lunes, 27 de abril de 2009

Dyma EZBAN: Bruckner

DYMA EZBAN


Anton Bruckner


a Raúl Dorra


Cada mañana
un niño salía a sembrar
caminando valles y bosques
hasta sentir la tierra fértil para su fruto
y dejaba caer su semilla
que aceptaba esa tierra
de abundancia y devoción.


Y la tierra
húmeda en su fertilidad amada,
se reconocía en esa semilla ardiente
por dejar de ser origen
y volverse fruto,
comunión,
sangre.

Un día,
al regresar a casa,
encontró que había muerto su padre
y fue a rezar al altar de su templo
por la paz y la desdicha.
“Mas tú, mi Dios escudo que me ciñes,
mi gloria,
que sostienes mi cabeza.
A voz en cuello clamo a mi Señor
y Él me responde de su monte santo.”*

Y al terminar,
sintió el canto del Espíritu
posarse en su Alma
y la música celestial
en su afinidad de ser humana,
reconoció en ese niño
la tierra fértil que la llevaría a otras almas,
otros valles,
otros bosques.



En otras mañanas
ya no saldría a sembrar la semilla del fruto
sino el canto espiritual de la fe,
del goce de la vida
y de la comunión con Dios.

Porque El Espíritu
ama la música del hombre
y el hombre es
en su música
lo que El Espíritu es en su amor.

Y pensaba,
a través de los años:
-Señor,
pero si este corazón endurece
como metal amargo,
¿cómo ha de germinar la semilla
del canto espiritual del alma,
la música que cada mañana aparece en mi memoria
como vestigio de Tu Presencia?
Señor,
sólo la música se deja escuchar
por quien se deja descubrir en su humildad,
Y yo, Señor,
Anton Bruckner,
que nació en el cansancio
por caminar valles y bosques,
temo no terminar
en sembrar las semillas
que has destinado para su fruto,
temo morirme en ellas,
sin cumplir en la Tierra,
sin cumplir en los cielos,
en Ti.

En Ti, Señor,
déjame besar el órgano
después de estar a tu servicio,
pues besarle es besar el rastro de tu luz
hacia la iluminación del fruto,
deja la cosecha alimentar
los hambres de los países
donde no puede germinar la semilla,
el canto celestial de la Tierra,
de los valles y bosques.




Inclinado, ante Ti,
mi Amado Dios de los cielos,
la gente quiere saber nada de mí
y de mis obras,
por ello reconozco mi música
para que sea ella mi refugio y
mi bendición
ante Ti y ante los hombres.

¡Por la Gracia de toda la tierra
y de todos los frutos,
con la Humildad Inquebrantable!



*.- Salmo 3:4



DYMA EZBAN: poeta guanajuatense, nacido en León, Gto. (México) en 1959.

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