sábado, 28 de enero de 2012
INMERSO EN EL COLOR, INMERSO EN LA VIDA
(Texto para el catálogo de la exposición PALABRAS TATUADAS, de ALEJANDRO ROSALES LUGO, en San Antonio, TX, USA; febrero-marzo, 2012).
INMERSO EN EL COLOR, INMERSO EN LA VIDA
por Sergio Cárdenas*
Contemplar la obra pictórica del artista multifacético tamaulipeco Alejandro Rosales Lugo (Ciudad Victoria, *1945), es ocasión para corroborar en su creación una llamada perenne que obliga a mirar desde el interior al dinamismo de la vida como belleza, de la vida como un dinamismo genuino y sincero que rechaza la impostura y la falsedad, como una búsqueda solitaria impulsada por el deseo irrefrenable de manifestar, con rigor y pasión, las maravillas de la vida a través de las formas y, más aún, a través del color.
He tenido la oportunidad de admirar diversas obras de Rosales Lugo incluidas en su exposición titulada “Palabras tatuadas”, mostrada en la Casa de Cultura de Tamaulipas en la Ciudad de México, como parte de las actividades desplegadas en ese magnífico recinto en el marco del XIII Festival Internacional Tamaulipas.
El título de la muestra, si bien alude al talento poético del pintor, pudiera desviar la atención a lo esencial de esta muestra. Sí, en sus óleos y tintas se percibe esa vibración que genera y transmite con enjundia la poesía de Rosales Lugo, cierto, pero lo plasmado en esas telas con tanta veracidad, con seductora sensibilidad y con cautivadora luminosidad, nos corroboran a un artista de enorme capacidad sensorial que nos lleva de la mano visual a su mundo cromático con certeza y con bondad; a un artista franco y genuino que manifiesta su lealtad al sentimiento sensual y coherente, amoroso y envolvente, acariciador y gozoso.
En “Musgo” (óleo sobre tela, 122 x 92 cm), Rosales Lugo nos atrapa con su maestría al plasmar en verdes enjundiosos lo acuoso informe combinado con semblantes diáfanos que desde las profundidades marinas se nos presentan como vidas petrificadas plenas de ternura: lo pétreo y lo acuoso fundidos, unidos por un colorido arrebatador, elocuente.
En “Mar” (óleo sobre tela, 120 x 180 cm) y en “Mar abierta” (óleo sobre tela, 92 x 122 cm), la coherencia pictórica se confirma: esa suavidad impetuosa de las olas marinas, que observamos ya en las diferentes luminosidades que nos ubican en el fondo del océano, o ya en la agitación vibrante y enérgica de una mar que, a la vez, nos arrolla y nos fortalece, resultan cuadros que nos mueven a la reverencia ante los portentos marinos, pero, más aún, nos permiten corroborar a un Rosales Lugo contundente en su manera de compartir una entereza de espíritu y una fortaleza de sensibilidad con las que enriquece nuestras vidas.
“Cara de viento” (óleo sobre tela, 122 x 92 cm), es un lienzo en rosa mexicano que con figuras de animales alados, nos muestra suspendido, etéreo, un perfil de finos trazos, de aliento transparente envuelto en un torbellino que no lo empuja ni lo avienta, sino que lo sostiene y protege.
“Paisaje en la ventana” (óleo sobre tela, 122 x 92 cm) es un homenaje a las líneas femeninas de un cuerpo seductor, que yace sobre un color que se antoja dérmico, condimentado con tenues, suaves apostillas cromáticas que despiertan en uno admiración ante ese homenaje pleno de dulzura, de delicadeza, de afecto, donde la ventana es un pretexto y, a la vez, un marco que ubica a ese cuerpo en los ámbitos de la contemplación privada del deseo carnal.
“Lima-Limón” (óleo sobre tela, 120 x 152 cm) es, a primera vista, un alarde de virginidad espiritual, diáfano, libre de culpa o malicia, con esa encantadora doncella que nos atrapa con una ingenuidad que pronto presagia una vida fogosa (¡esa figura femenina en rojo que empieza a emerger frente de ella!) marcada por los sabores de carácter fuerte propios de la lima y el limón. Esos tonos apastelados tan impregnados de suavidad, insinúan otra manifestación “escondida” de carácter: las formas características de la lima y el limón, manifestadas numerosamente, son de igual manera las formas de los pechos erguidos, atrayentes y apetitosos, tanto de la joven doncella como de la mujer fogosa de la parte inferior derecha del cuadro, imagen en la que esa mujer parece tomarlos en sus manos y mostrarlos cual carnada de anzuelo.
“Amanecer” (técnica mixta sobre tela, 142 x 245 cm), es un lienzo de tremendo poderío expresivo que recurre al tema de la alborada para manifestar con colores fuertes, contundentes, una oscuridad que parece resistirse a desaparecer en la lejanía y que, a la postre, es vencida por un calor emergente que abrasa (¡las brasas saltan informes en la parte baja del lienzo!), que casi nos hace transpirar por la enorme excitación que provoca en el espectador en medio de una vastedad avasalladora que nos muestra otra faceta de Rosales Lugo: su lado telúrico, que emerge de la profundidad terrenal.
La vigencia de la sensibilidad conciente de Rosales Lugo también se hace presente en esta exposición. Está presente de manera crítica, despiadada, angustiante, desesperada, gimiente: en “Mi Patria” (óleo sobre tela, 139 x 180 cm), los colores nacionales chorrean, nos muestran un lábaro patrio que se deshace, que tiende a perder todos sus asideros, sus tejidos internos, su carácter, su propio color. Se trata de una de las exclamaciones más poderosas que he visto sobre la realidad que vive el México contemporáneo, tan agobiado por la violencia sin control, por la criminalidad despiadada, por el terror que desgasta el espíritu y la vida, por la impotencia que se ha venido demostrando ante tanta barbarie. Que un cuadro así se encuentre entre los ya referidos y los demás que conforman estas “Palabras tatuadas”, tan cargados de sensualidad, de belleza, de delicadeza y veracidad, duele. No nos duele porque pareciera una incongruencia con lo demás mostrado, sino porque nos recuerda una realidad sobre la que los mexicanos pensamos que el país se nos está yendo de las manos, como luego se dice. Rosales Lugo, quien en su multifacetismo , además de poeta, pintor, narrador y pedagogo, ejerce el periodismo, ha abordado en sus contribuciones periodísticas, con la frecuencia que amerita el caso, esta lamentable situación por la que atraviesa México. Ahora lo manifiesta, en “Mi patria”, con una fuerza enjundiosa que nos convoca a la protesta vigorosa, a tener conciencia, como él, de que esta fase de barbarie no puede, no debe ni podrá imponerse sobre nuestra conciencia de lo que es bello, incuestionable, coherente, cautivador y tonificante de la vida, como lo ha plasmado en todos los demás lienzos de esta magnífica exposición. Alejandro Rosales Lugo es un creador orgullo de Tamaulipas y de México, cuyo legado pictórico ya ha traspasado las fronteras geográficas de México y que con “Palabras tatuadas”, se confirma como artista íntegro, pleno, sensible, veraz; un artista generoso cuya obra es cautivadora y tonificante, contundente y sensual, poética y plástica.
©Sergio Ismael Cárdenas Tamez, 2011
Cd. Victoria, Tamaulipas (México); el 30 de octubre, 2011.
*Director Artístico del Festival Internacional Tamaulipas,
Profesor Titular de Carrera en la Escuela Nacional de Música-UNAM.
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