jueves, 19 de noviembre de 2020

Apreciación de MONTSERRAT CASTELLANOS sobre "La propia manera de oír el mundo"

 El miércoles 18 de noviembre, 2020, a las 19 h, en la plataforma del Museo de la Ciudad de Querétaro (México), se llevó a cabo una presentación virtual de mi libro LA PROPIA MANERA DE OÍR EL MUNDO. 

Comparto  el texto que contiene la apreciación de MONTSERRAT CASTELLANOS RAMÍREZ:


  Buenas noches. Estoy muy contenta de hablarles en la hora buena de encontrarnos aquí para comentarles sobre un libro, el nuevo libro del Maestro Cárdenas, es decir, un libro escrito por quien es el Director Sinfónico con la trayectoria musical más importante de México. 

La propia manera de oír el mundo, así se llama el libro, es un acopio de escritos diversos que el Maestro Cárdenas tuvo la gentileza de escribirnos con un estilo llano que ustedes, como yo, le agradecerán mucho, porque esos escritos tratan sobre conceptos profundos y complejos de la música. 

Ustedes saben que el arte es un tema que no se deja ni explicar, ni describir fácilmente pero no permitamos que esa dificultad nos haga caer en una imparcialidad falsa como la doctrina relativista quiere, porque lo cierto es que desde hace mucho, pero mucho tiempo, en México no esperamos ya nada de la música. Quiero decir que en general todos estamos esperando una experiencia sensorial gratificante, pero no tenemos hambre de sumergirnos en la profundidad de una verdadera experiencia artística y, tal vez ya no esperamos nada de la música, porque no sabemos explicarnos a nosotros mismos qué es y aunque tengamos sed de ideas claras sobre ella, como es muy poco lo bueno que tenemos disponible en nuestro propio idioma para meditar, pues fácilmente renunciamos a conocer de primera mano la música. Por eso les recomiendo que lean este libro del Maestro Cárdenas, porque nos regala el lujo de entender mejor la compleja y abstracta naturaleza de la música, que además, nos expone de la mejor manera en que uno puede aprender de los grandes: contándonos su propia historia de vida. 

Yo disfruté mucho leyendo éste libro porque sentía que estaba cerquita del Maestro Cárdenas y que me estaba contando las vivencias que lo forjaron y que hicieron de él y de la música un entrecruzado que borró sus fronteras. Todo su libro lo refleja. Continuamente nos remite al título: La propia manera de oír el mundo, donde la palabra clave se encuentra en el verbo oír, porque para el Maestro Cárdenas la música es, como lo aprendió del gran Celibidache, no sólo disciplina, orden, elegancia, ondas que llenan el espacio. No. El Cuarto Arte es para el Maestro Cárdenas un acontecimiento sonoro con el que aprendió a intrincarse. 

Pero aunque hay mucho que decir del libro, no quiero arruinarles su lectura, ni hacerles un reporte de escuelita ¡Cómprenlo, léanlo! Todos lo pueden ordenar a la tienda de Amazon. No es un libro costoso para la mayoría y pueden regalarlo sabiendo que es un libro valioso, porque no es un libro más de los tantísimos que a cada rato salen, porque ya es cosa común que cualquiera pueda publicar, creyendo que con pegar palabras está haciendo cultura. Básteme con lo dicho para insistir en que lo lean y saquen ustedes sus propias conclusiones. 

Verán, yo no les voy a hablar más del libro que de su escritor, porque yo creo que no hay mayor, ni mejor homenaje para un autor, que acercar al público a su obra y para que la entiendan mejor quiero concentrarme en hablarles del Maestro Cárdenas, de su vida, para que lo conozcan y dimensionen mejor quién es éste Director Sinfónico mexicano, que contra todo pronóstico, recorrió un largo camino desde jovencito para llegar de Tamaulipas hasta la cuna de Mozart, a la ciudad icónica de Salzburgo en Austria, territorio donde los músicos más grandes van, tarde o temprano, a rendir su genio frente a sus muros centenarios. La historia siempre nos ha mostrado a lo largo de todas sus épocas que hay lugares donde la cultura florece con mayor intensidad y Salzburgo es a la música, lo que Alejandría fue a las letras. 

Imagínense ustedes a un jovencito de quince años llegado al Seminario Teológico Presbiteriano de México, como tantos llegan cada año. Yo he sido maestra en ese seminario aquí, en la Ciudad de México, en la licenciatura y el posgrado de teología y, si bien ésta institución es reconocida por ser el primer seminario teológico protestante fundado en Hispanoamérica, también es verdad que llega a poner a sus alumnos bajo el influjo de grandes formadores, o deformadores, según la institución religiosa lo permita y literalmente lo permita porque la institución no privilegia conocimiento, sino seguimiento, como tantas otras. 

Bueno, pues ahí, en este senderito, el Maestro Cárdenas comenzó su camino, uno que lo llevó a desembocar a otro más ancho, al Estado de Nueva Jersey, a la renombrada Princeton donde reside todavía, porque hay polémica, el famoso Westminster Choir College, para concluir sus estudios que terminó, además, con mención honorífica cum laude. 

Estos logros se alaban mucho, pero poco nos detenemos a considerar el cómo; cómo se logra pasar de aquí a allá, donde allá no significa fuera del país, ni una gran escuela que lo educó para alcanzar la madurez del genio que llamamos hoy Sergio Cárdenas, sino meditar sinceramente cómo el tamaulipeco superó que a sus quince años ya iba tarde, ya era, por así decirlo, viejo para emprender una carrera profesional en la música culta. 

Ustedes saben bien que los privilegios de una familia pueden financiar carreras y entonces, el talento es lo de menos. En nuestro país, como en muchos otros, uno puede producirse un buen nombre merced del apellido, del poder o del contubernio con los círculos de poder considerados cultos. Pero en cambio, tener talento y no poder financiarlo, es vaticinio de la extinción de la cultura. En México llevamos y traemos la palabra cultura al borde de lo escandaloso, de la vergüenza. El Maestro Cárdenas no ha dejado de lidiar con ésta situación toda su vida, sobre la que contra muchos obstáculos, consiguió mantenerse en posibilidad de continuar su camino. 

Verán, yo quiero hacer énfasis aquí en que por encima de la información, está la formación. Ella es la que nos da criterios y nos permite esquematizar y jerarquizar la información para amasar el pensamiento crítico. El Maestro Cárdenas, por eso, al estudiar en los centros de cultura más sobresalientes del mundo en el campo musical, como lo fue Austria en el famoso Mozarteum de Salzburgo, estuvo expuesto a las mejores mentes y a los mejores talentos de los que pudiera alimentarse e influirse para dar todo el fruto de su propio genio. 

Yo me imagino al Maestro Cárdenas viviendo como en el núcleo mismo del Renacimiento, en Florencia, donde al caminar por cualquier callejuela uno podía toparse con una estatua de la factura de Miguel Ángel; admirar las construcciones de Brunelleschi, y un poco más adelante, ver al mismísimo Leonardo DaVinci liberar unos pajarillos en un mercado; y en la siguiente esquina, admirar una puerta hermosamente labrada por Ghiberti; y en un rincón oscuro, ver al Magnífico agachar su oído a la boca de Maquiavelo. 

Aún con todo ello, aún rodeado de tantas potencias humanas, no será sino hasta que conoce al hito Celibidache, que el Maestro Cárdenas sufrirá la influencia definitiva y surgirá con rotunda independencia, ya no como el estudiante que recibe todo hecho, que busca en los maestros su propio reflejo. 

Entonces, preguntaba yo que cómo se llega de Tamaulipas hasta las enseñanzas de un Celibidache. Cómo se pasa de ser un adolescente rezagado en conocimientos, como tantos jóvenes en nuestro país, a llegar a convertirse en el único Director Sinfónico mexicano capaz de poseer la titularidad de Orquestas Sinfónicas de la envergadura como la de la Universidad Mozarteum; la Sinfónica de Hof en Alemania; la de El Cairo en Egipto; y aquí en México de la Sinfónica Nacional, de la Filarmónica de Querétaro, de la Escuela Nacional de Música y, en fin, llegar a convertirse en un verdadero legado en composiciones, arreglos, traducciones, grabaciones y mucho más que ustedes, por favor, deben consultar con detenimiento para conocer toda su obra... bueno, pues, reitero ¡¿Cómo se llega?! o ¡¿Cómo llegó?! 

Pues al Maestro Cárdenas le costó lo que a todo ser humano que consideramos grande le cuesta: le costó entregarse a su misión. Ustedes saben que las misiones abundan, pero lo que nos conmueve de ellas hasta la admiración es que nos revelen no sólo un poco del sentido para el que sentimos vivir, sino que nos revelen contundentemente toda la omnipotencia de nuestra propia voluntad para consagrarnos a un quehacer, sin el cual ser nosotros mismos, sería imposible. 

San Agustín decía algo que me gusta muchísimo y que el Maestro Cárdenas me recuerda: Amor meus, pondus meum, illo feror, quocumque feror: “amor mío, valía mía, por él soy llevado, donde quiera que soy llevado”. Así llegó el Maestro Sergio Cárdenas de Tamaulipas hasta los grandes escenarios del mundo. 

La vida es siempre tener necesidades, pero más que eso, nos define un ansia, un afán, un amor que llevó, en este caso al Maestro Cárdenas, al recorrido interior de la vivencia profunda de la música, donde también encontró un camino para reflexionar el sentido de lo humano frente a lo trascendente, quiero decir, lo que concierne a la forma en que nos relacionamos respecto a todo con las tensiones mismas que nos produce entender y conocer la realidad compleja. Pero ustedes se preguntarán ¿Qué es la realidad? Eso tan complejo y que la música, como la filosofía, nos pone también a la mesa. 

Por ejemplo, ustedes se van a asombrar mucho, como yo la primera vez que lo supe, de que el concepto realidad no existía para los griegos antiguos. Realidad es un concepto ya posterior tomado de la palabra latina res. 

Etimológicamente la palabra realidad sería algo así como coseidad (por favor, disculpen ustedes la palabrota. Éste tipo de términos se usan mucho ahora para fingir que pensamos). Sin embargo, por coseidad queremos decir algo básico: lo que hace que la cosa sea cosa. 

Ahora bien, imagínense no tener disponible hoy el concepto de realidad en la vida. Bueno, pues los griegos, los desarrolladores del pensamiento crítico occidental y de los conocimientos físicos y metafísicos analíticos, carecían del concepto de realidad. Ellos tenían algo más complejo, diría yo: la palabra verdad. La palabra para verdad en griego es ἀλήθεια y procede del verbo griego λανθάνω. Λανθάνω significa pasar por alto, pasar de ser percibido. Οbviar algo que ahí está, pero que no lo veo, no lo noto, lo omito. 

Así que ἀλἠθεια es lo contrario de λανθάνω, porque se escribe con una alfa al comienzo que llamamos alfa privativa. Por ejemplo, como en la palabra arritmia, es decir, que no tiene ritmo. 

Por tanto, lo que traducimos como verdad quiere decir lo que no pasamos por alto, lo que no obviamos. Lo que está ahí y yo soy lo suficientemente perspicuo para notarlo, para darme cuenta de su presencia y no omitirla. 

A partir de éste razonamiento, el concepto de realidad derivado de la palabra res en latín (acordémonos siempre que la característica intelectual romana es ser prácticos) y de ἀλἠθεια, que en griego significa que la verdad es lo que no pasamos por alto, tienen su diferencia en aquello que es susceptible de ser apercibido por el ser humano. Es decir, los griegos aspiran a percibir más allá de la res, más allá de las cosas, de lo que llamamos el mundo sensible. La ἀλἠθεια tienen implícito que la verdad existe, que está ahí, aunque la omito y aunque no puedo asirla toda, su entraña es advertirla, agudizar la percepción para no pasarla de largo, porque la percepción, al fin y al cabo, tiene el propósito más humilde y más fundamental: servir a la vida en sí misma, para posibilitar que la vida sea más anchamente vivida, más vital y la música para el Maestro Cárdenas está impregnada de esos terrenos suprasensibles de la percepción. 

Yo decía, por eso, que el Maestro Cárdenas nos entrega en este libro el regalo de entender conceptos abstractos y conocimientos clave de la música en general, pero, también decía que, cuando al talento no es posible financiarlo, avecinamos la extinción de la cultura. 

Fíjense que este es uno de los problemas más dramáticos que tenemos hoy día: rara vez la genialidad de los niños y de los jóvenes será educada, pero lo más trágico de todo, lo primero que aniquila su talento, será no poder suplir sus necesidades básicas; después, si pudo cubrirlas, a esta tragedia se le sumará otra también gravísima, que la educación, las más de las veces, será la propia asesina de esa genialidad, porque cuando la institución exalta la burocracia y cuando la cultura se vuelve servilismo a la letra, producimos una sociedad cortesana. Ahí tienen ustedes un ejemplo de lo que digo: la Escuela Nacional de Música (Facultad de Música-UNAM) en manos de la dirección de un miembro de la familia Frenk, violentando impunemente tanto la ley laboral, como empleando el poder para difamar al Maestro Cárdenas. Es un ejemplo de cómo la corrupción es mucho más que salirse de lo ético, de la ley o del honor. 

El tipo de corrupción que se da en los medios intelectuales de México es una deformación muy particular que tiene que ver con nuestro sistema de anhelos y de quereres como individuos y como parte del conglomerado social. 

Implícitamente nos volvemos promotores de la mediocridad. La solapamos porque le permitimos a farsantes no sólo abusar del capricho del poder, sino lo que es peor, los fijamos como estándar, les permitimos operar como símbolos de cultura y entonces la cultura se vuelve impotente como búsqueda reflexiva en la región de nuestros gustos. 

El Maestro Sergio Cárdenas es un hombre enemistado con la mediocridad, entonces, ya se pueden ustedes imaginar cuántos detractores tiene un hombre que insiste por método en hacer mejor lo ya hecho. 

Pero fíjense, esta situación es una muy vieja, muy larga y muy pesada historia que se repite en espiral, como reiterándonos lo importante que es estar revocando nuestro propio conocimiento. Si comparamos nuestra situación actual con otros momentos de la historia nos vamos a encontrar, por ejemplo, que hacia finales de la Edad Media, de pronto las universidades están capturadas por una hegemonía de pensamiento, la tomista, que era casi como un credo que desautorizaba todo pensamiento independiente, sobretodo si intentaba producir algo fuera él. 

En aquel entonces, ese intento de supresión, forzó a las mejores mentes a buscar fuera de las universidades lugares dónde poder ejercitarse e intentar hacer cultura, de modo que se fundaron grupos independientes a ellas, las famosas academias, que nacen en grupos de estudio en sus casas, en grupos de estudio separados de la institución oficial que fueron quienes le dieron realmente vitalidad a la cultura porque las universidades ya no eran más que organizaciones anquilosadas. Vuelve a ocurrir lo mismo, por ejemplo, en Gran Bretaña en la era victoriana. También las grandes universidades estaban capturadas por éste tipo de mente que ya no revoca su saber y la gente con dinero, los estudiosos con posibilidad económica, generan en aquel entonces grupos alternos llamados sociedades de investigación para poder tratar de cultivar su propio campo de estudio. 

Con la posmodernidad, me parece, nos topamos con la misma situación. Las universidades están retacadas de gente mediocre, sin capacidad de una producción verdaderamente relevante. Además, ahora nos marca la obsesión de ser originales, por supuesto en el peor de los sentidos, en una pavorosa superficialidad de publicar, publicar y publicar sin importar la calidad; la pavorosa superficialidad de ser mediáticos, de ser vistos, de ser escuchados, incluso a costa de abusar de las palabras obscureciéndolas, como afirma, por ejemplo, el físico Alan Sokal. Todo eso son ahora, también, las universidades e instituciones culturales y, entonces, yo tengo muy claro que el conflicto que la Escuela Nacional de Música  (Facultad de Música-UNAM) tuvo con el Maestro Cárdenas a manos de Frenk, posee una raíz mucho más profunda que la mera laboral: se trata de una incompatibilidad que tiene más que ver con vivir cómodamente sin autocrítica y con el único interés de ser fieles sólo a sus propias limitaciones. Es un sistema sin vida, con un pie puesto en la ilusión de sentirse a sí mismos arribados a tiempos mejores que todo el pasado en su conjunto; y con el otro pie firmemente afianzado en la incapacidad para renovar los propios deseos y necesidades. 

¡Ésta es la vida del Maestro Cárdenas en la vida de su tiempo! Es por ello, entre muchas otras razones, que estoy tan contenta de estar aquí con ustedes y con la Dra. Roitman, con el Maestro Plancarte y con el Maestro Viesca en la hora buena de que el Maestro Cárdenas haya publicado éste libro y de que instituciones como el Museo de la Ciudad de Querétaro (la ciudad que es cuna de la Independencia de nuestro país) haga éste tipo de eventos, porque nos hace falta que hombres de la factura del titán tamaulipeco Sergio Cárdenas nos comparta la inextinguible llama que en su interior le permitió crear su grandiosa manera de oír el mundo. 

                                                                                                                  Montserrat Castellanos-Rmz. 



Montserrat Castellanos Ramírez es Licenciada en Ciencias Bíblicas y en Filosofía de la Religión por el Museo de las Sagradas Escrituras, con estudios de especialización en dialectos griegos antiguos y contemporáneos así como en filología clásica y poética hispánica. Ha sido catedrática en diversas instituciones como el Museo Maná de las Sagradas Escrituras, el Miami International Seminary, el Seminario Teológico Presbiteriano de México, la Escuela Bíblica Central para Misioneras, la Facultad de Estudios Superiores en Humanidades y Teología, la Fundación Eliashitta para la Investigación Bíblica y el International Center L.F.C. Tischendorf for Training in Biblical Sciences. Es autora y coautora de diversos artículos de investigación original y de difusión general; ha sido receptora de la beca Rey David otorgada por la Eliashitte Fondation pour la Recherche Biblique y es miembro desde el año 2006 de la Sociedad Mexicana de Estudios Clásicos. Actualmente se desempeña como Directora del Departamento de Griego del International Center L.F.C. Tischendorf for Training in Biblical Sciences. 





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