lunes, 20 de septiembre de 2021

Con la Orquesta de Cámara de Ansbach, Alemania

 

Concierto de la Orquesta de Cámara de Ansbach en la Sala Onoldia

Rapidez y la magia de la lentitud

El director y compositor Sergio Cárdenas con Mozart, Beethoven y obras propias.

ANSBACH .- Orquestas semiprofesionales: a menudo se “exprimen” mucho más allá de sus capacidades y se las lleva sin piedad al límite con un repertorio difícil, que no es un placer particular para los oyentes ni para los intérpretes. Pero si un conjunto así tiene la oportunidad de actuar a su alcance, el resultado es lo que mostró la Orquesta de Cámara de Ansbach a cargo del director invitado, el  mexicano Sergio Cárdenas, en la Sala  Onoldia: la sofisticación de un pequeño cuerpo sonoro.

     El programa es un mosaico posmoderno de contemporáneo: composiciones del  director huésped y "estándares" del clásico vienés, todo mantenido junto por la dirección inspirada y entusiasta de Cárdenas y la ejecución sorprendentemente precisa y sedosa del aparato de cuerda de la orquesta de cámara.

     El compositor Sergio Cárdenas. (nacido en 1951) lo caracteriza una capacidad como de un camaleón, con una diversidad difícil de captar. Su pieza orquestal, escrita para Albert Baumann, de Ansbach y estrenada esa noche, “Humo azul en la penumbra,  del ciclo “Material no abrasivo”, nos recuerda, en su dramatismo, a la “Obertura Cubana”, de G. Gershwin, con su explosividad cinematográfica-musical,

     El “Mensajero alado”, de Cárdenas (dedicada a su mecenas Ludwig Baumann), para flauta y orquesta de cuerdas,  está muy cerca del impresionismo tardío, hilvanado con una tonalidad libre, como la cultivó el Hindemith en su época mediana. Es una obra confesional en la que el flautista polaco Marcin Kaminski demostró su virtuosismo, que le permitió mostrar su cuidado de las estructuras internas, así como su fuerza emocional. 

     El concierto de Wolfgang Amadé Mozart para flauta, en Re mayor (KV 314) fue tocado magistralmente por Kaminski, en un tono inquietante y conversacional, no como una pequeña charla cortés y sin importancia entre solista y orquesta, sino como una discusión bastante acalorada en la que Kaminski puso acentos claros en las fogosas cadencias. 

     Al final, la Cuarta Sinfonía, en si bemol mayor (op.60), de Beethoven, que muestra una interesante vía intermedia de interpretación: los movimientos exteriores se mueven rápidamente, como los hemos oído del  gurú historiador Roger Norrington, pero con énfasis articulatorio. Los movimientos centrales (Adagio y Minuetto) son  celebrados por Sergio Cárdenas con especial entusiasmo, descubriendo la magia de la lentitud para sí mismo, lo que la Orquesta de Cámara de Ansbach resuelve fácilmente, y deja brillar los estados de ánimo, permitiendo que los sonidos se hilvanen en la sala con densidad: Beethoven para los de refinado paladar. 

Hans von Draminski

Fränkische LandesZeitung, 29 de enero de 2001

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