Extracto de la
TERCERA de las ELEGÍAS DUINENSES, de RAINER MARIA RILKE:
Madre, tú lo hiciste pequeño, tú fuiste la que lo inició;
era nuevo para ti, tú inclinaste el mundo amistoso
sobre los nuevos ojos y alejaste al extraño.
¿Do están los años en los que tú con sencillez
lo protegiste de las olas del caos con tu delgada figura?
Así le ocultaste muchas cosas: hiciste inofensiva la sospechosa
habitación nocturna; mezclaste espacio humano en su
espacio nocturno con tu corazón lleno de refugio.
No en la oscuridad, no, sino en lo más cerca de tu ser
colocaste la lámpara nocturna, que alumbró como amistad.
Ningún rechinido que no hayas explicado sonriendo,
como si supieras de antemano cúando haría así la duela...
Y él escuchaba y se calmaba. De todo eso era capaz
la ternura de tu vigilia......
(Traducción de Sergio Ismael Cárdenas Tamez, desde el alemán original).
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