jueves, 4 de junio de 2009

Qué tanto impulso y qué tanta resolución


Qué tanto impulso y qué tanta resolución
por Sergio Cárdenas

No son pocas las personas que consideran al director de ensambles sinfónicos como uno de los residuos de épocas aparentemente idas de autoritarismos y/o totalitarismos. Tampoco son pocas las anécdotas o historias sobre el comportamiento de algunos así llamados directores sinfónicos de antaño y hogaño que nos provocan asombro ante la capacidad que demuestran, una y otra vez, de denigrar, insultar, vejar o maltratar sicológicamente a “sus” músicos. Si bien es cierto que con frecuencia esos músicos son cómplices de “su” director al aceptar sin chistar sus capacidades represoras (he oído decir a algunos atrilistas que si les pagan bien, aguantan cuanto insulto reciban), es de igual manera cierto que esas agrupaciones terminan en una pérdida total de personalidad, de carácter, de involucramiento personal en el quehacer musical y, llegados a este punto, se manifiestan como ejecutantes mecánicos, en ocasiones robóticos, de las ocurrencias seudo-musicales del director en turno del ensamble. No falta el supuesto director que encubre esas ocurrencias musicales con el sustantivo de “interpretación”. Y desde luego que tampoco faltan sus “críticos” fieles que les elogian esas “interpretaciones”.
Es un común denominador el que los organismos orquestales “salven” a sus directores, pues ante el cúmulo de deficiencias e insuficiencias técnicas y musicales que con no poca frecuencia demuestran, los atrilistas salen “al quite” y le solucionan al director su incapacidad de transmitir con toda precisión lo que el fenómeno musical exige a fin de lograr una ejecución inspiradora y beatífica., o si no, cuando menos lograr que todos toquen juntos y lo más cercano posible a las indicaciones de volumen. Así, las orquestas encuentran los mecanismos para “entrar juntos” aunque el director sea incapaz de dar la entrada (se le llama: anacrusa) de manera correcta. A este hecho, que es de los que de manera más frecuente encontramos en el podio, se agregan los movimientos grotescos o de asociación epiléptica que nada tienen que ver con lo que ejecutan los atrilistas y que, de nueva cuenta, “justifican” con aquello de “la manera personal” de dirigir.
Conocida es la anécdota que refiere el encuentro de ciertos integrantes de un renombrado organismo sinfónico que, de camino a la sala en la que su orquesta daría esa noche un concierto, se topan con amistades que les preguntan
- “¿quién dirigirá esta noche?”,
a lo que los orquestales responden:
- “Fulanito de Tal”.
Acto seguido, las amistades inquieren:
- “¿Y qué va a dirigir?”,
ante lo cual los orquestales responden:
- “No sabemos; nosotros tocaremos el ‘Huapango’ de Moncayo”.

Entre las diversas aberraciones que encontramos en México en el ámbito de la música de concierto, está el “Concurso Eduardo Mata para directores de orquesta”. Se trata de una actividad que cuenta con acaudalados apoyos…para subsidiar carreras de extranjeros punto menos que mediocres, que son quienes han sido favorecidos por los jurados de las ediciones que ha tenido el concurso de marras. Es un concurso que se da a pesar de que ninguna de las escuela profesionales o superiores de música de México, ofrece la carrera de director de orquesta. Escribo ‘ninguna’ porque en la única en la que oficialmente existe, quien la imparte es especialista en danzones y tiene en México punto menos que escaso reconocimiento como director sinfónico. (Los talleres que viene ofreciendo en este rubro el Sistema Nacional de Fomento Musical desde hace más de tres lustros, han sido, ante todo, deformadores de directores potenciales, a quienes vacunan contra la música; ahí impera el nivel de aficionado como aspiración máxima).
El concurso referido no tiene, pues, solvencia moral ni artística que lo avale, aunque sí cuenta con el apoyo económico y en especie del CONACULTA, INBA, UNAM, etc. Un talento de la dimensión de Gustavo Dudamel, por ejemplo, fue reprobado en la primera eliminatoria de una de las ediciones de ese remedo de concurso; muy poco tiempo después de esa ocasión, Dudamel fue el triunfador incuestionable del Concurso Internacional Gustav Mahler, de Bamberg, Alemania. Hoy, a sus 28 años, es director musical y principal de la Filarmónica de Los Ángeles (USA).
Los pocos talentos mexicanos en el ámbito de la dirección orquestal que se forman a contracorriente, dentro o fuera de México, no tienen cabida en ese concurso, pues tienen varias cosas en contra, a saber: 1.- son mexicanos; 2.- no son “güeritos” (por lo general); 3.- pocos entran en esa clasificación conocida como “gente totalmente Palacio”; 4.- han tenido muy pocas oportunidades de medirse en el podio ante organismos orquestales (profesionales o no) que les permitan desarrollar el oficio de la dirección orquestal; 5.- no pertenecen (por lo general) a cofradía alguna; 6.- son juzgados por extranjeros de mediocre o muy cuestionable trayectoria en tanto que directores de orquesta (casi ninguno de ellos podría dirigir “Sensemayá” (Revueltas) o “La Consagración de la Primavera” (Stravinski), por ejemplo).
Gracias a la Dirección General de Vinculación Cultural del CONACULTA, de la Secretaría de Cultura del Gobierno Estatal de San Luis Potosí, del Fondo Regional para la Cultura y las Artes de la Zona Centro-Occidente y de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, el hermoso Centro de las Artes Centenario, de la capital potosina, ha sido promotor y anfitrión del Diplomado en Dirección Musical “Onomatopeya de la Indecible”, que vengo impartiendo ahí desde el 6 abril del presente año.
“Onomatopeya de lo Indecible” consta de dos etapas, la primera dedicada al repertorio sinfónico, la segunda al operístico. Una gama variada de aspectos esenciales a este oficio es abordada en el Diplomado, como por ejemplo el entender el sonido y sus propiedades inmanentes, lo cual es conditio sine qua non en la iniciación del camino a la música; la cadencia temporal, fundamento de la anacrusa; la prosodia musical; los “lenguajes” modales, tonales y metatonales; el pulso, ritmo, métrica y el tempo del acontecimiento musical; la sonoridad instrumental; entendiendo (descifrando) una partitura; direccionalidad del acontecimiento acústico; técnica de la dirección musical.
Ocho jóvenes (7 mexicanos, 1 chileno) fueron seleccionados tras aprobar un riguroso examen de admisión que incluyó armonización tradicional de una melodía dada, transcripción/reducción para piano de un pasaje orquestal dado, lectura a primera vista (solfeo) de figuras melódicas y rítmicas, entre otros requisitos. Tras más de 60 horas de las 200 que tendrá el Diplomado, puedo asegurar que los talentosos participantes, sin excepción, harán carrera musical en sus distintos campos de la dirección musical (instrumental y/o vocal).
En el transcurso del Diplomado, he puesto especial énfasis en el imperativo del director orquestal de demostrar y demostrarse integridad ética y musical, de dominar el oficio de la dirección (técnica de la dirección musical), de estudiar a fondo la partitura a ser dirigida ( y no comprándose en la primera oportunidad algún CD que le “resuelva” el problema, como suelen hacerlo cuantos se llaman a sí mismos directores), de estar concientes de la dimensión espiritual, educativa y social de su quehacer, de manifestarse como artistas con carácter y sensibilidad, que asuman responsabilidad en el ejercicio de su quehacer.
Ya lo dijo Sergiu Celibidache en alguna ocasión: “Lo que un director debe transmitir a la orquesta, es qué tanto impulso y que tanta resolución requiere el fenómeno musical que se dirige”. No es, pues, función del director, el desempeño circense, ni histérico, ni arrogante ni condescendiente. Tampoco el entrar en contubernio con quienes defienden “conquistas” que dañan al erario público (se sabe que en época reciente, uno de los organismos orquestales que vive del erario público de México, “gozó” durante varios años de periodos de no actividad (vacacionales) de hasta cinco meses por año, como resultado del contubernio con su director del momento, con lo que incurrió en lo que podría ser una forma de peculado que, para colmo, fue avalado por la autoridad en turno).
Los ocho jóvenes talentos de la dirección musical que participan en el Diplomado, podrán dar cuenta de sus respectivos avances cuando dirijan a la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí en el concierto que brindará el viernes 12 de junio, 2009, a las 20:30 hs, en el Templo de San Francisco de San Luis Potosí. Bajo su guía musical sonarán páginas selectas de Haydn (Sinfonía “Sorpresa”), Mozart (Obertura a “El Rapto del Serrallo” y Sinfonía “Linz”), von Suppé (Obertura a “Poeta y Campesino”) y Cárdenas (La Canción de la Estatua). Será una magnífica oportunidad para apoyar a nuestros jóvenes músicos y, de paso, apoyar la consolidación de una economía de la música clásica en México.+++
San Luis Potosí, SLP; el 2 de junio del 2009.

© Sergio Ismael Cárdenas Tamez, 2009.

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