sábado, 30 de mayo de 2020

Rilke sobre la educación


                          QUIERO CRECER,    CUESTE LO QUE CUESTE

Reflexiones de Rainer Maria Rilke sobre la Educación

Traducciones de Sergio Cárdenas

   Uno debería hacer valer y honrar la vida del niño como una vida justificadamente independiente junto a la de uno mismo. Entonces nacería, por sí misma, otra escuela, una escuela sin exámenes y sin concursos, una escuela que no pierda de vista la vida sino que vaya siempre hacia ella. Esta escuela es la única posible, la única que no obstaculiza sino ayuda, la única que no asfixia de cuajo las personalidades, sino la que da a cada quien la posibilidad de abrir un camino a los deseos más profundos de su existencia. (1)

   Un educador debe proponerse hacer muchos y muy diferentes seres humanos del grupo de niños que se le ha confiado. Es mejor hacer uno de cada uno de dos seres que compiten que continuar con el propósito de educar a sus alumnos en una clase de ser humano. (2)

   Lo que los tiempos exigen con fervor son siempre las grandes individualidades, que son diferentes pues con ellas siempre ha estado el futuro. Pero cuando se muestra en un niño la individualidad, siempre se desprecia o menosprecia, o peor aún, se ridiculiza, lo cual es muy doloroso para un niño. Uno se comporta con los niños como si no tuvieran nada propio y devalúa sus riquezas, de las cuales viven, para cambiarlas por lugares comunes. (1)

    Toda la educación, como se lleva a cabo el día de hoy, se conforma de una lucha continua con el niño, lucha en la que ambas partes recurren a los métodos más abyectos. Aquí la escuela sólo continúa lo que los padres empezaron. La escuela es una lucha sistemática contra la personalidad. Desdeña al individuo, a sus deseos y nostalgias, y entiende como su tarea el rebajarlo al nivel de la masa. Uno debería leer la biografía de los grandes hombres: han llegado a ser lo que han sido siempre a pesar de la escuela, no gracias a ella. (1)

   Las grandes ideas han perdido vitalidad en las escuelas, se han vuelto abstractas y aburridas porque se les impuso el propósito de instruir. Después de todo, lo que uno conoce como instrucción general, es una reserva desproporcionada de un conocimiento impersonal muy crecido, sin vida ni coherencia interna como si fuera un diccionario. Nada de lo que el niño pide se le da, sino un cierto Quantum de resultados consumados que le provocan indiferencia total. (1)

   Tan raro como pueda aparecer, dadas las circunstancias actuales, la vida debe transformarse en la escuela. Si en algún lugar la vida debe ampliarse, profundizarse y humanizarse, es en la escuela. Más tarde se endurece con rapidez en las profesiones y los destinos, y ya no tiene tiempo de cambiar. Por el contrario, la escuela ha permitido una serie de errores impronunciables; siempre con mayor frecuencia se expulsan de ella la vida y la realidad. La vida era alguna otra cosa y la escuela debería ser sólo escuela. La vida debería venir más tarde, después de la escuela, y debería ser algo para los adultos, como si los niños no vivieran, como si no estuvieran en medio de la vida.(1)

    Las almas jóvenes son atacadas y cubiertas como por una lluvia de cenizas por la inconmensurable palabrería de la escuela. La voluntad de los jóvenes es confundida y cuando termina la escuela, ya no saben más lo que querían. Los más se apostan desorientados ante la vida, para la cual no se les preparó. Ajenos a toda realidad, toman cualquier trabajo casual que no demanda personalidades sino máquinas, para llenar así su vida. Aprendieron para el examen y cuando éste pasó, entonces la „educación“ había cumplido su propósito: ahora podían empezar...a olvidar, y esta ocupación llena desde entonces sus vidas. Pero donde hay uno en el que aún vive un poco de infancia y riqueza, de personalidad que no pudieron ser reprimidas, entonces comienza un camino de regreso difícil y tembloroso a través de la tierra desierta de la escuela y de la educación, hacia un nuevo comienzo, hacia el comienzo de una nueva y propia vida, que se comienza tardíamente y con tristeza. Aquí podría uno hablar de abuso de la fuerza humana y, a lo mejor, es la fuerza de los mejores, la que se ha destinado a tales dolorosos caminos de retorno. (1)

   La escuela debería considerar sólo a los individuos, no a los grupos, pues, a final de cuentas, la vida, la muerte y el destino se hicieron para el individuo. Y la escuela, si quiere llenarse de vida, debe recuperar su relación con los grandes y verdaderos acontecimientos. (1)

   Cada quien debería ser guiado sólo hasta el punto en que sea capaz de pensar por sí mismo, de trabajar por sí mismo, de aprender por sí mismo. (1)

                    Yo pienso que crezco cuando sufro.
                    Y crecer es lo que quiero, cueste lo que  cueste.

                    Yo no sé lo que me volveré,
                     tampoco lo que prometí ser,
                     sólo imito los gestos
                     serios de la Tierra.
                     Poseo tormenta y quietud,
                     claridad y crepúsculo;
                     en el crecer está mi voluntad... (3)



Ansbach, Alemania; el 6 de marzo de 1999

Fuentes de las traducciones:
(1)    Tomo X,de las Obras Completas de Rainer Maria Rilke, editadas por el Rilke-Archiv,Frankfurt/M, 1955.
(2)    Cartras y Diarios de los años 1899-1902, editadas por Ruth Sieber-Rilke y Carl Sieber, Leipzig, 1931.
(3)    Tomo VI, de las Obras Completas de Rainer Maria Rilke, editadas por el Rilke-Archiv, Frankfurt/M, 1955.

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