Bosques, de José
Pablo Moncayo.
por Sergio Cárdenas*
Se cuenta que el compositor mexicano José Pablo Moncayo (Guadalajara, 29 de
junio de 1912- Ciudad de México, 16 de junio de 1958) llegaba a referirse a sí
mismo, con no poca tristeza o sarcasmo, como el José Pablo Huapango: tal era la
influencia de la popularidad que había alcanzado su célebre pieza estrenada en
1941 bajo la conducción de Carlos Chávez.
No halagaba mucho a Moncayo ese circunstancia pues, aún el día de hoy,
el resto de su legado musical sigue “bajo la sombra” de la pieza que le dio
fama. Esa pieza era considerada
por Moncayo más como una suerte de “tesis de graduación o examen profesional”
que como una obra consumada.
Habiendo tenido la suerte de contar con la guía
maestra de Candelario Huízar durante su estancia en el Conservatorio Nacional
de Música (Ciudad de México), Moncayo logró dejarnos un corpus musical que se distingue por la finura, transparencia y
efectividad, elementos que
corroboran la excelente factura de sus obras. No encontramos en ellas
elucubraciones que uno asociaría con una especie de filosofar musical, ni
acciones contestatarias que darían la idea de rompimiento con las tradiciones.
Moncayo encaja en una corriente que bien podríamos ubicar en un cierto
impresionismo nacionalista que
señala de manera directa, sin ambages, su asombro ante las expresiones
sencillas y contundentes que encuentra en lo popular, así como la frescura y
espontaneidad que caracteriza la modernidad del México post-revolucionario
influido por las aportaciones musicales de la Europa inmersa y/o recién salida
de la llamada Segunda Guerra Mundial.
Bosques, compuesta en 1954, es, a
mi parecer, la verdadera obra maestra, cumbre, de este compositor jalisciense
tan dotado de una respiración
fluida, evocativa, tierna y recia a la vez, honesta y contundente. Estrenada en
Guadalajara en 1957 bajo la conducción de su coterráneo Blas Galindo, Bosques tuvo que esperar dos décadas
para tener una segunda audición que permitió al público de la capital mexicana
conocer este magnífico ejemplo de creatividad musical mexicana.
Mi reverencia ante esta obra crece por razón sentimental: fue la obra con la
que inicié el primer concierto de mi primera temporada de conciertos en tanto
que Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, en
septiembre de 1979, organismo musical del que Moncayo había sido su primer
Director Titular. Por aquellos
años, Clara, la viuda de Moncayo, me contó que su marido visitó con frecuencia
el Parque Nacional de la Marquesa (al que cruza la autopista México-Toluca)
cuando se encontraba componiendo este cautivador poema sinfónico. No tengo
porqué dudar de esta información: escuchando Bosques podemos corroborar que así fue: el espíritu de la entereza,
vitalidad y serenidad de la vegetación, tan seductora, de ese hermoso parque,
“amenizada” por el canto de las aves que allí radican o visitan, está
manifestado de manera plena, directa y sensible en Bosques, de José Pablo Moncayo.
José Pablo Moncayo en 1948.
*Profesor Titular de Carrera
en la Facultad de Música-UNAM; Director Artístico de CONSORTIUM SONORUS, orquesta de cámara, Ciudad de México.
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