sábado, 17 de julio de 2021

Con la Filarmónica Estatal de Renania-Palatinado, en 1979 y 1985

 

Dirigí por primera vez en Alemania, en febrero de 1979, al frente de la Filarmónica Estatal de Renania-Palatinado (Staatsphilharmonie Rheinland-Pfalz), en la ciudad de Frankenthal. Esa orquesta había participado en marzo-abril de 1977, en el Curso Internacional de Dirección Orquestal que impartió Sergiu Celibidache en la Universidad de Tréveris (Trier). La Comisión Artística de la orquesta tuvo a bien recomendar que yo fuera invitado a dirigir conciertos de ese ensamble; fui el único participante del curso de Celibidache que recibió tal distinción.


Comparto aquí los programas de otros dos conciertos de esa orquesta, que dirigí en mayo de 1985.



    

  




       

Reencuentro con una orquesta

La Filarmónica Estatal de Renania-Palatinado visita Bensheim


Bensheim. Si bien la Filarmónica Estatal de Renania-Palatinado tuvo en el pasado presentaciones regulares como invitada en Bensheim, esta orquesta rara vez se ha escuchado en esta ciudad en tiempos recientes. La distancia es un requisito previo para una evaluación objetiva, por lo que este reencuentro fue interesante desde el principio.


El joven director mexicano Sergio Cárdenas sabe cómo resolver las tensiones expresivas en la música. Obviamente le encanta hacer música en contrastes, mostrando contornos. Esto también se aplica al poema sinfónico "Finlandia" de Jean Sibelius, en el que el compositor utilizó impresiones de su país de origen como inspiración y las procesó musicalmente. Sergio Cárdenas puso el contorno en el centro, incluso a expensas del sonido floreciente, y sólo después desarrolló el pomposo colorido de la pintura sonora en la orquesta. 


La Sinfonía núm. 8, en Sol mayor, de Antonin Dvorak, se nutre de la variedad de ideas musicales, la riqueza de los colores instrumentales, la expresión cambiante en la que la musicalidad originaria también juega un papel importante. Sergio Cárdenas logró una interpretación consistentemente emocionante, en la que ya el tema de los violonchelos del 1er movimiento irradiaba mucha calidez, que se trasladó a otros grupos. Una ejecución llena de temperamento y precisión rítmica caracterizó a los movimientos externos, en los que a pesar de las explosiones sonoras, se mantuvo la transparencia.

Los movimientos centrales se lograron bien, en donde el Adagio se orientó hacia lo contrastante a través de las dinámicas extremas, mientras que en el Allegro grazioso destacó en primer plano el elemento danzístico-musical.


Karin Pfeifer, el 23 de mayo de 1985, en el periódico Bergstrasser Anzeiger.





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