debate preñado de ideas, no llegaron a un acuerdo.
Sergio Cárdenas, el hombre que encamina el sonido con la batuta en sus manos,
dice: “No importa. Ahí la economía y el poder esperan: la música es primero”.
Fruto de un desierto
cultural llamado Ciudad Victoria, Tamaulipas, Sergio Cárdenas (1951) se
distingue por ser el único mexicano que ha ocupado la titularidad de orquestas
sinfónicas como la de Hof en Alemania, la de la Universidad de la Música
Mozarteum en Austria y la del Cairo en Egipto; asimismo, ha compuesto obras
para los 12 Violonchelistas, grupo élite de la Filarmónica de Berlín. Con
respecto a esa tradición, explica:
―Están más allá de las veleidades, decisiones arbitrarias o frívolas de
cualquier político. Ni remotamente a la máxima autoridad, que es el alcalde de
Berlín, se le puede ocurrir intentar nombrar a alguien. Ahí es más difícil ser
director de la Filarmónica que gobernador. Es la orquesta más internacional del
mundo. Entre sus integrantes hay representantes de más de 25 países. La
decisión que tomen los va afectar los próximos 15 o 20 años. Eso significa una
repercusión en su concepción musical y presencia mediática.
Con la consigna de que
un director de orquesta no es un agente de tránsito, ni un batutero, el también ex director huésped de la Orquesta
Estatal de Weimar, Alemania, que en siglos pasados tuvo al frente a Johann
Sebastian Bach y a Franz Liszt, da la pauta para saber cómo los mexicanos
lograrían tener orquestas de esa calidad artística:
―Estoy convencido que encontramos, en términos musicales, mucho más
talento en México de manera natural que el que se halla en Europa. Sin embargo,
es muy complicado competir: ellos tienen una tradición multicentenaria, además
de un mercado activo de la música clásica. En México no hay suficientes apoyos
para quien tiene pasión por esta expresión artística. Carecemos de una política
cultura clara en la que esté definido qué se debe apoyar y por qué. Se debería
dejar el control a la gente que sabe. En nuestro país llega una solista de
primer nivel y todo el mundo se desborda en elogios, pero no hace nada para que
los artistas nacionales alcancen esa maestría que tanto aplauden. Aquí lo que
impera es la mediocridad, porque es una forma de control: si vas subiendo mucho
de nivel, puedes volverte peligroso… porque vas a exigir más.
Alumno de Herbert von
Karajan, Witold Rowicki y Sergiu Celibidache, Sergio Cárdenas reflexiona sobre
la música que, desde pequeño, encontró cuando su madre lo llevaba dulcemente a
escuchar el coro de una iglesia presbiteriana hasta los momentos cúspides de su
carrera al convertirse, por ejemplo, en director huésped de la Filarmónica de
Cámara de Polonia.
―La música, cuando llega a ser asimilada, entendida en todo su poderío,
en toda su dimensión, es divina. Con referencia a Tristan und Isolde, Nietzsche dice que si uno se dedica sólo a
escuchar la música se muere. Wagner tomó conciencia de eso, de tal forma que
recurrió a la escena, a la luz, al vestuario… para que no fuera sólo música la
que estuviera ahí, porque nos mata. La música es tocar la plenitud de la vida.
Es trascendencia y ésta debe ser el objetivo último de todo ejercicio
artístico.
Políglota, lector de
teología, filosofía y traductor, amante de la poesía alemana, el también
compositor trae a la charla a Emil Cioran para recordar que, a través de la
música, Bach traslada a quien lo escucha a las puertas del Paraíso mientras que
Mozart lo introduce y Ludwig van Beethoven, simplemente, se mide al tú por tú
con Dios. Desde este punto de vista, Cárdenas entiende la importancia de un
director musical:
―Es lo que decía Karajan: “Los músicos deben saber cuándo tocar”. En
nuestro caso, el director es el propiciador para que todas esas energías
confluyan en un solo punto. La función de quien dirige es transmitir el
carácter que el impulso de la energía musical exige en ese momento. Si es un brío
suave, dramático o violento se debe transmitir de acuerdo con la intensidad. La
grandeza de este ejercicio artístico nos abre una perspectiva inconmensurable,
una vastedad imposible de aprender. El director musical debe fundirse para
poder entrar en esos niveles de trascendencia.
Esta idea es el eje
central de un proyecto que Cárdenas ha trabajado por más de una década y que,
por fin, en febrero pasado dio resultados: la UNAM aprobó la creación de la
licenciatura en dirección musical, que “debe ayudar al aspirante a profundizar
en lo que implica el reto de la dirección para no devenir en batuteros”, afirma.
Goleador de niño, amante
del café expresso, de caminar, degustador del arte, el también profesor de la
Facultad de Música de la UNAM es autor de más de 115 piezas musicales, dos de
las cuales han sido especialmente compuestas para los Violonchelistas de la
filarmónica más importante del mundo: The
Flower is a Key (A rap for Mozart),
basada en un poema del guanajuatense Dyma Ezban, y Huapangos, obras que ya se han escuchado en países de casi todos
los continentes. Respecto a esta fase de su acción creativa, expresa:
―La composición es una energía que se va acumulando en uno y hay un
momento en que exige ser liberada, si bien es un proceso tortuoso porque debes
encontrar cuál es la sonoridad que se identifica con esa energía a punto de
estallar. Por lo tanto, el inicio de cualquier pieza, para mí, es lo más
difícil. Debo identificar la sonoridad que corresponde a esa energía. Una vez
que la encuentro, la pieza fluye solita. Pero he estado 25 horas peleándome con
la armonía, y no me he dado cuenta hasta que ya termino el último compás.
Otra de las recientes
satisfacciones del maestro es que la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional
de Música de la UNAM, que él dirige, fue invitada a participar en el Festival
Internacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles Young Euro Classic, en Berlín,
cuya su actuación en el concierto inaugural fue significativa: recibió casi
media hora de aplausos, algo inusual, pues también es la primera vez que un
colectivo estudiantil mexicano es convidado a esa fiesta berlinesa.
Sergio Cárdenas está,
musicalmente, in crescendo. En
diciembre cumple 50 años de haber dirigido su primer concierto y ya tiene
nuevos proyectos nacionales e internacionales en espera. Conocedor de la
insignificancia de la fama, el poder sonoro de sus palabras sentencia:
―El futuro radica en lo que tiene que ver con la complejidad del
espíritu humano. En este mar de porquería en el que estamos inmersos, la música
de concierto es la oportunidad que tenemos para emerger de ahí…
Foto de Alexander Kolosov.