En 1973, tras concluir mis estudios de Maestría en Dirección Coral en el Westminster Choir College, de Princeton, NJ, USA, hice una escala en la Ciudad de México, antes de continuar al Brasil para asistir a un Curso en Dirección Orquestal impartido por Eleazar de Carvalho en Campos do Jordao. Desde allá, partí para Alemania. a estudiar alemán, y luego a Salzburgo (Austria), para proseguir mis estudios en el Mozarteum.
Apoyado por la Srita. Ruth Arce y el Arq. David Herrera R., se pudo organizar un recital, al parecer apoyado por el Club Rotario, en la Casa Wagner, de la Ciudad de México. Expuse tres hermosas Cantatas para Barítono, Violín y Continuo, del gran compositor alemán G. Ph. TELEMANN (1681-1767). Lamento no recordar los nombres de los instrumentistas que participaron; uno de ellos era integrante de la Sinfónica Nacional. Me regaló un boleto para asistir al concierto de esa semana en Bellas Artes, lo que hice con particular alegría: no había yo escuchado a la OSN en ese recinto.
Recuerdo que el concierto abrió con "Sones de Mariachi", de B. GALINDO. En la fila de atrás de donde yo estaba, tomó lugar el compositor Manuel Enríquez, quien al terminar la exposición de la pieza, dirigida (es un decir) por un huésped estadunidense, exclamó como para se oyera en su alrededor: "es lo que sucede cuando se trae a un extranjero que no conoce nuestra música".
Ya no recuerdo cuál fue la obra con solista; al final, la emprendieron con la Sinfonía no. 4, de G. MAHLER. Tampoco recuerdo cómo resultó.
El recital al que me he referido, resultó casi mi despedida de la carrera de canto: un año después, para el verano de 1974, ya había yo dejado esa carrera en el Mozarteum para concentrarme en la carrera de Dirección Orquestal, que concluí un año después "con Mención honorífica".
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