martes, 5 de mayo de 2020

R. Schumann, según Nietzsche y Hesse


                                                     Robert Schumann (1810-1856)

SCHUMANN, AMENAZA PARA LA MÚSICA ALEMANA
por  Friedrich Nietzsche

Robert Schumann, con su alma huyendo a la Suiza Sajona, medio Wertheriano, medio a la manera de Jean - Paul, por supuesto que no Beethoveniano ni Byroniano (su música para “Manfredo” es un error y un malentendido hasta la injusticia), Schumann con su gusto, que en el fondo era un gusto “pequeño” (limitado), es decir, un (gusto) peligroso, bajo esa tendencia alemana doblemente peligrosa de tener un lirismo tranquilo y una embriaguez del sentimiento, siempre caminando de lado, con timidez encogiéndose y retirándose, un noble delicado, que se derretía en puros anónimos de felicidad y dolor, una especie de señorita y “noli me tangere” desde el mero principio: este Schumann ya era sólo un acontecimiento alemán en la música, pero no un acontecimiento europeo, como lo fue Beethoven, como, en una medida más amplia, lo fue Mozart.  (Schumann) amenazó la música alemana con el más grande peligro de perder la voz del alma europea y de hundirse en franco patrioterismo.


 Título de Sergio Cárdenas.   Texto traducido de “Jenseits von Gut und Böse”, (1885/86)

MÚSICA DE SCHUMANN: VIENTO Y MELANCOLÍA
por Hermann Hesse


En esta música hay permanentemente viento, no un viento constante, presionante, pesado o inmutable, sino un viento saltarín, juguetón, intencionado, un soplo que siempre aparece por sorpresa y pronto se pierde; uno parece ver en él las pequeñas danzas del torbellino de arena y follaje, es un viento de buen tiempo, un buen compañero de caminatas y de juegos, alegre, lleno de ideas, ora platicador y ora con ganas de correr o bailar.  Esta música se sopla y se aspira, se pesa y se sacude, danza y salta llena de elegancia y juventud, sonríe y ríe, juega y bromea a veces intencionada y a veces tiernamente.  Parece incomprensible que el poeta musical de estos compases mágicos haya muerto en la melancolía y tenebrosidad.  Claro, a esta música le falta tranquilidad, estática, un cierto hogar, quizá es demasiado alegre, demasiado intranquila, demasiado airosa y emparentada al viento, demasiado movida y tormentosamente juvenil, y algún día habrá de agotarse.  Entre la música y la vida y el final del Schumann enfermo, gruñe el  mismo abismo que entre la locura ladina del joven y la pesadez del viejo Clemens Brentano.  Y tal como es nuestro mundo complicado y sentimental: esta música perfumada del buen tiempo, con su inquietud de hermosa juventud, suena más encantadora, más agitada y más amorosa cuando sabemos de la noche y la profunda oscuridad que esperó el amado músico.

(publicado originalmente en la sección "Musikalische Notizen", del "Neue Schweizer Rundschau" (Zurich), en febrero de 1948).

 Título de Sergio Cárdenas
  

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