sábado, 5 de diciembre de 2015

La OSEM escribe sobre la "Misa de Réquiem", de G. VERDI.

          Integrantes de la OSEM-UNAM escriben sobre la "Misa de Réquiem", de G. VERDI



Los días 23 y 25 de octubre, 2015, la ORQUESTA SINFÓNICA "Estanislao Mejía", de la Facultad de Música-UNAM (OSEM-UNAM), en colaboración con mágníficos solistas vocales y ensambles corales, presentó en la Sala Nezahualcóyotl la "Misa de Réquiem", de G. VERDI.  En el contexto de este acontecimiento, solicité a los integrantes de la OSEM-UNAM, un texto, de no más de 2 cuartillas, en el que plasmaran su vivencia o reflexión sobre el estudio y la exposición pública de la obra referida. Informé a los integrantes inscritos en la asignatura "Conjuntos Orquestales", que puede ser calificada por su pertenencia  a la OSEM-UNAM, que el escrito de marras tendría el valor de un (1) punto en la caificación semestral.
Todos me entregaron sus textos, bastante emotivos la mayoría de ellos y, de manera invariable, manifestando lo mucho que la participación en el estudio y la exposición pública de esa célebra página verdiana, significó en sus vidas.
A continuación, comparto algunos de esos textos, todos con la anuencia de sus respectivos autores. Se presentan por orden alfabético.

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 RICARDO EMMANUEL ANGUIANO FONSECA, tubista

Crónica. Réquiem de Verdi.

 Crónica de una muerte anunciada, ronda por mis recuerdos esta obra de Gabriel García Márquez, y la asocio ahora, tal vez, por el rumbo que apunta este escrito y la temática precisamente de la misa de Réquiem, la muerte. En el título de este libro se nos indica todo: hay una muerte por suerte de asesinato, no hay novedad en ello; desde el inicio se nos adelanta el “final”  del libro, y en este caso, cuando sabemos el , nos preocupamos por el porque, pienso, ahí reside lo artístico, lo verdaderamente trascendente. No la maestría con que podamos memorizar el alfabeto completo, o el poder articular palabras a una velocidad ininteligible, sino la capacidad para poder crear y apreciar con ellas la bella poesía, el goce del lenguaje por las palabras mismas. En este mismo sentido puedo afirmar que al hablar sobre Verdi y su Réquiem, al menos para mí, no necesito saber qué gran obra estoy a punto de escuchar. De nada serviría dejarme llevar por su incuestionable fama para describirla si no  significara nada para mí; su importancia radica precisamente en la huella que me ha dejado tras interpretar y ser partícipe de su creación.
Particularmente esta obra contiene y me satisface en varios aspectos: contrastes y minuciosidad en los detalles; líneas melódicas que parecen traer noticias de lo más profundo de nosotros mismos, como si NO fuera cierto que vivimos tan distanciados de uno mismo; una violencia exacerbada, de verdad, vigorizante sin necesidad de faramallas de ningún tipo; miedo; y una paz que es difícil de describir y disfrutar (a veces) fuera la obra, pero que deja la satisfacción que la energía que transmite no muere con el último acorde de la obra, sino que dura más, mucho más y se queda consolidada  en nosotros como información valiosa.
Curiosamente mis partes favoritas de la obra son recitativos y partes corales. Y digo curiosamente porque uno esperaría que las partes con más “acción” fueran las preferidas para un tubista que pasa contando compases más de media obra, a lo que puedo responder que ciertamente los momentos climáticos en esta pieza son espectaculares en ambos lados del escenario, pero también hay momentos de introspección, de epifanías y serendipias. Esos momentos de comunicación íntegra de uno mismo que mencionaba líneas arriba y  que, quizá, por lo simbólicas y significativas que han sido para mí, llegué a valorar tanto. Pero fuera de mi contexto personal, estoy seguro que este contacto está implícito dentro la música misma, y que alguno que otro afortunado ha podido y podrá encontrar concilio; cada quien en diferentes lugares, respondiendo de igual forma a distintas cuestiones pero, al final, no podrá pasar por alto todo lo que la música nos dice y cuestiona. Claro, a no ser que no quiera oírlo.
A grandes rasgos este es mi juicio valorativo y mi experiencia con esta obra. Incluso me resulta difícil expresar en palabras lo que presencié por medio de un lenguaje inarticulado, independientemente del texto y el significado concreto de sus palabras; el discurso completo, el tejido maravilloso  resultante, es el cómo que se convierte en trascendental por medio de la experiencia personal.

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Omar Felgueres Albarrán, violinista, Principal de Violines II.                       

 Escrito sobre Réquiem de Verdi                                               
22 de Octubre de 2015

Hola maestro. Necesitaba escribir esto justo después de haber estado en el ensayo general del Réquiem, disfrutando de una copa de vino y recordando todo lo sucedido ese día, el cual ha quedado “impreso en mi memoria poética” como dice el buen Kundera.
Primero que nada me siento demasiado feliz y emocionado de formar parte de un fenómeno de tanta magnitud. No puedo creer que tanta gente esté junta reviviendo una obra de ese tamaño. Desde que escucho las primeras notas de los cellos, el coro apenas susurrando y esa melodía de los violines  tan melancólica y cargada de sentimiento, empiezo a sentirme vivo y conmovido. No puedo comprender la conjunción de ver cómo sus manos se mueven con una fluidez y suavidad “mágica” y cómo todos se conectan, haciendo lo que cada quien sabe hacer; con todo y nuestros problemas, virtudes y bla bla bla… ahí estamos, juntos, conectados como si fuéramos un Universo.
Sepa usted que tocar un Réquiem para mí ha sido una de las experiencias más extrañas y sublimes. Sepa usted que mi vida después de esto no es la misma. Que recuerdo a mi hermano Alan quien falleció a los 21 años y que de alguna forma creo que su esencia sabe que estoy ahí, viviendo esto y pensando en él. Escuchar las voces de tanta gente junta y la de esos solistas, sólo hace sentirme muchísimo más humano y vulnerable a éstos fenómenos sonoros que difícilmente comprenderemos del todo. En éste primer ensayo durante el intermedio segundos después de haber parado de tocar me quedé helado… Sabía que lo que estábamos haciendo era un rollo demasiado denso… Me quedé ensimismado, introspectivo y con mis sentimientos completamente desnudos. No me importa que me critiquen y que digan que me tomo las cosas muy en serio, pero llegó a desbalancearme y molestar un poco que después del intermedio todos se desconectaran y volvieran tan rápido y fácil a su cotidianeidad, riendo y hablando normalmente después de haber vivido algo tan serio e indescriptible… Pero supongo que así debe ser, más vale desconectarse rápidamente de todo esto porque los resultados pueden ser devastadores…
Pienso en mí y en todos, en que todos vamos a morir. En la gente que muere cada día, los que mueren o no de forma violenta y lo doloroso que es cada pérdida. ¡¿Cuánto sufrimiento existe día a día, hora tras hora en todo el mundo?!
Sin embargo ahí está éste Réquiem, éste momento, eso que cada quien comprende o no a su manera y somos testimonio de lo poderoso e inconmensurable que es para nosotros el arte, la Vida y la Muerte.
Muchas gracias maestro, por ser parte de esta avalancha de sensaciones. Mi vida no es la misma desde estos días. Por Alan, por usted, por mis compañeros de orquesta, por mí, por los muertos.

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 GESSAEL GARCÍA PICAZO, flautista/piccolista
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Quisiera comenzar este escrito agradeciendo la oportunidad de haber sido parte de esta experiencia, ya que desde que era niño, en mi pueblo (Chignahuapan, Puebla) no teníamos prácticamente ningún contacto con la música mas que la banda de marcha de mi escuela de la cual ya formaba parte y me divertía mucho tocando ahí pero siempre sentía que no todos estábamos en la misma sintonía en torno a la música, así mismo recuerdo que pasaba muchas horas viendo televisión cuando tenía alrededor de 10 a 15 años y en mis largas jornadas de pérdida de tiempo lograba pasar por el canal de la UNAM y con suerte encontraba un concierto de la OFUNAM en la sala Nezahualcóyotl, mis ojos no podían creer que tanta gente pudiera estar tocando a ese nivel en ese lugar tan majestuoso. Con el tiempo eso se convirtió en un incentivo para involucrarme más en la música y probablemente sea la razón por la que decidí estudiar esto.
La primera vez que escuche al maestro Sergio Cárdenas mencionar que tocaríamos el Réquiem de Verdi en la sala Nezahualcóyotl el niño de 10 años dentro de mí se levantó del sillón, donde solía recostarse a perder el tiempo, se levantó y saltó de felicidad pues tendríamos la oportunidad de cumplir ese sueño que nos parecía tan lejano. En ese momento no conocía la obra pero me imaginaba que no sería algo fácil, con el tiempo fui conociéndola y me di cuenta de lo grande e intensa que es, también logré percatarme de lo expuesta que estaba la parte de piccolo y aunque sabedor de lo difícil que es el instrumento y de la poca instrucción que tenía en él, algo dentro de mi dijo : “yo quiero hacer eso” y aunque seguramente sería un gran reto (y lo fue) estaba dispuesto a intentarlo, con el tiempo logré tener la responsabilidad de tocar esa parte y en verdad significó mucho para mí.
Fue la oportunidad que estaba esperando alrededor del piccolo y que gracias a esta experiencia hasta he decidido comenzar a instruirme en el arte de este pequeño instrumento y hasta he llegado a pensar en encaminar mi carrera como flautista hacia el ser uno de los mejores piccolistas del país.
Desde el día del primer ensayo con los cantantes mi corazón latía un poco más rápido de lo normal ya que no podía controlar la emoción que sentía al estar en ese lugar escuchando esas voces que me llegaban muy dentro, y ese momento donde a diferencia de la banda donde comencé la música, aquí si pude experimentar la sensación de saber que todos estábamos comprometidos con ese mismo objetivo, lo que me hizo reafirmar porque estoy en este mundo tan complicado pero tan bello a la vez.
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  ANNA BERNICE NAVARRO ANTUNA, violinista, Violín I
 
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Requiem de Verdi

El Requiem de Giuseppe Verdi, una de las obras más representativas del compositor italiano, fue presentado en 1873 en conmemoración a la muerte de Alessandro Manzoni, amigo escritor de Verdi cuya muerte lo había impresionado.

Esta obra, de gran contenido musical y expresivo, es una de las composiciones sacras que más me gustan, por lo musical y por su finalidad: un ruego por las almas.
La muerte es la culminación de un proceso, termina la vida en este mundo y comienza una vida eterna, es un momento muy importante porque puede ser la condenación eterna para unos, o la felicidad eterna para otros.
No hay ningún ruego que pueda decir alguna persona para salvar a otra, pero creo que la oración del Requiem va más allá de pedir por el alma del difunto, es una oración que abre los ojos hacia tu realidad como humano, como pecador, como ser imperfecto y finito en este mundo, pero que un día podrá llegar a la morada del ser perfecto, de Dios.
Verdi, a mi parecer, logró imprimir en la música el significado del texto de una manera excepcional. por lo que tocar esta obra fue una experiencia de mucho aprendizaje para mí.

El maestro Cárdenas siempre habla de que la música no puede estar bien tocada sin que antes haya tenido un significado para el que la toca, y esto es algo que he estado reflexionando desde la primera vez que lo escuche decir, pero que no había tenido tanto significado como ahora, cuando tocamos el Requiem. No fue desde el principio. El día que empecé a comprenderlo fue el día del primer ensayo en la sala Nezahualcoyotl; al escuchar la fuerza del coro y tocar con la orquesta el Dies Ire, ocurrió en mí una sensación extraña, algo que me hizo sentir como si tuviera mucho tiempo tocando esa obra, como si la supiera de memoria, de pies a cabeza, y que me hacia no pensar en notas, sino en música.

Los dos conciertos me causaron reacciones diferentes, el del día 23 de octubre, antes del concierto, me encontraba muy concentrada y un poco nerviosa, expectante de la reacción del público, pero al momento de tocar logré olvidarme de todo y expresar el significado que tenía para mí esa música.
El día 25 fue diferente, me sentía más relajada antes de comenzar a tocar y durante el concierto traté de escuchar y de empastarme con el resto de la orquesta, sin perder el significado que tenía para mí esa música. Fue un poco difícil tocar, empastarme, por que creo que todos tenemos “revelaciones” diferentes, y a veces ni siquiera la tenemos, y esto último reprime de alguna manera el significado que le dan a la música el resto de los compañeros y no permite que se transmita. Aun así creo que el maestro Cárdenas hace un trabajo excepcional, y nos transmite su significado al momento de dirigir, lo cual nos unifica y logra que toquemos música y no solamente notas.


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2 comentarios:

  1. Leí esto conmovida hasta las lágrimas !!!
    la palabra gracias no alcanza Sergio Cárdenas
    para agradecer todo lo que generosamente nos regalas !!!

    BSS y muchos.
    PIA

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  2. Solo quiero establecer que las 4 presentaciones (2 de ensayo y 2 al publico) fueron extraordinarias! Magnificas oportunidades de expresion, y de conneccion con nuestro creador.
    Gracias Maestro Sergio y Gracias Verdi!
    Fue un gran privilegio el haber podido participar e implorar el Requiem!

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