El 28 de agosto de 1967
En el verano de 1966, tras terminar mis estudios de Secundaria en mi natal Cd. Victoria (Tam, México), me mudé a la Ciudad de México, donde mi familia ya residía desde un año antes. Mis deseos de incorporarme al Departamento de Música Sacra del Seminario Teológico Presbiteriano de México, se vieron realizados cuando un hermano de mi madre, el tío Roberto, habló al respecto con su cuñado, el Prof. Oscar Rodríguez, a la sazón Director del referido Departamento. Con generosidad, el Prof. Rodríguez accedió a que me incorporara como oyente, pues el segundo semestre de ese año lectivo ya había iniciado; me recomendaba que, en todo caso, me inscribiera para iniciar formalmente mis estudios ahí, al siguiente ciclo, a partir de febrero, 1967.
Así sucedió, para mi fortuna. Conocí, entonces, a compañeros entrañables que con su afecto y generosa amistad, ayudaron mi travesía por ese, que entonces era un magnífico Departamento de Música Sacra.
Una de mis conocencias de entonces, fue la soprano chiapaneca Evelia Barrios, quien, si no mal recuerdo, cursaba ya el 2do. año de estudios. Evelia había comenzado a dirigir el Coro de la (entonces) Congregación Presbiteriana "Horeb", de la Col. 20 de Noviembre, de la capital mexicana. Sin embargo, por compromisos contraídos con su Presbiterio, Evelia tenía necesidad de ausentarse por varias semanas para cumplir con encomiendas de ese Presbiterio en su natal Chiapas.
Fue así que, tras consultar el punto con el Prof. Rodríguez, Evelia me preguntó un buen día a inicios de 1967, si tendría yo algún interés en asumir la dirección de "su" coro de la Col. 20 de Noviembre. Mi respuesta inmediata, espontánea, fue: "Pero claro, me interesa mucho". Se consultó con el Pbro. Samuel Trujillo, quien tenía a su cargo a mencionada congregación y él aceptó de inmediato.
Contaba yo con 16 años de edad, cuando asumí, con enorme alegría, la conducción del Coro "Horeb". Estaba integrado por miembros de la congregación, ninguno de ellos músico o estudiante de música, sino que se desempeñaban como médicos, profesores, empleados de librerías, contadores públicos, joyeros, etc.
Para mí, esa oportunidad tenía un tremendo significado, pues me imponía el reto de configurar un grupo que pudiera abordar obras de la literatura coral sacra, para complementar los cultos dominicales en los que, semana a semana, participábamos.
Por entonces, salvo estudios muy esporádicos de música, yo apenas empezaba el estudio formal de la música, abordando asignaturas como armonía, solfeo, historia de la música, dirección coral, piano, canto, etc.
Por esa misma época, fui aceptado en la Escuela Nacional Preparatorio no. 6, de Coyoacán, por lo que durante los años 1967-1969, estudié, de manera simultánea, la preparatoria y la música sacra.
Mis horarios de actividades semanales era: de martes a sábado, de la 8 a las 13 h: en el Departamento de Música Sacra (en Coyoacán); de lunes a viernes, de las 16 a las 22 h: en la preparatoria. Los sábados por la tarde me trasladaba hasta la Col. 20 de Noviembre, para ensayar con el coro de las 17 a las 19 h. Los domingos, atendía mis responsabilidades en los diferentes servicios religiosos: a las 10 h: la Escuela Dominical, donde daba clases de Biblia; a las 11:30: en el Culto Dominical, donde acompañaba al piano los himnos y dirigía las participaciones del coro. A las 16 h: la Reunión de los Jóvenes; de 17 a 19: ensayo del coro; a las 19:30: servicio religioso nocturno. Después de eso, regresaba yo a Coyoacán, para preparar las actividades de la siguiente semana.
Por los servicios que brindaba a esa Congregación semana tras semana, me pagaban $50.00 (cincuenta pesos m.n.) mensuales.
Tras meses de intensos y emotivos ensayos, el 28 de agosto de 1967 pudimos presentar lo que para mí constituyó el primer concierto que dirigía en la Ciudad de México, en este caso, con el Coro "Horeb".
No he terminado, ni creo terminar nunca, de agradecer la grandiosa oportunidad, forjadora de mi carrera, de haber dirigido tres años ese simpático y entusiasta ensamble coral, años en los que, en todo momento, conté con el apoyo decidido del Pastor, Pbro. Samuel Trujillo (qepd), y de las autoridades de la congregación, pero en especial, del apoyo brindado por los integrantes del coro quienes, a pesar de mi notoria juventud, siempre respetaron a cabalidad todas mis instrucciones musicales y organizacionales que les di. A todos ellos, mi sentida gratitud y mejores deseos para sus vidas!
Comparto esta foto de ese concierto, tomada por quien entonces era mi colega en el Departamento de Música del Seminario, el oaxaqueño Israel Rivera Pérez (qepd), cuyo desempeño de entonces fue mi guía en repetidas ocasiones. Y, desde luego, a la soprano Evelia Barrios, cuya recomendación hizo encaminar mis pasos hacia la conducción del Coro "Horeb".
La soprano chiapaneca Evelia Barrios.
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