Ernest ANSERMET
ANSERMET, Ernest: Die Grundlagen der Musik im menschlichen Bewusstsein. Piper Verlag, München, 1985.
(Los fundamentos de la música en la conciencia humana)
Segunda Parte: El origen histórico de la música desde la experiencia práctica. La música de la India.
La manera como los indios vivencian su música, se basa sólo en sus interminables géneros y sutilezas tonales, en las tensiones de su sensibilidad sin someterse a un armazón, en cierta forma sin carácter, pues la cadencia fundamental se esconde y casi no se nota. El camino melódico es un camino puramente existencial cuya forma deriva del texto cantado, que ilumina su significado afectivo. Su unidad de medida del tiempo, es el parpadeo (Kala o Matra).
Pero esta música permanecería intrascendente si los sonidos (Shruti) no manifestaran su significado trascendental en los ojos de los indios.
El sonido es el estado más sencillo de la vibración que podemos percibir; la vibración se entiende en el sistema indio como atributo del elemento fundamental, el éter, que reconocemos sensiblemente en el espacio que nos circunda y del cual todos los demás elementos son derivados pasajeros.
El logos trascendente no es otra cosa que una vibración del pensamiento (su materialización) emanada de ese proceso de desprendimiento que es la vida. Este logos, cuya naturaleza es la vibración, representa lo esencial de la naturaleza de todo lo que existe.
La música deviene en un poderoso instrumento de educación moral del pueblo, como lo confirmó Confucio mucho antes que Platón. Y puesto que la música es expresión perceptible de los números pensados (nombre-idée), es, a la vez, expresión de las relaciones que existen entre el ser humano y las leyes cósmicas. Cuando la armonía de los sonidos puede trasladar a los seres vivientes a un estado armónico, así sus desafinaciones crearán desorden y confusión.
“Como dice el Yogui:
- Cuando el Kong (la tónica) está desafinado, impera el desorden; el
Príncipe se vuelve altanero;
- Cuando el Chang (el Re) está desafinado, los empleados (burócratas) se
han corrompido;
- cuando el Kyo (el Mi) está desafinado, dominan los lamentos, pues no se
pueden garantizar los servicios al pueblo;
- cuando el Yu (el La) está desafinado, hay peligro a la vista: se agotaron
las fuentes del dinero;
- cuando todos los grados están desafinados, hay caos en el pueblo; se le
conoce como petulancia y cuando está así, se vislumbra la caída del
reino en menos de un día.
En este periodo del desorden, se deterioran los ritos y en la música impera el vicio. A los sonidos tristes les falta dignidad y a los alegres, reflexión. Cuando el espíritu de rebeldía (opositor) se hace notar, florece la música depravada. Mas cuando el espíritu dócil domina, se yergue la música armoniosa. Tan pronto como la música hace efecto, los cinco deberes de la sociedad están libres de todas oscuridad, los ojos y los oídos claros, la sangra y los signos vitales en orden, las tradiciones renovadas, las costumbres mejoradas y el reino está en paz.”
Según Alain DANIÉLOU (Traité de Musicologie Comparée, Ed. Hermann, Paris, 1959), en su capítulo “El simbolismo musical de la India”,
- el 1 es el número que representa el sonido fundamental: el punto matemático sin extensión( Bindu);
- el 2 es el número del espacio, caracterizado por la octava, que, a la vez, asegura extensión y límite de las posibles diferenciaciones;
- el 3 es el número del tiempo, fuente de las diferenciaciones marcadas por la Quinta y sus ciclos infinitos;
- el 5 es el número de la percepción y de la armonía, caracterizados por las terceras, mayor y menor;
- el 7 es el número de lo extrasensorial, el número de los mundos invisibles de los dioses y demonios;
- el 11 es el número de la muerte y, a la vez, el de la fuente de vida.”
La música de la India nos ubica en los dominios de la magia de las relaciones interiores entre el ser humano y el cosmos. Los indios concibieron su música por la fuerza de su manera de entender el mundo.
Extractos de las páginas 359 a 362. Selección y traducción de Sergio Cárdenas.
CdMx; 26 de abril de 2020.
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